***Estaba de pie, contemplando el crepitar del fuego de la chimenea alimentado por la recién añadida leña. Mi padre había salido en busca de más mientras mi madre preparaba su caldo favorito en la cocina.La lluvia comenzaba a caer de nuevo, y mis pequeños pies me llevaron hacia la ventana para observar la llovizna. Mi padre debería regresar pronto, o la leña se mojaría.Sentía el deseo de explorar la ciudad, aún desconocida para mí. Nunca había salido de aquí. Mi padre era el único que se aventuraba al trabajo o a hacer las compras. Mi madre y yo nunca abandonábamos este lugar, este bosque apartado de la ciudad, a unas dos horas de distancia, y no entendía por qué. Era demasiado joven para comprenderlo.—Mami, ¿por qué no podemos salir? —pregunté mientras ella seguía ocupada en la cocina, yo miraba por la ventana.—Por seguridad.—¿Seguridad? ¿Qué hay ahí fuera? —me giré hacia ella con inocencia. Ella me miró, me ofreció una mirada comprensiva y se quitó el delantal para acercarse a
***—Oracelia—murmuro suavemente mientras observo mi espalda en el espejo, o más precisamente, mi hombro derecho.Allí está ese lunar del que mi madre me habló, aquel que he llevado desde mi nacimiento. Las experiencias de estas noches no son simples sueños; son recuerdos vividos junto a mi madre desde que tenía seis años. ¿Qué intenta decirme ella? Lo único que sé es que este lunar es "especial", según sus palabras, y que no debería exhibirlo a nadie. Sin embargo, eso es imposible ahora que Benjamin conoce mi cuerpo e incluso las sirvientas que me ayudan en el baño.Su significado se relaciona con profecías, sabiduría y destino. ¿Qué papel juega en mi vida? No logro comprender del todo con los vagos recuerdos que poseo; no puedo armar el rompecabezas completo.Acomodo mi vestido para cubrir mi hombro desnudo y vuelvo a observar la cama, especialmente el lado en el que Benjamin durmió conmigo anoche. Como siempre, él ya se había ido cuando desperté. No tocaré el tema; carece de sentid
A pesar de las advertencias de Benjamin y Richard de no volver a entrar en esa habitación, lo hice, lo hice de nuevo, sin preocuparme por nada más. Maldición, mi corazón late tan fuerte en ese momento que siento que va a salir disparado de mi boca.Sigo apoyada contra la puerta de la habitación, esperando a que se me pase el susto, con el papel apretado en mi mano. ¿Y si es un documento importante de los Worsley? Estaré en graves problemas. Además, si es tan relevante, ¿por qué se ve tan viejo? Parece antiguo, para ser honesta. Sea lo que sea, ya lo tengo conmigo y no hay vuelta atrás. Lo devolveré después de leerlo.Maldición, ¿por qué tengo que ser tan curiosa? Si tan solo pudiera quedarme quieta...Al diablo, voy a leerlo. Pero no lo haré aquí. Justo ahora me dirijo al baño y me encierro, así evito que cuando alguien entre me descubra con el papel en la mano.Tomo un respiro frente al espejo después de asegurar la puerta, y luego abro el viejo papel con mis dedos temblorosos. Me do
Benjamin sale del castillo luego de hablar conmigo. Puedo verlo irse desde la ventana de su habitación. Y es lo que esperaba para poder salir, justo para hablar con el señor James. Tengo la sensación de que él me puede ayudar con algo.Sin embargo, justo cuando me dirijo a su habitación por el corredor, me encuentro de nuevo a esa mujer. Odio encontrarla en todas partes a donde voy, y no estoy de humor para soportar alguna disputa con ella. Pero al verla de la mano con el pequeño Joel, hace que mi sangre hierva como lava de un volcán. ¿Por qué se empeña en quitarme todo lo que tengo? Primero Benjamin, ahora Joel.—Nos encontramos otra vez, Nevaeh —me detiene a mitad de camino, y hago un esfuerzo para no poner los ojos en blanco por el fastidio que me da de solo escuchar su voz hablándome —. Joel y yo vamos de salida, es una lástima que no puedas salir también.Mis ojos pasan de ella a Joel, quien tiene un puchero en los labios. Es obvio por su expresión irritada que no desea la compañ
Los ojos del anciano me escrutan de arriba abajo mientras me acerco. Aseguro la puerta, deseando que esta vez pueda ayudarme. Cada conversación con él me deja con una nueva incógnita.—Nevaeh —pronuncia, rodando hacia mí en su silla, con una sonrisa—. ¿Cómo estás?.—Creo que escuchó el alboroto de antes —digo, apenada, tomando asiento frente a él—. Sabía que iría a verle, ¿verdad? Por eso está aquí.Asiente convencido. En público, apenas habla, e incluso cuando hago un escándalo, él guarda silencio, pero a solas, es todo lo contrario.—Tienes el papel, ¿verdad? —me quedo estoica ante su suposición—. Entraste de nuevo.—¿C-cómo es que...?.—Lo sabía —me sonríe—. Quieres respuestas, al igual que anhelas salir de aquí.—¿Usted fue...? —pregunto atónita—. ¿Fue usted quien dejó ese papel allí? ¿Sabía también que volvería a entrar?.—Por supuesto —responde neutral, sin rodeos—. Sabía que lo harías una segunda vez, solo ayudé un poco.—Entonces... ¿Sabe dónde está la otra parte del papel? —m
Antes y después de casarme con Benjamin, mi sueño y anhelo siempre fueron los mismos: tener hijos, un esposo que me amara sobre todas las cosas, mi propio hogar y vivir feliz hasta el último de mis días. Pero ahora veo que todo eso era una estrella en el cielo, fácil de ver pero imposible de alcanzar.Me pregunto cómo se sentirá Benjamin al destruir cada pedazo de mi vida de esta manera. ¿Tendrá espacio su frío y duro corazón para el remordimiento, o siquiera para la lástima? Si lo tuviera, debería dejarme libre en lugar de hacerme sufrir de esta manera tan cruel.Calista había llegado antes para limpiar, pero ni siquiera fui capaz de preguntarle si sabía sobre lo que Benjamin le echaba a mi comida. Era una tontería hacerlo, ella es otro de sus perros fieles en este lugar, la que me vigila y monitorea todo de mí. Me siento sola, tan dolorosamente sola que desearía morir o que terminaran matándome.Él me ha arrebatado la felicidad, y ahora planea quitarme una parte de mis sueños, el de
Estaba de vuelta a la vieja cabaña donde solía vivir con mis padres. Mamá estaba en la cocina picando verduras mientras yo contemplaba el fuego arder en la chimenea. Mi padre se encontraba afuera, cortaba leña; podía escuchar el estruendo del hacha golpeando contra la madera y el gruñido de esfuerzo que hacía. Mi pequeño cuerpo de seis años caminó hacia mi madre y levanté la cabeza para mirarla. Su rostro se veía borroso de nuevo, pero podía escucharla tararear una canción mientras picaba zanahorias.—Mamá —jalé el borde de su vestido y ella dejó de cortar.—¿Qué pasa, cariño? —bajó la mirada y ahí estaba, esa hermosa sonrisa afectuosa.—¿Estos son recuerdos? —pregunté.—Así es, pequeña —respondió, acariciando mi cabeza.—¿Y tú ya no estás?.—No, mamá y papá ya no están —tomó mi mano y me dirigió al sofá—. Estoy en tus recuerdos, en esos que has olvidado.—¿Que he olvidado? ¿Por qué?.—Tus traumas te han hecho olvidar lo más fundamental en tu vida, lo que mamá te ha enseñado —se sent
El sudor resbala por mi frente y mis sienes palpitan al abrir los ojos. Mis iris conectan con el techo y me incorporo instintivamente, como si la sábana bajo mi espalda quemara. Recorro el lugar con mis orbes temblorosos y me percato de que estoy en la cama de Benjamin. Recuerdo haberme quedado dormida mientras hablaba con Joel en el suelo. Él se había rendido en mi regazo.Nunca antes había dudado de mi propia existencia hasta ahora. No cabe duda de lo que me está sucediendo, de lo que he estado evitando todo este tiempo, de lo que me rodea. Pero ya no puedo seguir colocando frente a mis ojos esa misma tela oscura que me impide ver la realidad.Al intentar levantarme de la cama apresurada, algo ligero a mi lado me detiene. Me volteo y me doy cuenta de que no he estado durmiendo sola; Joel ha estado conmigo. Está aferrado a mí como un koala bebé que no quiere desprenderse de su madre.A pesar de verlo a mi lado como un pequeño ángel inocente, no me detengo en deslizarme fuera de la ca