El silencio se alarga entre nosotros. Su mirada me devora, esperando.—¿Por qué me preguntas eso? —murmuro, apenas un hilo de voz.Damon ladea la cabeza, divertido.—Porque quiero saber hasta dónde llega tu compasión, mariposa. Quiero ver si el miedo que sembró Viviana es más fuerte que lo que sientes aquí —con un movimiento repentino, roza mi pecho, justo sobre mi corazón.Mi piel se eriza.—Eso es injusto —susurro, dando un paso atrás.Él avanza, cerrando la distancia otra vez, acorralándome sin tocarme.—La vida es injusta, Anel —dice con una sonrisa torcida—. Y si realmente quieres saber la verdad, si de verdad quieres entender quién soy, entonces también debes decidir qué harás con esa verdad.Mis labios se separan, pero no sé qué decir.Damon me observa con detenimiento, como si intentara leer mi alma. Luego, su expresión cambia, endureciéndose.—Voy a hacer esto fácil para ti —declara, girándose con elegancia hacia su escritorio. Presiona un botón en el teléfono y su voz suena
El camino de regreso a la mansión se siente diferente.Antes, todo esto me parecía una jaula dorada, un mundo hecho de lujos fríos y reglas invisibles que no comprendía del todo. Ahora, mientras observo por la ventana del auto, me doy cuenta de que algo ha cambiado. No en la ciudad, ni en la mansión. No en Damon.En mí.Las luces de la calle proyectan sombras largas y fugaces sobre los edificios. Gente caminando apresurada, el sonido lejano del tráfico, las luces de los negocios parpadeando en la distancia. He pasado por aquí antes, muchas veces, pero nunca lo había visto realmente.Y Damon…Deslizo la mirada hacia él. Va sentado a mi lado, mirando hacia adelante con su típica expresión indescifrable. Pero ahora veo más allá de su máscara de indiferencia. Veo el peso que carga en los hombros, las cicatrices que no muestra, los silencios que dicen más que sus palabras.La conversación de hace unos minutos sigue repitiéndose en mi mente. Su confesión. Su historia.La imagen de aquel niñ
El día siguiente transcurre entre silencios cargados y miradas que dicen demasiado. Damon no ha vuelto a mencionar lo que me contó ayer, y yo tampoco lo he presionado. Pero algo ha cambiado. Lo siento en la forma en que me observa cuando cree que no me doy cuenta, en cómo su presencia se ha vuelto aún más abrumadora, más intensa.Y lo peor es que ya no intento ignorarlo.Después de la cena, decido salir al jardín trasero para despejarme. El aire nocturno es fresco, y la brisa me ayuda a ordenar mis pensamientos. Pero la tranquilidad no dura mucho.—Huir de mí no cambiará nada, mariposa.Me sobresalto al escuchar su voz detrás de mí. Me giro y lo veo ahí, apoyado contra una de las columnas de piedra. No sé cuánto tiempo lleva observándome, pero la forma en que sus ojos recorren mi cuerpo me hace sentir que ha estado aquí desde el principio.—No estoy huyendo —respondo con calma.Damon ladea la cabeza con diversión, como si estuviera decidiendo si creerme o no. Luego, con pasos tranquil
El aire entre nosotros se siente denso, cargado de algo que no me atrevo a nombrar. Damon se inclina hacia mí, sus dedos rozando mi mejilla con una caricia que debería ser prohibida. Su mirada es intensa, oscura, un abismo en el que tantas veces he caído sin resistencia.Y eso es lo que me asusta.Porque ya lo he besado antes. Ya he sentido el fuego de su boca, el veneno de su toque. He dejado que me envuelva, que me atrape en este juego peligroso en el que a veces olvido quién es él y quién soy yo.Pero esta vez no.Esta vez, la culpa pesa demasiado.Cuando él se acerca más, cuando su aliento choca contra mis labios en una promesa silenciosa, pongo una mano en su pecho y lo detengo.—No —mi voz es baja, pero firme.Damon se queda inmóvil. Sus ojos se clavan en los míos, buscando algo, pero lo único que encuentra es mi determinación.—¿Por qué? —su tono no es de enojo, sino de algo más peligroso. De certeza. Como si ya supiera la respuesta.Mi garganta se aprieta.—Porque no debería h
Liam juega con la manga de su chaqueta mientras se pone de pie, su sonrisa aún presente, pero sus ojos reflejan algo más oscuro. Algo afilado.—Bueno, Damon, ha sido un placer ver cómo la vida te ha tratado tan bien. Pero no te equivoques… —Sus ojos se deslizan hacia mí con descaro antes de volver a mi esposo—. No me iré con las manos vacías.Damon no se inmuta, pero puedo ver cómo su cuerpo se mantiene en tensión, listo para cualquier movimiento.Liam se inclina un poco hacia él, bajando la voz, pero lo suficiente para que yo escuche.—Voy a conseguir lo que quiero, tarde o temprano. Y si tú no cooperas… tal vez alguien más lo haga.Mi piel se eriza.Damon no lo piensa dos veces. En un movimiento calculado, lo sujeta por el cuello de la chaqueta y lo empuja contra la pared. El golpe resuena en la sala y yo contengo la respiración.—Si vuelves a mirarla así, te juro que te arranco los ojos —murmura Damon con voz letal.Liam sonríe, como si el peligro lo divirtiera.—¿Es una amenaza, h
La mansión huele a pólvora y sangre seca. La luz de la mañana apenas logra colarse entre los restos de las ventanas rotas. El suelo está cubierto de escombros, casquillos de bala y rastros del caos de la noche anterior.Estoy sentada en el borde del sofá, las rodillas juntas, los brazos cruzados sobre mi pecho. Mi corazón sigue latiendo con fuerza, aunque el peligro inmediato ha pasado. No puedo borrar la imagen de los cuerpos en el suelo, de la expresión satisfecha de Liam antes de desaparecer entre el humo.Damon está de pie frente a la chimenea, con la camisa manchada de sangre—no suya, pero eso no hace que sea menos perturbador. Su mandíbula está tensa, pero su mirada no es de preocupación ni de duda. Es de determinación. Está calculando, planeando. Damon no parece ser alguien que huya del peligro, lo enfrenta, lo destruye antes de que pueda tocarlo.El silencio entre nosotros es espeso, cargado de una tensión que no solo proviene del ataque.—Esto no va a parar —digo al fin, mi v
La mudanza a la nueva propiedad ocurre en cuestión de horas.No hay despedidas, no hay tiempo para procesar nada. Damon da órdenes, sus hombres ejecutan. Para cuando el sol comienza a ocultarse, la mansión queda atrás, reducida a escombros y recuerdos impregnados de pólvora.Llegar a la nueva casa de Damon es como adentrarse en un territorio prohibido, un lugar diseñado para mantener a la gente fuera… o atrapada dentro. El camino es largo y solitario, rodeado de árboles tan altos y densos que apenas dejan pasar la luz del sol. No hay casas cercanas, ni señales de vida, solo la carretera estrecha que se extiende como una cicatriz en medio del bosque.Cuando las enormes puertas de acero aparecen frente a nosotros, con cámaras siguiéndonos cada segundo, siento un escalofrío recorrerme la espalda. Más allá de la entrada, el camino de piedra asciende en curvas cerradas hasta que, finalmente, la mansión se alza en lo alto de una colina. Es enorme, de líneas modernas y ventanales oscuros que
«—Hasta el fondo.» Esas habían sido las palabras mágicas de mi amiga, las que me habían llevado a beberme ocho rondas de tequila sin pensarlo dos veces. Ahora, el mundo daba vueltas, mis piernas tambaleaban y cualquier cosa me provocaba un ataque de risa incontrolable. Estaba eufórica, atrevida y con una absurda sensación de invencibilidad. —¿Y qué haremos ahora? —preguntó Tom mientras salíamos del bar. La madrugada estaba fría y desierta, perfecta para que hiciéramos alguna locura. —Tengo una idea —dijo Ray con una sonrisa traviesa—. Hay una empresa enorme a unas cuadras de aquí. ¿No les da curiosidad ver cómo es por dentro? —¿Estás sugiriendo que entremos sin permiso? —chillé con emoción más que con miedo—. Si nos atrapan, estamos acabados. —Eso lo hace aún más interesante —comentó Ween, encogiéndose de hombros. —¡Hagámoslo! El estacionamiento del edificio estaba envuelto en sombras, apenas iluminado por algunas luces tenues. Caminamos con sigilo, conteniendo la respiración,