Los días pasaron, y Selene solo podía sentir el calor del sol a través de las ventanas de su hogar. No se atrevió a pisar ni el jardín de su casa luego de la amenaza de Dionisio. Tenía miedo de perder a sus hijos por un error. Leónidas había preguntado más de una vez porque su madre ya no lo llevaba al colegio o no iba a ver sus entrenamientos de Fútbol como las demás madres. Su padre lo había convencido de que el doctor le había prohibido salir porque peligraba su embarazo. Luego de eso, el niño no volvió a preguntar. Amaba mucho a su hermanito y tenía miedo de que algo le pasara. ¿Qué otra excusa iba a inventar cuando naciera su segundo hijo? Se preguntó la azabache. No lo sabía, pero fuera lo que fuera, él siempre iba a ganar. Leo siempre le iba a creer a él. Nunca había extrañado tanto ir al gimnasio, hacerse las uñas o ir a la peluquería ahora que ya no tenía esas libertades. Se odio tanto por no haber disfrutado de su vida y vivir de forma miserable por diez años. Si, se hab
Dionisio llegó a la clínica privada de la mano de su hijo. -Papi yo no quiero ver al abuelo. -Hijo- dijo tratando de no perder la paciencia- No empieces ahora por favor. Debes ver a tu abuelo. Que él sepa que lo viniste a visitar. Eres el nieto mayor, es tu responsabilidad. -¡Pero papi él me da miedo!- sollozó plantándose en medio del pasillo- Él no me quiere, yo lo sé. Ni siquiera se acuerda de mi nombre, ¡Siempre me dice Lautaro!Dionisio no pudo discutir contra eso. Le había dado todo a su padre. Aumento en las acciones de la compañía, una buena imagen a la familia limpiando el nombre de sus hermanos, una esposa y un hijo varón, y aún así ese viejo decrépito jamás pareció satisfecho de sus logros. Aunque pasaran los años, lo único que salía de su boca era el nombre de su maldito hermano de en medio. -No presiones al niño, Dionisio. Déjalo con nosotros mientras entras a ver a padre- exclamó Midas apareciendo junto a su mejor amigo. -¡Si papi quiero quedarme con el tío Midas!
El hermano del en medio corrió lo más rápido que pudo por los pasillos del hospital. Su vuelo había demorado más de la cuenta por culpa de los transbordos. Ya estaba llegando a su destino, pero cuando Hermes vio salir a su hermano del cuarto de su padre con los ojos rojos y el rostro húmedo por las lágrimas, supo que había llegado demasiado tarde. -Dionisio… ¿Él está…?- No tuvo que seguir preguntando.- Su hermano mayor asintió con su rostro y dejó caer más lágrimas amargas por la muerte de su padre. Hermes lo abrazó con fuerza como nunca antes había hecho. Sabía cuán apegado era Dionisio con su padre, siempre habían estado juntos, cosa que Hermes había dejado de hacer hace años. Aun así, la muerte de su padre le dolió en el alma, especialmente por la culpa de haberlo decepcionado. -Lo siento mucho Dionisio, sé lo cercanos que eran- lo consoló golpeando su espalda.- Lamento que haya pasado esto. Ese maldito asesino debe pagar por esto… -Lamento que no hayas llegado a tiempo- respo
Selene escuchó la puerta de entrada abrírse y corrió al encuentro de su esposo y su hijo. -Hola cariño- exclamó abrazando a su hijo. -El abuelo murió- respondió desconcertado. Sin saber cómo sentirse al respecto. -Oh Leo, lo siento mucho- dijo con sentir, acariciando la mejilla de su niño- El abuelo ahora está en el cielo descansando junto con la abuela, ya no sufre más. -Hijo, ve a cambiarte que en 10 minutos nos vamos- ordenó Dionisio, rompiendo el momento emotivo. -Si papá- respondió corriendo escaleras arriba. -Cariño…- exclamó Selene- Lamento mucho lo de tu padre. ¿Cómo estás?El CEO se burló- Ese hombre siempre fue una mierda. Mejor muerto para mí, ahora ya no voy a tener a nadie que me diga cómo tengo que manejar mi propia empresa. Selene abrió la boca en shock. Su esposo podría ser un tirano, pero mantenía su compostura siempre que su hijo estaba cerca. Además, jamás lo había escuchado hablar así de su propio padre- Cariño… no digas esas cosas cuando Leo está en casa, p
Selene se colocó un vestido de seda holgado color negro, el único vestido de su guardarropas que todavía le quedaba. Observó su panza cubierta sobre el espejo y pensó en lo rápido que había pasado el tiempo. Ya estaba casi en sus nueve meses de embarazo. El bebé llegaría en cualquier momento. Sin embargo su obstetra le había dicho que aún le faltaban unas semanas más. La joven madre acarició con cariño su vientre y trató lo más que pudo de transmitirle amor y cariño a ese ser que no tenía la culpa de nacer en una familia disfuncional y rodeada de mentiras y violencia. -Lo siento mucho bebé- Murmuró mientras hacía círculos sobre la tela- Prometo que algún día las cosas van a ser diferentes. Pero ¿Sabes que? Tu hermanito mayor te espera con ansias para jugar contigo, amor nunca te va a faltar. -¡Mami mami!- exclamó su hijo mayor, entrando a su cuarto- ¿Me ayudas con la corbata? -Claro cariño.- Dijo la joven, agachándose a la altura del pequeño. Leónidas se había puesto un traje com
Agatha se escabulló entre los presentes con unos grandes anteojos negros, un pañuelo negro cubriendo su cabello y un sobretodo del mismo color. Si fuera en otro contexto parecería muy pero muy sospechosa. Pero todos estaban vestidos igual para la ocasión. La despedida del gran Brixton. Nadie volteó a verla, porque parecía un pariente lejano. Alguna tía solterona y millonaria que se había aislado en su propia mansión alejada de la civilización. Gracias a las decenas de prendas caras que le había regalado su amiga, pudo pasar desapercibida y se sentó en la última banca de la iglesia, esperando con ansias a su antigua amiga. Miró a los invitados a través de sus anteojos. Adelante de todo, en la primera fila, estaba Midas junto a su amigo y varios primos de la familia conversando amenamente. Luego, por al lado tuyo y sin siquiera notar su presencia, pasó Hermes y su nueva esposa. Todos voltearon a ver a la nueva y hermosa pareja y Agatha sintió asco por las lágrimas de cocodrilo de aque
-¿Marica asqueroso?- Gritó furioso Bruno, cansado de los insultos de Dionisio. Su voz retumbó en la iglesia, llamando la atención de todos los presentes, hasta de Agatha que observó desde el último asiento el escándalo. Ella sabía lo que estaba por suceder, lo había visto con sus propios ojos, pero nadie le había creído. -¡Bien que te gustó metérmela!- gritó furioso, escupíendo en el rostro del CEO.Dionisio se puso rojo hasta las orejas y empujó a Bruno lejos de él- ¡En tus sueños! Sucio homosexual… -¡No lo empujes!- intervino Midas, interponiéndose entre su hermano y su amigo- Él… él está diciendo la verdad. Todos los presentes exclamaron desconcertados. -Por una vez por todas Dionisio, admite que eres gay ¡Y que todo esto es una farsa!- gritó. -Midas basta…- le advirtió Hermes. Estaban en el funeral de su padre y Leónidas estaba allí, pero al parecer todos se habían olvidado de esos detalles. Pero ni Midas ni DIonisio se detuvieron. -¡Vamos! Dile a todos que te casaste con S
-Tengo que hablar con ella…- Hermes se giró hacia la salida, pero se frenó en seco cuando Dionisio lo agarró de un brazo y Hera del otro, como dos fuertes palancas que lo tenían apresado. -Hermes…- le advirtió Hera- Si llegas a cruzar el umbral de esa puerta se acabó lo nuestro. El joven se giró hacia su esposa y la miró con angustia, recordando por un instante todo lo que había construído los últimos años. Se había enamorado de otra mujer, había llegado a tener la esperanza de poder seguir con su vida, superar su pasado doloroso. Pero ahora estaba corriendo en el tiempo hacia atrás, hacía diez años, sin estar dispuesto a soltar a Selene y la vida que jamás pudo tener por sus malas decisiones. Se soltó del agarre de su esposa suavemente y la observó con tristeza.- Lo siento Hera, pero tengo que resolver algo primero antes de saber que hacer con… nosotros.-Hermes por favor…- El joven se soltó del agarre de su hermano mayor- ¡Hermes amor no lo hagas!- Sollozó la joven, quien fue so