En medio de la celebración, Ethan y Isabella se miraron a los ojos y supieron que era el momento perfecto para escapar de la fiesta y disfrutar de un rato a solas. Con la ayuda de sus familiares, dejaron a sus hijos en buenas manos y se dirigieron a un majestuoso hotel en el corazón de Washington D. C. El ambiente del hotel era íntimo y romántico, y Ethan y Isabella no pudieron evitar sentirse emocionados al entrar en la habitación.La expectativa de lo que estaba por venir les llenaba el corazón de anticipación y nervios. Ethan tomó la mano de Isabella y la llevó hasta el balcón, desde donde podían admirar la ciudad iluminada. La noche estaba preciosa y el ambiente era perfecto para lo que habían anhelado durante tanto tiempo.—Isabella —susurró Ethan, volviéndose hacia ella. —Estoy tan nervioso... pero también tan emocionado. No puedo creer que estemos aquí finalmente.Isabella sonrió con los ojos brillándole de emoción.—Yo también, Ethan. He esperado este momento durante tanto tie
En mitad de la noche, mientras el silencio envolvía la casa, Ethan e Isabella llegaron a la sala tratando de contener las risas que brotaban de sus labios. Habían compartido un momento mágico y su complicidad era más que evidente. Sin embargo, lo que no esperaban era encontrarse con Mateo, que salía sigilosamente del dormitorio de Elvira con una sonrisa traviesa en el rostro.—¡Sorpresa! —exclamó Mateo, asustándolos. —¿Qué hacen tan felices a esta hora? ¿Acaso han estado haciendo travesuras?Su tono estaba lleno de ironía y sus ojos brillaban con picardía. Ethan, aún riendo, intentó mantener la compostura.—Solo estábamos disfrutando de la noche, tío.Mateo se acercó, observando el brillo en los ojos de la pareja.—¿Disfrutando, eh? Eso se nota. Yo también tengo mis propias «noches de disfrute» con mi novia secreta, y déjenme decirles que el brillo en sus ojos es el mismo que veo en los míos después de una buena sesión. ¡Ja, ja, ja!Isabella, sonrojándose, no pudo evitar reírse. —¡Mat
Ethan, un joven astuto y desconfiado, se había convertido en la última esperanza de su padre, James. Al darse cuenta de que ya no podía sacar más dinero de su hijo, James decidió tomar medidas extremas. Se acercó a su primo Jonás, un hombre perezoso y cobarde, y le propuso un plan audaz: secuestrar a Ethan para obtener un rescate. —Escucha, Jonás —comenzó James con urgencia en su voz. —No tenemos otra opción. Si no actuamos ahora, lo perderemos todo. Necesitamos el dinero, y Ethan es nuestra única salida.Jonás frunció el ceño, dudando. —¿Secuestrar a tu propio hijo? Eso es… eso es una locura, James. ¿Y si algo sale mal?James lo miró con determinación. —No hay lugar para el miedo, primo. He planeado todo al detalle. Ethan no sospechará nada. Además, después de lo que pasó con Anabelle, estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario. Ya me quedé sin un céntimo y no puedo quedarme de brazos cruzados.Jonás tragó saliva, sintiéndose atrapado entre la lealtad familiar y su propio instinto
Al día siguiente…James llegó a la mansión con una sonrisa que no lograba ocultar la tensión que lo envolvía. Se acercó al cuarto de los niños, donde Isabella lo observaba con una mezcla de extrañeza y escepticismo. Sabía que James era un hombre peculiar, pero también era el padre de Ethan y debía mantener la paz, se repetía a sí misma.—Hola, James —dijo Isabella, intentando sonar cordial mientras veía a James jugar con los trillizos.—Hola, Isabella —respondió él, con su voz suave, pero con un matiz de frialdad. —No hay nada como ver a mis pequeños nietos. Ellos son el futuro, ¿no crees?Isabella asintió, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Había algo en la mirada de James que la inquietaba. Mientras tanto, Ethan se preparaba para salir a la oficina, ajeno a todo lo que estaba a punto de pasar.—Ethan, ¡ten cuidado en la carretera! —gritó Isabella, tratando de desviar su atención de su padre.—Siempre lo hago, amor. Realmente es Marcelo quien conduce — respondió Ethan con u
El teléfono sonó en la mansión Walton, rompiendo la tranquilidad de la tarde. Isabella, despreocupada, atendió la llamada, pero su rostro se transformó al escuchar la voz del captor de Ethan.—Tengo al paralítico —dijo la voz fría y burlona. —Si quieres verlo de nuevo, necesitarás reunir una cantidad considerable de dinero.Isabella, paralizada por la sorpresa y el terror, soltó el teléfono, que cayó al suelo con un estruendo. Su cuerpo se desplomó lentamente y, antes de tocar el suelo, su suegra, Lisa, corrió hacia ella.—¡Isabella! —gritó, mientras James disimulaba su propia angustia y se acercaba para ayudar a su nuera.Lisa tomó el teléfono, aún temblando, y escuchó la voz del captor que continuaba hablando con desprecio.—Hola, el paralítico está en mis manos, y si no haces lo que te digo, no lo volverán a ver.Las palabras del secuestrador le atravesaron el corazón como un puñal. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas y su voz se quebró al responder:—¡No! ¡No puedes
Al día siguiente, Chris, con una astucia admirable, siguió al pie de la letra las instrucciones de los captores. Con la maleta llena de dinero como cebo, se dirigió al lugar acordado: un viejo almacén en las afueras de la ciudad. Sin embargo, lo que los secuestradores no sabían era que la policía y el comando antisecuestro les estaban vigilando. Mientras Chris se acercaba al almacén, un grupo de agentes se posicionó estratégicamente, listo para actuar.En el interior del almacén, los captores discutían entre ellos, confiados en que su plan iba a salir a la perfección. De repente, el sonido de pasos resonó en el suelo de cemento.—¿Estás seguro de que es él? —preguntó uno de los secuestradores, mirando por la ventana.—Sí, es él. ¡Vamos a conseguir lo que queremos! —respondió el líder con una sonrisa siniestra.Pero, en ese momento, un estruendo procedente de la apertura de puertas y la irrupción de un equipo de policías en el lugar lo cambió todo.—¡Policía! ¡Manos arriba! —gritó el c
Dejando atrás su secuestro y la traición de su padre, Ethan se sentó en la sala de espera del consultorio del doctor Johnson, con el corazón latiéndole con fuerza. A su lado, Isabella le apretaba la mano, dándole su apoyo incondicional. Las paredes estaban adornadas con diplomas y fotos de pacientes sonrientes, pero todo aquello parecía distante, como un mundo al que ya no pertenecía.—¿Estás listo? —preguntó Isabella susurrando, mientras sus ojos se encontraban con los de él.—No lo sé —respondió Ethan, sintiendo una mezcla de esperanza y miedo. —Han pasado tantos años. ¿Qué puede hacer un médico ahora que mis piernas han perdido casi toda su fuerza?Isabella le sonrió, aunque sus ojos reflejaban la preocupación que ambos compartían.—A veces, la esperanza puede surgir de los lugares más inesperados. Solo necesitamos escuchar lo que el doctor Johnson tenga que decir.Finalmente, la puerta se abrió y el doctor Johnson apareció, con una sonrisa cálida que contrastaba con la seriedad de
—¡Ethan, eres un hombre afortunado! —exclamó Anabelle, con una sonrisa en los labios, mientras escuchaba a Ethan hablar de su feliz vida con Isabella.Ethan sonrió y asintió, sabiendo que tenía razón. A pesar de sus limitaciones, estaba más enamorado que nunca y disfrutaba de cada momento que pasaba con su mujer.—Sí, lo soy —dijo, mirando a Anabelle con afecto. —Y tú también eres una mujer afortunada, Anabelle. Tienes una carrera exitosa y una vida llena de oportunidades.Anabelle se sonrojó y bajó la vista, sintiendo una oleada de calor en su rostro. No estaba acostumbrada a que los hombres la elogiaran de esa manera y sus palabras la hicieron sentir una mezcla de placer y nerviosismo.—Gracias, Ethan —murmuró, tratando de mantener la compostura.Ethan la miró con una sonrisa, y sus ojos brillaron con una luz nueva.Anabelle no pudo evitar sentirse atraída por él, a pesar de saber que estaba casado y de que ella misma había sido cómplice de James.—De nada —dijo Ethan, acercándose u