Tiemblo. No de miedo.—Bébete todo eso —me ordena, y después de vaciar el vaso, me levanta y me sienta en el borde de la cama.Aprieta los labios, disgustado, pero asiente y recoge mi blusa del suelo. —Brazos arriba —me ordena. Obedezco, tratando de recordar la última vez que alguien me vistió. Se siente bien.—¿James?Él me mira.—¿Lo estoy haciendo bien? Todo este asunto…Él sabe exactamente lo que le estoy preguntando, pero sigue sacudiendo mi falda. Su respuesta no es apresurada. —No sé si es lo correcto, pero esto es... —Su boca se aplana— Eres exactamente lo que quería. La falda cae, olvidada. —Creo...— Es tan raro que dude o se quede sin palabras, que casi no reconozco su confusión por lo que es. —Lo había imaginado mucho. Desde que tomé conciencia del sexo, antes de tener un nombre para ello. Y esperaba que se sintiera bien, pero esto ... simplemente no sabía que podía ser así— Su mandíbula se mueve, como si hubiera palabras que quisiera decir y no le salieran.Te
James y Stella se quedan acostados uno al lado del otro mientras no se pueden quitar los ojos de encima.Él le acaricia la espalda gentilmente, permitiendo que sus dedos tracen un camino a lo largo de su columna. Ella le entrelaza los dedos en el cabello de la nuca y juguetea con ellos, acariciándolo al mismo ritmo de la mano de él en su espalda.—Creo que se me acaba de ocurrir la idea perfecta para acabar con Beth y Richard a la misma vez —declara James incorporándose de repente en la cama.—¿Dos pájaros de un solo tiro? —le pregunta ella— Pensaba que no te iba mucho lo de vengarte ¿quieres darle su merecido a tu tío tanto como yo a esa mujerzuela?—Pues no soy amante de la venganza, pero digamos que estoy bastante motivado. No puedo soportar ver cómo te lastiman, Stella, simplemente no puedo, he intentado mantenerme en calma porque eso es lo que tú necesitas en estos momentos, pero verte tan destruida, me destruye a mí —los ojos de ella comienzan a brillar al escuchar esa confesió
Después de lo que parece toda una eternidad, llega la noche del sábado y, finalmente, es hora de la gran fiesta de James y Stella está más nerviosa que nunca en toda su vida.Ella encuentra a James en su oficina quien se encuentra haciendo unos preparativos de última hora.—Cariño ¿qué haces aquí? Ya casi es hora de que comience la fiesta —le dice mientras la observa y se percata de que no se ha arreglado aún.—Lo sé, pero es que estoy muy nerviosa —le confiesa ella.—Pues no lo estés, yo estaré a tu lado en todo momento, no pienso dejarte sola con esos buitres ahí afuera.—Pero ¿y si hago algo mal? ¿qué pasa si no puedo soportarlo, si no puedo enfrentarlo?—NO hay nada en este mundo que no podamos hacer juntos, Stel —le asegura mientras se levanta del asiento y camina hacia ella para acariciarle el pelo.—¿Eso crees? Lo dices porque nunca me has visto intentar cocinar.—Bueno, afortunadamente, tenemos chef muy entrenados y capaces, así que nunca tendré que probar, a menos que quieras
STELLAEl choque de nuestras bocas se convierte en un beso ardiente, salvaje y completamente fuera de nuestro control. La urgencia me corre por la espalda cuando él me agarra por las nalgas y me apoya en sus caderas. Siento la textura del escritorio a mi espalda mientras me empujo para estar más cerca de él.Le envuelvo la cintura con las piernas y cruzo los tobillos. Mi camisón se levanta con el movimiento, pero no me importa, no cuando me está besando así, consumiéndome por completo. La caricia de su boca y los latigazos de su lengua perversa me arrancan toda lógica y mi mundo se reduce a este beso, a este instante, a este hombre que es mío. En este momento, James Allen es mío, lo ha sido por un buen tiempo.Lo que sí puedo afirmar es que yo soy suya, pero ¿A quién mira le importa mientras me siga besando?El calor me llena el cuerpo en oleadas salvajes y adictivas, encendiendo cada centímetro de mi piel mientras su boca baja por mi cuello en un ataque sensorial que me obliga
Stella Sus ojos se encienden y luego me besa como si yo fuera el aire que le hacía falta, como si su vida dependiera de ello, y creo que la mía sí. Sus dedos se deslizan bajo mi ropa interior y acarician salvajemente mi sexo húmedo, provocando que un gemido se me escape de los labios. Es como si tuviera electricidad en las manos.—Estás muy suave. —Me besa más y sus dedos tocan y juegan con mi sexo, intensificando el dulce ataque del placer. Entierro las uñas en su hombro y mi espalda se arquea mientras él va trazando círculos cada vez más pequeños sobre mi clítoris hinchado—. Apuesto a que sabes tan bien como te sientes.El placer me recorre como un fuego vivo bajo mi piel.—Más —es lo único que puedo decir, pero lo digo como una exigencia mientras mi piel arde y mi pulso se sale de control. Me voy a incendiar, voy a estallar en llamas, y lo único que puedo hacer es gemir contra su boca mientras hunde un dedo dentro de mí. Mis músculos se tensan y lo atrapan, y él mete otro.—
STELLAJames gruñe debido a los tensión que siente entre nosotros y jala mis caderas hasta la orilla de la mesa, luego me quita la ropa interior y me deja completamente desnuda.Mi pulso se acelera sin control.Me toma por las caderas, me levanta para ponerme en un mejor ángulo y la cabeza de su miembro erecto me frota el clítoris. Gimo y sus ojos se clavan en los míos. El hambre que veo dibujada en la tensión de cada parte de su cuerpo es mi ruina. No me importa si esto será nuestra condena. Lo necesito. Lo necesito a él y más en un momento como este. Que Richard y Beth obtengan su merecido depende de lo que James y yo seamos capaces de hacer hoy. Rosa la responsabilidad recaer en nosotros y eso me pone los nervios de puntas, así que... necesito esto, necesito liberar esos nervios de la mejor manera y es lo que estoy a punto de hacer.Basta de contenerme. Ya no.Meto la mano entre nuestros cuerpos y guío la cabeza de su pene hacia mi entrada, pero esta posición es horrible.
James se le queda mirando dulcemente. Cuando despertó y se enteró que su madre lo había desposado con una completa desconocida, no tenía ni idea de lo mucho que sus sentimientos hacia ella avanzarían.Le resultaba de locos lo mucho que las cosas habían cambiado pero, en esta ocasión, era para bien. Estaba enamorado de Stella y ella de él. Ambos estaban caminando en la misma dirección y eso lo hacía feliz.—Deberías ir a arreglarte, se nos va a hacer tarde y los anfitriones tienen que llegar a tiempo —le dijo colocando un mechón rebelde de cabello detrás de su oreja.—¡Mierda! Es verdad, me olvidé por completo de buscar un vestido.Stella había estado tan concentrada en lo que sucedería esa noche y en el papel que tenía que desempeñar que se le había pasado por completo buscar su vestido.—Menos mal que te compré algunos para que pudieras elegir, están en tu clóset —anuncia James sonriendo, sintiéndose orgulloso de su decisión— Si puedo opinar, me gusta mucho cómo el color rojo resalta
La barbilla de Beth cae directamente hacia el suelo. Nunca antes había visto a su hijastra hablarle de esa manera, estaba acostumbrad a ser ella quien llevaba la voz cantante, a ser quien daba las órdenes.Durante toda su vida, Stella fue una chica tranquila y, como veía a su padre feliz con Beth, se mantuvo callada siempre que veía algo que no le gustaba, o cada vez que su madrastra no la trataba de la manera correcta, pero esos tiempos se habían acabado.Stella ya no era esa chica ingenua que se quedaba callada para satisfacer a los demás y mucho menos después de saber que su propia madrastra era la culpable detrás de la muerte de su padre.—Como dije, no tenemos nada de qué hablar. No eres nada para mí, solo un recuerdo molesto que estoy deseando olvidar —Beth hace un esfuerzo por retomar la compostura y no permitir que la nueva versión de su hijastra la amilane.—Oh, créeme, Beth, cuando termine contigo, nunca podrás olvidarme —Stella estaba más firme que nunca.<