2 ELIJAH

— Quiero nietos.

Es lo primero que me dice mi padre moribundo al momento de sentarme junto a él en su cama de hospital. Este tema italiano de la familia es un gran problema para mi, y siempre debo recordarle a mi padre que ya no nos encontramos en Sicilia y que de este lado del mundo, la familia es algo relativo. 

— Papá, ya hemos hablado acerca de cómo me siento con respecto a tener una familia. 

— Entonces no me dejas de otra Elijah. — Me miró con severidad. — Para ser mi sucesor deberás tener un hijo y si no lo haces, tu hermano tomará su lugar como el siguiente. 

— ¡No puedes hacerme esto! — Me levanto de golpe de mi asiento. — He estado trabajando para ese día durante 14 años, mientras que Michele va y se divierte con todas sus putas, no tiene ni idea de lo que sucede en nuestros negocios.

— Es tú desición. — Simplemente responde mi padre. — Hazlo lo antes posible para ver nacer a mi nieto. 

— Papá yo no quiero pasar por lo mismo que tuviste. — Me siento nuevamente en mi silla. — No quiero que mi esposa sufra las mismas consecuencias que mamá.

— Tu madre fue una mujer valiente, a pesar de la vida que llevaba me acepto tal cual como era, me hizo ser el hombre que soy ahora, y tú mi querido hijo te has convertido en una persona sin sentimientos, no quiero que seas una máquina de trabajo, lo que deseo para tu vida es que seas feliz con una familia a tu lado. 

— No lo necesito. 

— Créeme hijo. — Me toma la mano. — Lo necesitaras. Ahora piensalo, y déjame descansar un rato. 

Asiento con mi cabeza y salgo de su habitación, dejando entrar a su enfermera. 

Realmente no sé cómo sentirme al respecto, esto de tener familia no entra dentro de mi personalidad, soy calculador, frío, todo debe ser premeditado y no solamente eso, tengo tantos enemigos que quieren mi cabeza que no podría darle una estabilidad a una familia propia. 

Necesitaba quitarme todo este estrés que mi padre colocó sobre mis brazos, así que tomé mi teléfono y le informé a Walter que estaré en el club dentro de pocos minutos.

Tengo un negocio propio, fuera de la jurisdicción de mi padre, donde soy el único jefe capaz de manejarlo todo sin informar a nadie más, GOTIC, es un gran edificio el cual se divide por pisos, el primero es donde cualquier persona puede estar y disfrutar de una buena fiesta, en el segundo solo miembros que pagan una mensualidad mensual, en el tercero altos ejecutivos, políticos, deportistas, modelos, etc, y por último el cuarto, donde solo pueden entrar miembros que pagan anualmente 500 mil dólares, recibiendo unos buenos beneficios y sobre todo cumpliendo sus más sucios deseos.

El cuarto piso está compuesto por una serie de habitaciones, donde te estará esperando una mujer dispuesta a satisfacer tus necesidades sin queja alguna. 

Me detengo en frente de mi club, el valet parking me recibe y le doy las llaves de mi auto, las chicas al verme comienzan a suspirar por mi, no lo voy a negar, ser un hombre sumamente apuesto trae sus beneficios, pero en este momento, no quiero a más nadie. 

Me ubico en mi lugar habitual, viendo a todos disfrutar, hasta que ella llega. 

Sentí un riquísimo olor a flores…lavanda específicamente, y cuando me hablo, todo mi cuerpo se erizo y me polla dentro de los pantalones cobró vida, su mata de cabello rojiza llamó mi atención, y cuando la vi alejarse sus curvas me hipnotizaron.  

— Es una belleza. — Hablo Harold, mi guardaespalda.

— No me dijo su nombre. — murmuró. 

Me levanto de mi asiento y la veo escabullirme entre todas las personas del club, hasta llegar con Walter. 

Tomo mi teléfono y le escribo al hombre que venga y en pocos segundo está junto a mi. 

— ¿Cómo se llama la pelirroja? — Es lo primero que pregunto. 

— Alicia Star, señor. 

— ¿Y desde cuando trabaja para mí? 

— Desde hace dos semanas, de hecho es una de las favoritas de los clientes porque es agradable y le dan buenas propinas. 

Asiento con mi cabeza. 

— Señor, disculpa si estoy siendo entrometido pero… ¿Hizo algo mal? — preguntó Walter.

— No. — simplemente respondo. — Quiero que ella me siga atendiendo toda la noche, solo y únicamente para mi y en cada piso al que vaya. 

— Sí señor, le diré eso a Alicia. 

Walter estaba a punto de irse cuando volví a hablar.

— ¿Sabes algo de Michele? 

— No señor, no ha vuelto al club y esperamos que siga siendo así. 

— Gracias Walter, ya puedes retirarte. 

No despegué mi mirada de ella, su tez blanquecina me hace querer besar cada centímetro de su piel, pero a la vez me siento malditamente enojado, cada vez que un chico se le acerca para coquetear y ella le responde con una gran sonrisa en el rostro. 

Me remuevo inquieto al ver como un hombre bastante mayor por detrás de ella y posa su asquerosa mano en la parte baja de la espalda de la pelirroja. Vi como ella se alejó completamente incómoda, pero se notaba que el tipo seguía insistiendo, a lo que la vi negar con la cabeza y con el ceño fruncido. 

— Harold. — Mi guardaespaldas se acerca. — Traeme a la señorita Star por favor. 

— Como ordene señor. 

No pierdo de vista al tipo y a Alicia quien se notaba aún más incómoda. Harold, quien mide alrededor de dos metros apartó al hombre de un manotazo y habló con Alicia quien accedió a irse con él. 

Me remuevo ansioso al ver la melena roja acercarse a mi zona, en su cara se podía ver la ternura y la inocencia, sus mejillas se encontraban sonrojadas y sus ojitos reflejaban un poco de nerviosismo. 

— ¿Me llamaba señor Morgan?

— Por favor llámame Elijah. — Hablo. 

—- Lo siento señor, pero no podría hacerlo, porque estaría infringiendo las normas de empleado y empleador. 

Una sonrisa surca mis labios ante la chica inteligente. 

— ¿Qué le dijo ese tipo? — Señalo con mi dedo al viejo que aún seguía en la barra. 

— Eh… Me dijo algo con respecto al cuarto piso. — Se removió incómoda. — No sé qué hay arriba, pero supongo que no es bueno. 

Una pesada furia se instaló dentro de mi, para los miembros anuales, esta terminantemente prohibido coaccionar a trabajadoras de mi establecimiento, porque ya hay otras mujeres o hombres que se encargan de dar esos espectáculos dentro de las habitaciones, y ese rompe culos no se va a llevar a Alicia a ningún lado. 

— Cada quien ve el cuarto piso como quiere, pero ese no es el lugar donde deberías estar. — Respondo. — Harold, saca a ese tipo de aquí y suspende su membresía. 

— Como ordene señor. 

— ¿Quieres ver el show? 

Sonrió con frialdad cuando Harold se acerca al viejo y lo toma de la camisa para enfrentarlo. Escuchó como Alicia jadeo y llevó las manos a su rostro completamente sorprendida. 

— ¿Le va a hacer daño? — pregunta ella. 

— ¿Te importa? 

— Señor… no quiero que alguien sufra por mi culpa. 

— No es tu culpa Alicia, es culpa de él por desobedecer mis reglas. 

Ella me miró directamente a los ojos y mi verga se removió dentro mis pantalones, su mirada inocente, sus labios rojos entreabiertos, y sus mejillas sonrojadas son lo que me está volviendo loco, es como si cupido de un flechazo me hubiera enamorado de esta mujer, es un sentimiento que simplemente es inexplicable y quizas, solo quizas, deba aceptar la propuesta de mi padre gracias a la belleza pelirroja frente de mi. 

Trato de controlar todas las hormonas que recorren mi cuerpo y le sonrió a Alicia. 

— ¿Walter te menciono que estarás conmigo durante toda la noche?

— Si. — Ella asintió tímida con la cabeza. — ¿Le puedo preguntar la razón? 

— ¿Acaso mis empleados no pueden atenderme? — Enarco una ceja con incredulidad. 

— No, no, no lo tome como una ofensa señor, es solo que… — Rasca su nuca. — Soy nueva, no conozco más allá del primer piso. 

— No pienses en eso, yo me encargare de todo. — Le guiño un ojo y sus mejillas proceden a volverse aún más rojas.  — Eres muy linda Alicia ¿Te lo han dicho? 

— Eh… no creo que esas sean palabras propias de un jefe a su empleada. 

— Lo siento, pero desde el momento en que te vi, quería expresarte lo linda que eres, por eso el hijo de puta que te acosaba no se quería quitar de encima de ti. — Las últimas palabras las solté con rabia. — Nunca dejes que otro cliente se vuelva a acercar así a ti Alicia. 

La veo removerse incómoda sobre el sofá del VIP. 

— ¿Vuelvo a mi trabajo? — Cambia por completo la conversación. 

— Si, pero no dejes que nadie se vuelva a acercar a ti, esta noche eres sólo para mi Alicia. — Respondo mientras tomo mi tequila.

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