Stella se acerca a él y se acurruca a su lado mientras piensa que está más feliz de lo que jamás lo ha estado, ese el efecto que tiene James en ella.—Creo que estábamos destinados a encontrarnos —le dice ella en un susurro mientras él la estrecha aún más con su cuerpo.—¿Te parece? Quiero decir, fue una forma rara de que ocurriera, mi madre pagándote para que te casaras conmigo y todo eso. Me habría gustado conquistarte por mis propios esfuerzos —se ríe— Aunque, pensándolo bien, creo que si no hubiera sido de esa manera, nunca habríamos coincidido, así que estoy de acuerdo contigo, estábamos destinados a estar juntos.Ella inclina su rostro hacia arriba, buscando el de él y lo besa dulcemente.—Buenas noches, esposo.—Buenas noches, esposa.Stella duerme como una bebé, y, cuando se despierta a la mañana siguiente, se sorprende al notar que James no está allí a su lado.Su ceño se frunce al darse cuenta que se ha ido sin despedirse, está a punto de salir de la cama cuando la puerta se
Los ánimos de Stella caen al suelo rápidamente. No comprendía cómo podían estar diciendo eso después de todo el trabajo que ella había puesto detrás de esa entrevista.Llevaba varios días preparándose, había sido increíblemente meticulosa con las preguntas que había escogido, le había dado la oportunidad a James para explicar sus objetivos y su visión de la empresa.Por más vueltas que le daba al asunto, no lograba comprender qué había sucedido.Un poco más tarde, James le envía un mensaje.*—Al parecer, esa entrevista funcionó, muy pronto voy a recuperar mi puesto. Richard se retirará.—¡¿Cómo?! ¿Estás seguro de eso?—Muy seguro.—James ¡eso es fantástico! Pero dudo que haya sido la entrevista, el mérito es todo tuyo.*Después de todo, al menos había sacado algo bueno y James estaba a punto de recuperar su puesto en la empresa.Stella sonríe y baja su celular, luego abre la computadora portátil para leer los comentarios. Mientras lo hace, le llega una nota de voz, pero lo ignora cuan
Para cuando Stella sale del restaurante, ha comenzado a llover a cántaros, justo como el día del funeral de su padre. Llama a un taxi, pero su mente está en otro lado.Se sienta en la parte trasera del coche aturdida. Por más que lo intenta, no pude dejar de pensar en la conversación que tuvo con Thomas y en lo que este le dijo.“—Sí, Stella, lamentablemente, es eso lo que estoy intentando decirte. En verdad no creo que se haya puesto tan mal de un día para el otro y mucho menos cuando sus doctores ya estaban hablando de darle el alta.”Eso era lo que Thomas le había dicho. La idea de que alguien pudo haber asesinado a su padre le da vueltas, rondando en su mente una y otra vez.“¿En verdad es posible? ¿Alguien asesinó a mi padre? —piensa ella— ¿Pero quién pudo haber sido? ¿Quién lo odiaba tanto como para haber hecho algo así? mi padre era un amor, era el hombre más amable que conozco ¿Qué habrá sucedido?Pero Thomas tiene razón, mi padre estaba mejorando, no tie
Cuando el video termina, las lágrimas ya corren libres y a caudales por el rostro de Stella mientras se pregunta cómo puede hacer lo que su padre le pide sin él.De repente, otro video se reproduce automáticamente tomándola por sorpresa, ni siquiera tuvo que presionar nada. También es de su padre.“Mi dulce niña, no confíes en nadie, ni siquiera en la familia. Esto es lo más importante, de lo contrario, todo saldrá mal.”Eso era todo lo que su padre decía y, luego, como si nada, el archivo desaparece sin dejar rastro dejando a Stella preguntándose qué habrá querido decir su padre.Sin demoras, ella esconde la memoria USB de nuevo. Regresa al baño y cierra el grifo. La bañera está llena y, ahora más que nunca, necesita ese baño.Se despoja de toda su ropa y se mete en el agua sintiendo lo bien que se siente contra su cuerpo. Se acomoda y se recuesta hacia atrás justo cuando suena un golpe en la puerta.—¿Stella? —James la llama.—Pasa, está abierto.La
Sin demoras, Stella sale de la bañera, se prepara y, envuelta en una bata dale directo hacia la habitación de James. No se toma la molestia de tocar, no cuando está a punto de reclamar lo que es de ella, lo que le pertenece, gira el pomo y la abre. James no se extraña cuando la puerta hace un crujido anunciándole que la han abierto, simplemente, se gira hacia ella y la ve ahí, a su chica, parada a la espera. —Has venido —ella siente con un movimiento de su cabeza— Dime, cariño ¿qué quieres? Stella no vacila, no duda no un solo segundo, la respuesta se le escapa de la boca como si hubiese estado ahí todo el tiempo. —A ti, te quiero a ti. James camina, se acerca hacia ella con paso lento, pero decidido y, cuando finalmente llega apoya la frente contra la de ella. Sus narices se rozan con gesto afectuoso.—Pues ya me tienes.(Narra Stella) Me agarra de la cintura y me atrae hacia sí. Qué alivio me supone pasarle las manos por los hombros, curvarlas alrededor de su nuca, pasar los
Sus labios sobre los míos, su lengua en mi boca… y en otras partes.Una respiración entrecortada y áspera le llena el pecho, el sonido de un deseo puro, de angustia, necesidad y hambre. Coloca las manos sobre las mías y empieza a guiar mis movimientos, mostrándome el ritmo y la presión que prefiere. Yo jugueteo con la punta, trazando círculos con la palma de la mano contra su carne hasta que, con un gruñido feroz, James aparta la mano y aplasta sus labios contra los míos.Su boca, que es presión caliente y lengua rápida, me arranca un gemido de la garganta. Me pego a él. Cada borde de nuestros cuerpos se adapta a las suaves curvas del otro. Alargo la mano para aferrarle el pelo, el cuello, todo lo que esté a mi alcance. Busco su lengua con la mía, y cuando ambas chocan salvajemente, me besa con más intensidad, hasta que nuestras bocas están tan fusionadas que me empiezo a marear por la falta de aire.James se aparta y me concede un leve respiro.—¿Cómo se desata esta cosa? —g
Se envara y suelta un gemido quebrado. Empieza a soltar groserías, a cuál más vulgar.Todo mi cuerpo se ilumina de placer. Quiere moverse, lo ansía con todo su cuerpo, pero no debería haberme permitido tocarlo, porque ahora lo voy a hacer pedazos poco a poco, con una lentitud agonizante.Le empiezan a temblar las piernas. Le recubro la cabeza y la rodeo con la lengua, lánguidamente, hasta sacar otro gemido dolorido de las profundidades de su pecho.—Basta —gruñe, e intenta apartarme de un tirón, pero me agarro a sus muslos y lo lamo con más lentitud aún. Las primeras gotas fluyen por mi lengua como el más dulce de los vinos.—Stell —ruge James. Me enreda las manos en los cabellos y da un tirón. Lo ignoro—. Stella.Me aparto sin dejar de succionar y suena un pequeño plop. —Paciencia —canturreo, enseñando los dientes con un atisbo de sonrisa.Lo acaricio despacio con la lengua y empiezo a usar también la mano, para que no quede libre parte alguna de su erección. Al ascender por
Después de todo lo que hemos pasado. Como si hubiésemos atravesado el infierno para llegar hasta aquí. No creo que se equivoque.—Sí —susurro. Echo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos.Vuelve a ocupar la boca con sus crueles menesteres. Sella los labios, calientes, sobre el pequeño y tierno botón sobre mi sexo y me introduce dos dedos, con los que presiona mi pared frontal. Me aprieto contra su boca con una súplica incomprensible, delirante de un placer que me abrasa las venas. James emite un sonido complaciente y me lame la piel. Me tenso alrededor de sus dedos por puro reflejo e intento que me los introduzca aún más hondo. Apenas soy consciente de las palabras que se me escapan por la boca: «Más. Por favor. Más rápido. Sí, ahí». Me cosquillea la piel mientras la tensión no deja de subir y, con una última chupada, me deshago.Un grito salvaje me atraviesa. Arqueo la espalda y echo las caderas hacia delante. Caigo en espiral y me aprieto contra su boca mientras él prosig