Capítulo 23. El ojo morado.

Muy temprano en la mañana, James, el padre de Ethan, llegó a la mansión con la misma despreocupación de siempre, como si estuviera en su propia casa. Al cruzar la entrada, sus ojos se encontraron con los de Mateo, quien, aún con el brillo de la noche anterior en su mirada, no pudo evitar sonreír.

—¡Vaya, vaya! —dijo James, con una sonrisa sardónica. —Mateo, estás radiante. Eso solo puede significar una cosa: ¡has estado disfrutando de los placeres de la vida!

Mateo, con los ojos abiertos como platos, sintió que el rubor le subía por el cuello.

—¿Yo? —respondió, intentando mantener la compostura. —No, no, es solo el nuevo gel para el cabello. ¡Es muy efectivo!

James soltó una carcajada profunda, disfrutando del momento.

—Claro, claro, el gel para el cabello. Eso es lo que todos dicen, creo que tuviste sexo anoche.

Mateo, ya sin poder contenerse, murmuró para sí mismo mientras James se alejaba en busca de Ethan:

«Se me nota... ¡Rayos!».

Y así, mientras resonaba la risa de James en la sa
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