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Capítulo 31. Aún puros y castos.

Ethan entró en su habitación, sintiendo una mezcla de deseo y ansiedad. Había consultado a un médico sobre sus preocupaciones, pero aún se sentía inseguro. La idea de no poder satisfacer a su mujer y su propia virginidad lo atormentaban. Sin embargo, estaba decidido a superar sus miedos y disfrutar de la intimidad que tanto anhelaba con Isabella.

Cuando Isabella entró en la habitación, Ethan la miró con intensidad, tomándola suavemente por el rostro. Ella lo miró con curiosidad, pero también con cierto nerviosismo. Ethan comenzó a besarla suavemente, explorando sus labios con delicadeza. Luego, con movimientos lentos y deliberados, empezó a desnudarla, revelando sus senos perfectos.

Ethan no pudo evitar admirar su belleza y, mientras acariciaba suavemente y con sensuales movimientos sus pezones erectos, notó cómo sus manos temblaban ligeramente. Isabella tensó su cuerpo, pero no se resistió. Entonces, Ethan le susurró al oído que se posara encima de él y ella, en un instante, pareció
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