Rachid no había dejado de pensar en la mujer que había visto desde el balcón. La futura esposa de su hermano representaba una belleza radiante, y en su mente, se concebía como un trágico desperdicio que tal esplendor se marchitara al lado de un hombre que no la apreciaría como debía. Él, que había conocido a muchas mujeres y que solía cambiar de compañía con frecuencia por su tendencia a aburrirse rápidamente, no recordaba haber quedado jamás tan impresionado por la belleza de una mujer. Aquella visión lo perseguía, marcando un contraste sombrío con la realidad que enfrentarían tanto ella como su hermano en un matrimonio sin amor ni pasión.
Mientras su hermano, su padre y el futuro suegro debatían las condiciones del matrimonio, sellando el compromiso, Rachid prefirió escabullirse hacia los jardines. Absorto en sus pensamientos y sin darse cuenta, se encontró en la parte del jardín destinada a las mujeres. Observó la ventana de su futura cuñada iluminada y se acercó, atraído por las voces que resonaban desde el interior.Escuchó a Layla y su prima reír y hablar de sus futuros. “Ya le gustaría a ella comprometerse con alguno de nosotros”, pensó, imaginando la vida de Layla junto a su hermano. Pero su sonrisa se desvaneció al darse cuenta de que él era el hermano que quedaba soltero, el que estaba libre para casarse.Se quedó blanco al visualizar un futuro en el que podría ser quien estuviera comprometido, y le dio escalofríos que fuera con su prima. Pero rápidamente desechó la idea, sacudiendo la cabeza como para liberarse de esos pensamientos, a él nadie lo obligaría a comprometerse, no era un heredero, no podían imponer su voluntad en él.Rachid se alejó rápidamente al observar a su prima marcharse y a su futura cuñada acercarse a la puerta que daba al jardín. El corazón le latía a un ritmo frenético en el pecho, mientras las sombras de la noche lo envolvían, permitiéndole desaparecer en la oscuridad. Sus pasos eran rápidos y silenciosos, esperando que Layla no lo hubiera visto espiar desde el jardín.Layla pidió a Basima que informara que ella no iría a cenar, alegando que estaba cansada y necesitaba dormir. Aunque en realidad, se sentía llena de energía y vida. Quería evitar las presentaciones formales y la mirada inquisitiva de todos, al menos por una noche más."Una noche adicional de libertad no debería causar molestias", pensó mientras se acercaba a la ventana de su habitación y observaba el jardín bañado por la luz de la luna. El espectáculo era simplemente sublime, con las flores brillando bajo el resplandor lunar, como gemas esparcidas sobre un manto de verde terciopelo.Atraída por la belleza y la tranquilidad del jardín, decidió aventurarse al exterior. Se deslizó silenciosamente fuera de su habitación, su corazón palpitando con la emoción de un pequeño acto de rebelión. Llegó a la puerta que daba al jardín, y con un suspiro de anticipación, la abrió.Fue en ese momento que sus ojos se encontraron de nuevo con una mirada oscura y penetrante que la hizo temblar desde la cabeza hasta los pies. Pero no era miedo lo que sentía, sino un calor que se extendía por su piel, avivado por la intensidad de esos ojos profundos.—Perdón, no sabía que alguien más estaba aquí en el jardín —se disculpó, bajando la mirada, el corazón golpeándole el pecho al darse cuenta de que estaba frente a frente con Amir, su futuro esposo. Aunque había oscurecido, el resplandor de la luna iluminaba su rostro, destacando sus facciones fuertes y atractivas.Rachid, con su corazón latiendo con fuerza en el pecho, estaba deslumbrado por la belleza de Layla al verla tan de cerca. Ella era incluso más hermosa bajo el resplandor de la luna que desde la distancia del balcón. Sabiendo que debía disculparse por su presencia en esta parte del jardín reservada para las mujeres, buscó las palabras adecuadas mientras su mente se arremolinaba en un mar de emociones.—Me disculpo sinceramente por mi presencia aquí —Habló él con suavidad — Soy consciente de que este jardín es exclusivamente para las mujeres y no debería pasear por aquí.Layla se sorprendió ante las palabras del hombre sobre todo porque ella no era consciente de que esa parte de la casa era solo para mujeres.—La verdad soy yo quién debe disculparse, porque no sabía que hay lugares a los que no pueda ir, yo solo baje sin ponerme a pensar que no está no es mi casa — trató de disculparse ella, esperando en el fondo que él no se marchara, y al mismo tiempo desilusionada al no escuchar de él lo que en el fondo deseaba escuchar. Por lo que mordió su labio inferior nerviosa. Más al verlo alejarse para después observar cómo regresaba hacia donde se encontraba ella de nuevo.Rachid se giró con intención de marcharse pero había algo que lo impulsaba a seguir hablando con ella, a conocerla un poco más, sabía que no debía hacerlo, que se trataba de la futura esposa de su hermano, pero quería hablar con ella solo un poco más así que volvió a girarse y caminó de vuelta hasta ella.—La verdad es que deseaba verte —continuó él, sosteniendo su mirada — Quería conocerte sin la rigidez de los protocolos y las formalidades. Al fin y al cabo, pronto serás mi esposa, y creo que es importante conocernos un poco.Rachid, sintió un nudo en el estómago al hacerse pasar por Amir, pero sabía que no podía revelar su verdadera identidad en ese momento. Decidió seguir adelante, sin saber muy bien porque, esa mujer tenía algo que no era capaz de explicar con palabras.Ella no podía creerlo, él había dicho exactamente lo que deseaba escuchar de los labios de su futuro esposo. Qué deseaba conocerla al igual que ella a él.—¿Te gustaría dar un paseo por el jardín? —preguntó, extendiendo su mano hacia ella para invitarla a acompañarlo.—Sí, por supuesto que acepto dar ese paseo. Debo confesar que yo también deseaba conocer a quien será mi futuro esposo —dijo con sinceridad Layla, extendiendo su mano para que él la tomara—. Un gusto, mi nombre es Layla, sé por mi padre que el tuyo es Amir.Layla no pudo evitar volver a bajar su mirada, no porque él la intimidara con su presencia, sino para ocultar el sonrojo que en ese momento estaba segura tenía en sus mejillas. Fue tocarlo y sentir una especie de electricidad recorrer su cuerpo, y un suave calor expandiéndose a través del toque de sus manos al ser sujetada por la mano de su prometido.Rachid sintió que el timbre de voz de Layla era como un regalo para sus oídos, delicado y dulce, capaz de hipnotizarlo como si de una sirena se tratara. Cada palabra que salía de sus labios parecía envolverlo en un encanto que no podía, ni quería, resistir.Tomó con delicadeza su mano, sintiendo una extraña electricidad que le atravesó en el contacto de sus dedos. La ayudó a bajar los dos escalones que separaban el pequeño patio de la habitación y el jardín. Y, en un impulso que ni él mismo entendió, llevó su otra mano al mentón de Layla, alzando su rostro para que sus ojos se encontraran. Se quedaron así, muy cerca el uno del otro, el aire entre ellos parecía cargarse de una energía especial, tuvo que resistirse a besarla recordando que ella era la prometida de su hermano.Observó el sonrojo en el rostro de Layla y pensó que, en ese momento, ella era la definición misma de perfección. Sus ojos brillaban como dos hermosas esmeraldas verdes en medio de la noche, y él sintió el impulso
Amir contemplaba su reflejo en el espejo, percibiendo un inusitado temblor en sus manos. Los nervios se le anudaban en el estómago, en unos minutos se encontraría cara a cara con Layla, su futura esposa. El aire de la habitación parecía más denso, ahogando ligeramente su respiración mientras se intentaba preparar emocionalmente para el encuentro.La puerta de la habitación se abrió suavemente y Rachid, su hermano gemelo, entró en la habitación con una expresión contemplativa. Se acercó, percibiendo la tensión que empapaba cada poro del ser de Amir.—Te ves nervioso, hermano —murmuró Rachid con un tono suave y amigable, apoyando una mano tranquilizadora sobre el hombro de Amir.Amir dejó escapar un suspiro, girándose para enfrentar a su hermano, sus ojos denotando la turbulencia interna que lo asolaba.—Lo estoy, Rachid —admitió con honestidad—. Hoy conoceré a Layla y siento que mi mundo está a punto de cambiar por completo.Amir pausó por un momento, sus ojos buscando la familiaridad
A medida que el coche avanzaba hacia el centro comercial, Amir luchaba por mantener su postura, su fachada de frialdad y control. A pesar de la corta distancia entre él y Layla, se sentía como si hubiera un abismo entre ellos. Había sido su decisión dejar a las mujeres en el asiento trasero, no solo por razones culturales sino también para poner una barrera física entre él y sus sentimientos.El miedo a ser descubierto, a que la verdad sobre su homosexualidad saliera a la luz, era una sombra que lo perseguía constantemente. Pero peor aún era el pensamiento de condenar a Layla a una vida sin amor, a una existencia vacía junto a un hombre que, por mucho que la respetara y quisiera protegerla, jamás podría amarla de la forma que ella merecía, se sentía culpable y a la vez no quería que ella pudiera ver eso en sus ojos y anular el matrimonio que le serviría de tapadera.Al llegar al centro comercial, Amir se adelantó para abrir la puerta del coche, ayudando primero a su prima y luego a La
Amir observó la tensión entre las dos mujeres. Notó el enrojecimiento de Layla y su respuesta firme, lo que le hizo admirar aún más su fortaleza y autenticidad.—La elección de una joya no siempre debe basarse en su precio, Basima —intervino Amir con voz tranquila pero firme—. A veces, el verdadero valor de una pieza radica en cómo resuena con el corazón de quien la elige. Y si Layla siente que esa joya es la indicada para ella, entonces eso es lo que importa.Aún así su obligación era proteger siempre a su esposa y en ese momento le daría una lección a Basima haciéndole saber que no permitiría que intentara desprestigiarla de ningún modo frente a él.Layla se sintió sumamente halagada y valorada por las palabras de Amir. Esto no solo hizo que su corazón latiera con más fuerza, sino que también reforzó la conexión que habían sentido la noche anterior, aunque no era tan intensa como la de esa noche.Por su parte, Basima tenía el rostro enrojecido, pero no por sentirse halagada, sino má
El atardecer caía sobre la mansión, pintando el cielo con tonos de naranja y rosa. Las sombras se alargaban en el jardín, y Rachid, el hermano gemelo de Amir, caminaba inquieto, tratando de despejar su mente. Siempre había sido el más impulsivo y temerario de los dos, pero este nuevo sentimiento que lo atormentaba era algo que jamás había experimentado.Aunque conocía el secreto más profundo de Amir, y sabía que Layla jamás podría llenar el vacío que existía en el corazón de su hermano, no podía evitar la corriente eléctrica que recorría su cuerpo cada vez que pensaba en ella. ¿Cómo era posible que en tan poco tiempo, Layla hubiese causado tal impacto en él? Cada recuerdo, cada mirada compartida, cada risa, lo atormentaba, especialmente el recuerdo de la noche anterior, cuando había sucumbido a la tentación y la había besado. "¡Maldición, Rachid!", se regañó a sí mismo. No era solo el hecho de que Layla fuera la prometida de Amir, sino que él, Rachid, nunca había creído en el amor. S
Layla se despertó con una mezcla de nerviosismo y emoción que hacía latir su corazón con fuerza. Hoy era el día de su fiesta de Henna, una celebración tradicional para marcar su compromiso con Amir, su futuro esposo. Al levantarse de la cama, se miró al espejo y vio su cabello castaño ligeramente revuelto y sus ojos miel brillando con anticipación. Lavó su rostro y cepilló sus dientes mientras pensaba en la larga lista de tareas que debía completar antes de la noche.Tenía una cita en el salón de belleza con la madre de Amir y su prima Basima, donde recibiría una manicura, una pedicura, un maquillaje y un elegante peinado. Además, tendría que elegir entre los muchos vestidos que le habían regalado familiares y amigos para esta ocasión especial. Layla deseaba lucir espléndida y elegante, digna de ser la futura esposa de Amir.Después de vestirse con un sencillo vestido, bajó a la cocina donde su padre disfrutaba de un desayuno típico que incluía pan con mantequilla y mermelada, zumo de
Con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, Basima se aproximó a Layla.—Hola, Layla. Qué bonita estás hoy. Me alegro mucho de que hayas venido a celebrar tu compromiso con Amir. —saludó Basima, aunque su tono no era del todo sincero.— Gracias, Basima. Aprecio tus palabras. Es realmente especial compartir este momento con todos aquí —respondió Layla, manteniendo la cortesía.—Por cierto, Layla, ¿tienes idea de lo que representan los diseños que llevas en tus manos y pies? —inquirió Basima, no ocultando completamente su intención provocadora.—He oído que son emblemas de buena fortuna y resguardo —contestó Layla con una genuina humildad.—Estás en lo correcto, en parte. Pero hay interpretaciones más profundas que tal vez no conozcas —replicó Basima, disfrutando tener la oportunidad de "educar" a Layla. —Por ejemplo, el patrón circular en tu palma simboliza el sol, esencia de vida y energía. Además, sugiere la idea de una esposa que respeta y sigue a su esposo, viéndolo como su guía.—E
Rachid, alejado de la multitud, observaba el evento desde las sombras. Sabía que no podía mantener su distancia por mucho tiempo, siendo el hermano gemelo del novio, tenía un papel importante, no era como que nadie fuera a perdonarle que no asistiera. A medida que los recién casados recibían las felicitaciones de familiares y amigos, Rachid decidió acercarse, confiando en que en ese momento novia este día tan emocionada y distraída que no le prestaría mucha atención.Los dos hermanos, Amir y Rachid, gemelos idénticos, se encontraron y se abrazaron. Aunque físicamente parecidos, sus personalidades eran contrastantes, y las circunstancias los habían llevado por caminos diferentes.—Felicitaciones, hermano. Deseo que encuentres la felicidad que mereces —dijo Rachid con sinceridad.—Gracias, Rachid. Significa mucho para mí que estés aquí —respondió Amir, con una sonrisa aliviada al ver a su hermano.Después de ese momento fraternal, Rachid dirigió su atención a Layla. La observó por un mo