CAPÍTULO 2

Necesito un analgésico y una varita mágica para deshacer todo este embrollo en el que yo misma me metí de cabeza.

Estoy sentada en la cama y siento la mirada de Damián que me taladra.

—¿Qué quieres que te diga? —gruño— tú viniste a mí.

—¿Cómo te casaste conmigo si estabas por casarte con otro? —dice, en cambio.

—Lucas y yo no estamos juntos—respondo—Obviamente, los medios no lo saben.

—¿Cuándo rompieron?

Resoplo.

—Anoche—gimo antes de poner mis manos en el rostro— Es un puto desastre. Mi vida planificada se ha ido al carajo.

—Sabes que en este momento tu imagen y la mía está por los suelos —habla —tú eres la mujer que acaba de plantar a su perfecto novio y yo el malvado que se metió en medio de la pareja del momento.

—Lucas me puso el cuerno con su asistente. Así que, está muy lejos de ser perfecto.

Sus ojos se abren como platos al escuchar mi confesión.

—¿Qué clase de idiota engaña a su prometida?

—Al parecer, Lucas Jones—murmuro—Necesito ir por mis cosas al hotel y pedir una anulación.

Se endereza y me mira seriamente.

—Uno. No vas a poder salir sin mi ayuda. Afuera está atestado de personas y segundo. Si nos divorciamos, sería un escándalo mucho más grande para mí.

—¿Y qué coño me importas tú? —gruño.

—Oye—se acerca—Ambos estamos en esto y lo vamos a resolver de la mejor manera, pero no me pongas a prueba, porque no soy alguien fácil y te haré el camino espinoso.

Resoplo molesto conmigo misma por exponerme a este idiota.

¿En qué estaba pensando?

—¿Qué sugieres entonces? —cuestiono.

—Primero. Enviaré a alguien por tus cosas y volaremos a Los Ángeles—continúa—Tengo una reunión con mi manager y partiremos de allí.

—Es decir, aquí solo importas tú.

—Aquí el famoso soy yo, ¿No?

—Vete a la mierda—siseo—No haré esto de nuevo.

—¿Qué no harás? —me mira con interés, de pie, con los brazos cruzados sobre su pecho.

—Hipotecar mi vida por un hombre.

Este bufa.

¿Por qué son tan básicos?

—Cara, ¿Cierto? —asiento—No seas dramática, solamente necesitamos encontrar la manera de salir de esto sin que nuestras imágenes queden más dañadas de lo que ya están.

Lo observo atentamente y pienso en sus palabras. La verdad es que no encuentro fallo en su lógica y es malditamente frustrantes que sea de esta manera.

Mi imagen está por los suelos en este momento.

Contengo la respiración al imaginarme a mi madre.

Lo más probable es que el pueblo ya sabe lo sucedido. Ella debe estar muy enojada, nuestros vecinos deben estar haciendo de ella, la comidilla. Algo que Linda Miller no puede soportar.

Mamá es una mujer tradicionalista e inflexible. De por sí, no me perdona que dejara el pueblo con Lucas siendo tan joven, ella me dijo que él no me amaba lo suficiente para apostar mi futuro.

—¿Qué me dices Cara? —la voz de Damián me saca de mi letargo y lamentaciones.

Observo sus ojos azules que me miran con intensidad.

—Creo que tienes un punto— murmuro de mala gana —Podrías enviar ahora a alguien por mis cosas—me pongo de pie sintiéndome un trapo por la resaca que tengo y mi vestido está arruinado—Necesito un baño.

Asiente visiblemente aliviado.

—Si quieres, dúchate. Ya te doy algo para que te pongas mientras traen tus cosas.

—Gracias—digo sin mirarle antes de pasar por su lado con destino al baño.

Cierro la puerta y me miro detenidamente al espejo.

—¿De verdad te has casado con Damián Anderson? —susurro con incredulidad.

Como Damián lo prometió, mi maleta junto a mi bolso y demás cosas llegaron una hora después. El hombre que dejo mi maleta no dijo nada. Sin embargo, en sus ojos noto la sorpresa cuando me vio llevando solo la camiseta que Damián me había prestado mientras mi maleta llegaba.

Revise mis pertenencias y respire aliviada cuando verifique que todo estaba en su lugar. En mi bolso encontré mi cargador del móvil, que de inmediato pongo a cargar.

Cuando lo enciendo de manera rápida llegan las notificaciones, llamadas y mensaje. Ignoro I*******m y Twitter de forma consciente.

Hago una mueca cuando un mensaje de mi madre se desplaza en la pantalla. De inmediato, lo quito y dejo el móvil en su sitio. Tomo un cambio de ropa y me voy al baño a cambiarme mientras Damián se queda hablando en voz baja con el hombre que, al parecer, trabaja para él.

—Salimos en una hora—anuncia Damián cuando salgo de nuevo del baño, esta vez vistiendo unos vaqueros desgastados ajustados y una camiseta básica blanca.

Me calzo mis zapatillas de deporte blancas y mi cabello lo ato en una desordenada coleta.

—Bien. ¿No crees que los paparazzi nos abordaran allí? —comento.

—Iremos directamente al hangar donde nos espera mi piloto.

¿Por qué no me sorprende que Damián Anderson tenga un avión privado?

Lucas posee uno que acaba de comprar hace unos meses. Es pequeño, pero muy cómodo para los constantes viajes. De repente, recuerdo algo en lo que no había reparado antes.

Brenda y Martín me ayudaron a escogerlo.

—¿No te parece que debería haber sido yo la que te acompañara? No tu asistente y manager.

Vamos Cara, era una sorpresa para ti.

Niego.

—Mentiroso de m****a —susurro.

—Perdón, ¿Dijiste algo? —levanto la vista y me encuentro con Damián.

—No importa—niego poniéndome de pie.

Tomo las gafas de sol junto a mi bolso. Sé cómo funciona esto, así que no me preocupo por las maletas que ahora descansan con otra mediana que obviamente pertenece a Damián.

—¿No vamos? —Cuestiono algo cansada de alargar tanto el momento en que la prensa obtenga un pedazo de nosotros como la nueva pareja escándalo.

Dejamos la habitación, entramos en silencio a un elevador privado que nos lleva a una salida trasera. Estamos flanqueados por dos hombres. Entre ellos, el que llevo mi maleta.

Cuando la puerta se abre los reflectores y la cantidad de paparazzi exasperante.

¿Desde cuándo se conocen?

Cara, ¿Es cierto que estás embarazada?

Damián. ¿Has dejado tu relación con Bella?

¡Somos team Lucas!

¿Hace cuánto engañas a Lucas?

Esto es un puto desastre.

Quiero gritarles a todos, pero sé que me vería como una loca y mentirosa. Además de avivar más el escándalo en el que ya nos encontramos metido. Damián me toma de la mano y prácticamente me arrastra hasta una camioneta que nos espera al final de la acera.

Subo de manera rápida y él se detiene en la puerta de la camioneta enfrentando a la prensa.

—Sin comentarios señores—dice este—Esperen nuestro comunicado oficial si quieren tener respuestas a sus preguntas—concluye antes de subir a la camioneta en medio del alboroto—Vamos—Ordena al conductor que se incorpora al tráfico.  

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