James entró en la oficina de su hijo con una sonrisa deslumbrante, como si hubiera encontrado la solución a todos sus problemas.—Ethan, hijo, tengo una propuesta de negocio que te va a encantar —dijo, dejando caer una carpeta sobre el escritorio con un golpe que resonó en la oficina.Ethan lo miró con suspicacia, frunciendo el ceño mientras hojeaba los documentos.—¿Y por qué debería confiar en ti, papá? —preguntó Ethan con desconfianza en su voz. —No olvides que ya hemos tenido nuestras diferencias.James, notando la resistencia de su hijo, decidió poner en marcha su actuación.—Oh, Ethan, no me hagas esto. Sabes que he estado luchando por salir adelante —se llevó una mano al pecho, como si el peso de la culpa lo aplastara. —Solo quiero lo mejor para ti. ¿No es eso lo que siempre has querido?Ethan lo observó, sintiendo una mezcla de compasión y desconfianza.—No se trata de lo que quiero, sino de lo que es correcto. ¿Qué hay detrás de esta propuesta? —dijo, manteniendo su mirada fi
Amanece con un esplendor único y Ethan se prepara para ser entrevistado junto a su esposa, Isabella, en las instalaciones de Empresas Walton. La revista «Hombres con Fortuna» ha decidido centrar su atención en su historia, un relato fascinante de un chico humilde que pasó de ser pobre a rico de la noche a la mañana, a pesar de ser lisiado. La llegada de la pareja al estudio es recibida con entusiasmo y el ambiente se siente ligero y lleno de energía.—Ethan, cuéntanos, ¿cómo ha sido este viaje tan increíble? —pregunta el entrevistador, sonriendo mientras ajusta su micrófono.Ethan se ríe y mira a Isabella, quien le aprieta la mano con complicidad.—La verdad es que ha sido un torbellino. Pasé de contar monedas para el almuerzo a tener una fortuna, y todo gracias a la perseverancia y, claro, a mi increíble esposa que siempre ha estado a mi lado —responde Ethan, cuya voz denota calidez.Isabella, con una sonrisa radiante, añade:—Y no olvidemos a nuestros trillizos, que son la verdadera
En medio de la celebración, Ethan y Isabella se miraron a los ojos y supieron que era el momento perfecto para escapar de la fiesta y disfrutar de un rato a solas. Con la ayuda de sus familiares, dejaron a sus hijos en buenas manos y se dirigieron a un majestuoso hotel en el corazón de Washington D. C. El ambiente del hotel era íntimo y romántico, y Ethan y Isabella no pudieron evitar sentirse emocionados al entrar en la habitación.La expectativa de lo que estaba por venir les llenaba el corazón de anticipación y nervios. Ethan tomó la mano de Isabella y la llevó hasta el balcón, desde donde podían admirar la ciudad iluminada. La noche estaba preciosa y el ambiente era perfecto para lo que habían anhelado durante tanto tiempo.—Isabella —susurró Ethan, volviéndose hacia ella. —Estoy tan nervioso... pero también tan emocionado. No puedo creer que estemos aquí finalmente.Isabella sonrió con los ojos brillándole de emoción.—Yo también, Ethan. He esperado este momento durante tanto tie
En mitad de la noche, mientras el silencio envolvía la casa, Ethan e Isabella llegaron a la sala tratando de contener las risas que brotaban de sus labios. Habían compartido un momento mágico y su complicidad era más que evidente. Sin embargo, lo que no esperaban era encontrarse con Mateo, que salía sigilosamente del dormitorio de Elvira con una sonrisa traviesa en el rostro.—¡Sorpresa! —exclamó Mateo, asustándolos. —¿Qué hacen tan felices a esta hora? ¿Acaso han estado haciendo travesuras?Su tono estaba lleno de ironía y sus ojos brillaban con picardía. Ethan, aún riendo, intentó mantener la compostura.—Solo estábamos disfrutando de la noche, tío.Mateo se acercó, observando el brillo en los ojos de la pareja.—¿Disfrutando, eh? Eso se nota. Yo también tengo mis propias «noches de disfrute» con mi novia secreta, y déjenme decirles que el brillo en sus ojos es el mismo que veo en los míos después de una buena sesión. ¡Ja, ja, ja!Isabella, sonrojándose, no pudo evitar reírse. —¡Mat
Ethan, un joven astuto y desconfiado, se había convertido en la última esperanza de su padre, James. Al darse cuenta de que ya no podía sacar más dinero de su hijo, James decidió tomar medidas extremas. Se acercó a su primo Jonás, un hombre perezoso y cobarde, y le propuso un plan audaz: secuestrar a Ethan para obtener un rescate. —Escucha, Jonás —comenzó James con urgencia en su voz. —No tenemos otra opción. Si no actuamos ahora, lo perderemos todo. Necesitamos el dinero, y Ethan es nuestra única salida.Jonás frunció el ceño, dudando. —¿Secuestrar a tu propio hijo? Eso es… eso es una locura, James. ¿Y si algo sale mal?James lo miró con determinación. —No hay lugar para el miedo, primo. He planeado todo al detalle. Ethan no sospechará nada. Además, después de lo que pasó con Anabelle, estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario. Ya me quedé sin un céntimo y no puedo quedarme de brazos cruzados.Jonás tragó saliva, sintiéndose atrapado entre la lealtad familiar y su propio instinto
Al día siguiente…James llegó a la mansión con una sonrisa que no lograba ocultar la tensión que lo envolvía. Se acercó al cuarto de los niños, donde Isabella lo observaba con una mezcla de extrañeza y escepticismo. Sabía que James era un hombre peculiar, pero también era el padre de Ethan y debía mantener la paz, se repetía a sí misma.—Hola, James —dijo Isabella, intentando sonar cordial mientras veía a James jugar con los trillizos.—Hola, Isabella —respondió él, con su voz suave, pero con un matiz de frialdad. —No hay nada como ver a mis pequeños nietos. Ellos son el futuro, ¿no crees?Isabella asintió, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Había algo en la mirada de James que la inquietaba. Mientras tanto, Ethan se preparaba para salir a la oficina, ajeno a todo lo que estaba a punto de pasar.—Ethan, ¡ten cuidado en la carretera! —gritó Isabella, tratando de desviar su atención de su padre.—Siempre lo hago, amor. Realmente es Marcelo quien conduce — respondió Ethan con u
El teléfono sonó en la mansión Walton, rompiendo la tranquilidad de la tarde. Isabella, despreocupada, atendió la llamada, pero su rostro se transformó al escuchar la voz del captor de Ethan.—Tengo al paralítico —dijo la voz fría y burlona. —Si quieres verlo de nuevo, necesitarás reunir una cantidad considerable de dinero.Isabella, paralizada por la sorpresa y el terror, soltó el teléfono, que cayó al suelo con un estruendo. Su cuerpo se desplomó lentamente y, antes de tocar el suelo, su suegra, Lisa, corrió hacia ella.—¡Isabella! —gritó, mientras James disimulaba su propia angustia y se acercaba para ayudar a su nuera.Lisa tomó el teléfono, aún temblando, y escuchó la voz del captor que continuaba hablando con desprecio.—Hola, el paralítico está en mis manos, y si no haces lo que te digo, no lo volverán a ver.Las palabras del secuestrador le atravesaron el corazón como un puñal. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas y su voz se quebró al responder:—¡No! ¡No puedes
Al día siguiente, Chris, con una astucia admirable, siguió al pie de la letra las instrucciones de los captores. Con la maleta llena de dinero como cebo, se dirigió al lugar acordado: un viejo almacén en las afueras de la ciudad. Sin embargo, lo que los secuestradores no sabían era que la policía y el comando antisecuestro les estaban vigilando. Mientras Chris se acercaba al almacén, un grupo de agentes se posicionó estratégicamente, listo para actuar.En el interior del almacén, los captores discutían entre ellos, confiados en que su plan iba a salir a la perfección. De repente, el sonido de pasos resonó en el suelo de cemento.—¿Estás seguro de que es él? —preguntó uno de los secuestradores, mirando por la ventana.—Sí, es él. ¡Vamos a conseguir lo que queremos! —respondió el líder con una sonrisa siniestra.Pero, en ese momento, un estruendo procedente de la apertura de puertas y la irrupción de un equipo de policías en el lugar lo cambió todo.—¡Policía! ¡Manos arriba! —gritó el c