—Sun, dejemos que tu hija descanse. Una de las sirvientas la llevará a su nueva habitación.
El padre de Layla asintió a su amigo acercándose a su hija.—Hassan tiene razón, debes ir a descansar un poco antes de la cena —le dijo a su hija, acariciando de manera fraternal su rostro.No había nada que ella pudiera decir o hacer más que asentir a las palabras dichas por su padre.—Es lo que haré. Señor Hassan, padre — se despidió Layla de ambos, justo en el momento que una de las sirvientas se acercaba a ella para indicar que la siguiera.—Por aquí por favor, señorita.Layla había experimentado un cambio radical en su vida, uno que no podía atribuir únicamente a la voluntad de su padre. Había disfrutado de una vida de lujos gracias a la ayuda del padre de su futuro esposo, y ahora se encontraba en una situación que no había imaginado. La palabra "esposo" resonaba en su mente, causando un estremecimiento en su cuerpo. Sin embargo, en este momento, no era por esa en especial que temblaba, sino por el hombre que había visto en el balcón momentos antes.“Ese hombre pronto será mi esposo”. Reflexiona para sí misma mientras caminaba por los largos corredores del castillo que pronto sería su hogar, no pudo evitar suspirar al recordar la imagen de aquel hombre y la forma en que su corazón había empezado a latir con fuerza. Sus pensamientos se detuvieron cuando se detuvo frente a una puerta.—Señorita Layla, esta es su habitación. Por favor, pase —dijo la voz de la sirvienta, devolviéndola al presente.—Gracias —respondió Layla, adentrándose en la habitación que, como era de esperar, rebosaba de lujo y opulencia. Era exactamente lo que uno podría imaginar en las habitaciones de una princesa árabe.Los colores cálidos y ricos dominaban la decoración: cortinas de terciopelo dorado adornaban las ventanas, mientras que las paredes estaban decoradas con intrincados patrones de arabescos en tonos de oro y azul profundo. Una alfombra persa cubría el suelo; su diseño era una obra de arte por sí misma.El mobiliario era igualmente impresionante. Una cama con dosel, con sábanas de seda, ocupaba el centro de la habitación. Cojines decorativos adornaban el sofá y las sillas. Una mesa de madera finamente tallada se encontraba junto a una ventana con vistas a un hermoso jardín.Layla se sintió abrumada por la belleza y la opulencia de su nueva vida, pero también se dio cuenta de que había mucho por descubrir en este lugar. A medida que se adentraba en la habitación, sabía que su vida ya no volvería a ser la misma; ahora era como un pequeño pájaro atrapado en una hermosa jaula de oro.—Será mejor que aceptes de una vez por todas, Layla, que tu vida y tu destino ya no están en tus manos —se dijo en voz baja mientras caminaba hasta la enorme cama y se dejaba caer en ella. La suavidad de las sábanas la hizo momentáneamente olvidar sus preocupaciones, como si estuviera recostada en una nube esponjosa en el cielo.Layla era una joven de gran imaginación y un espíritu soñador, lo que la convertía en una romántica empedernida. Creía en el amor apasionado y en las conexiones especiales que iban más allá de la imaginación. Esto lo había sentido cuando se encontró con la mirada del hijo del amigo de su padre."Quizás no sea tan malo estar comprometida con él", pensó Layla para sí misma mientras se abrazaba a uno de los cojines de plumas de ganso que decoraban la enorme cama. Esa forma de pensar la hizo suspirar profundamente, cerrando sus ojos con la esperanza de poder descansar y prepararse para las nuevas aventuras y desafíos que le deparaba el empezar a vivir en ese lujoso castillo.Sin embargo, justo cuando estaba cayendo en los brazos del dios Onírico Morfeo, el sonido de golpes en la puerta la hizo despertar de golpe, levantándose de la cama para averiguar quién era.Cuando abrió la puerta, se encontró con una joven sonriente de aproximadamente su misma edad.—Siento interrumpir tu descanso. Soy Basima, la prima de Amir, tu futuro esposo —dijo la joven con una sonrisa amigable que de inmediato le cayó bien a Layla. Un placer conocerte, Layla.—El placer es mío —respondió Layla a Basima.—Debo admitir que no esperaba que fueras de mi edad, ni que fueras tan hermosa. Cuando el tío Hassan dio la noticia de que muy pronto vendría la prometida de Amir y que esta era muy hermosa, debo admitir que no lo creí del todo; sin embargo, eres muy hermosa.Layla sintió que se enrojecía ante las palabras de Basima, sobre todo al escuchar que era hermosa.— Bueno, soy hermosa gracias a mi madre, mi padre dice que soy igual a ella.—Pues con tu belleza, no creo que tengas ningún problema en conquistar el corazón de mi primo Amir. Él no tendrá objeción alguna en casarse contigo. Eres muy hermosa.Layla escuchó atentamente las palabras de Basima, quien parecía ser una joven amigable y sincera. Las palabras de elogio sobre su belleza la hicieron sonrojar aún más, y aunque se sentía incómoda con la idea de un matrimonio pactado, al menos encontró algo de consuelo en la conversación con Basima.—Espero que tengas razón y que Amir no me odie —respondió Layla con sinceridad—. Aunque este compromiso no es lo que habría elegido para mí, entiendo que es parte de nuestras tradiciones y responsabilidades familiares.—Por supuesto que él no lo hará, su deber como heredero es hacer lo que su padre dice. Además tu belleza lo cautivará, al igual que a todo aquel que te vea. Debo confesar que estoy un poco aliviada con tu llegada, porque eso significa que mis padres dejarán la tonta idea de tratar de emparejarme con Amir.—¿Pero ustedes son primos? —dijo Layla con algo de sorpresa en su voz.—Eso no importa, lo importante es que Amir se case y sea con alguien de buena cuna, y no hay en toda Arabia familias más importantes y antiguas que las nuestras. Aunque claro, mis padres no sabían que tío Hassan ya había comprometido a mi primo con la hija de su mejor amigo.Las explicaciones de Basima sobre la dinámica familiar y las expectativas de sus padres arrojaron luz sobre la situación. Layla comprendió que su unión con Amir era un asunto importante y que la belleza y el estatus social desempeñaban un papel importante en ello.—Me alegra que estés aliviada con mi llegada, Basima. Parece que has sido salvada de un compromiso no deseado —dijo Layla con una sonrisa—. Quizás, con el tiempo, pueda llevarme bien con Amir y encontrar la manera de hacer que funcione entre nosotros. Después de todo, ambos estamos en la misma situación.La charla con Basima le dio a Layla un poco de esperanza y la tranquilidad de que no estaba sola en ese extraño castillo. La joven prima de Amir parecía una aliada inesperada en su nueva vida como futura esposa de su primo.Rachid no había dejado de pensar en la mujer que había visto desde el balcón. La futura esposa de su hermano representaba una belleza radiante, y en su mente, se concebía como un trágico desperdicio que tal esplendor se marchitara al lado de un hombre que no la apreciaría como debía. Él, que había conocido a muchas mujeres y que solía cambiar de compañía con frecuencia por su tendencia a aburrirse rápidamente, no recordaba haber quedado jamás tan impresionado por la belleza de una mujer. Aquella visión lo perseguía, marcando un contraste sombrío con la realidad que enfrentarían tanto ella como su hermano en un matrimonio sin amor ni pasión.Mientras su hermano, su padre y el futuro suegro debatían las condiciones del matrimonio, sellando el compromiso, Rachid prefirió escabullirse hacia los jardines. Absorto en sus pensamientos y sin darse cuenta, se encontró en la parte del jardín destinada a las mujeres. Observó la ventana de su futura cuñada iluminada y se acercó, atraído por las v
Rachid sintió que el timbre de voz de Layla era como un regalo para sus oídos, delicado y dulce, capaz de hipnotizarlo como si de una sirena se tratara. Cada palabra que salía de sus labios parecía envolverlo en un encanto que no podía, ni quería, resistir.Tomó con delicadeza su mano, sintiendo una extraña electricidad que le atravesó en el contacto de sus dedos. La ayudó a bajar los dos escalones que separaban el pequeño patio de la habitación y el jardín. Y, en un impulso que ni él mismo entendió, llevó su otra mano al mentón de Layla, alzando su rostro para que sus ojos se encontraran. Se quedaron así, muy cerca el uno del otro, el aire entre ellos parecía cargarse de una energía especial, tuvo que resistirse a besarla recordando que ella era la prometida de su hermano.Observó el sonrojo en el rostro de Layla y pensó que, en ese momento, ella era la definición misma de perfección. Sus ojos brillaban como dos hermosas esmeraldas verdes en medio de la noche, y él sintió el impulso
Amir contemplaba su reflejo en el espejo, percibiendo un inusitado temblor en sus manos. Los nervios se le anudaban en el estómago, en unos minutos se encontraría cara a cara con Layla, su futura esposa. El aire de la habitación parecía más denso, ahogando ligeramente su respiración mientras se intentaba preparar emocionalmente para el encuentro.La puerta de la habitación se abrió suavemente y Rachid, su hermano gemelo, entró en la habitación con una expresión contemplativa. Se acercó, percibiendo la tensión que empapaba cada poro del ser de Amir.—Te ves nervioso, hermano —murmuró Rachid con un tono suave y amigable, apoyando una mano tranquilizadora sobre el hombro de Amir.Amir dejó escapar un suspiro, girándose para enfrentar a su hermano, sus ojos denotando la turbulencia interna que lo asolaba.—Lo estoy, Rachid —admitió con honestidad—. Hoy conoceré a Layla y siento que mi mundo está a punto de cambiar por completo.Amir pausó por un momento, sus ojos buscando la familiaridad
A medida que el coche avanzaba hacia el centro comercial, Amir luchaba por mantener su postura, su fachada de frialdad y control. A pesar de la corta distancia entre él y Layla, se sentía como si hubiera un abismo entre ellos. Había sido su decisión dejar a las mujeres en el asiento trasero, no solo por razones culturales sino también para poner una barrera física entre él y sus sentimientos.El miedo a ser descubierto, a que la verdad sobre su homosexualidad saliera a la luz, era una sombra que lo perseguía constantemente. Pero peor aún era el pensamiento de condenar a Layla a una vida sin amor, a una existencia vacía junto a un hombre que, por mucho que la respetara y quisiera protegerla, jamás podría amarla de la forma que ella merecía, se sentía culpable y a la vez no quería que ella pudiera ver eso en sus ojos y anular el matrimonio que le serviría de tapadera.Al llegar al centro comercial, Amir se adelantó para abrir la puerta del coche, ayudando primero a su prima y luego a La
Amir observó la tensión entre las dos mujeres. Notó el enrojecimiento de Layla y su respuesta firme, lo que le hizo admirar aún más su fortaleza y autenticidad.—La elección de una joya no siempre debe basarse en su precio, Basima —intervino Amir con voz tranquila pero firme—. A veces, el verdadero valor de una pieza radica en cómo resuena con el corazón de quien la elige. Y si Layla siente que esa joya es la indicada para ella, entonces eso es lo que importa.Aún así su obligación era proteger siempre a su esposa y en ese momento le daría una lección a Basima haciéndole saber que no permitiría que intentara desprestigiarla de ningún modo frente a él.Layla se sintió sumamente halagada y valorada por las palabras de Amir. Esto no solo hizo que su corazón latiera con más fuerza, sino que también reforzó la conexión que habían sentido la noche anterior, aunque no era tan intensa como la de esa noche.Por su parte, Basima tenía el rostro enrojecido, pero no por sentirse halagada, sino má
El atardecer caía sobre la mansión, pintando el cielo con tonos de naranja y rosa. Las sombras se alargaban en el jardín, y Rachid, el hermano gemelo de Amir, caminaba inquieto, tratando de despejar su mente. Siempre había sido el más impulsivo y temerario de los dos, pero este nuevo sentimiento que lo atormentaba era algo que jamás había experimentado.Aunque conocía el secreto más profundo de Amir, y sabía que Layla jamás podría llenar el vacío que existía en el corazón de su hermano, no podía evitar la corriente eléctrica que recorría su cuerpo cada vez que pensaba en ella. ¿Cómo era posible que en tan poco tiempo, Layla hubiese causado tal impacto en él? Cada recuerdo, cada mirada compartida, cada risa, lo atormentaba, especialmente el recuerdo de la noche anterior, cuando había sucumbido a la tentación y la había besado. "¡Maldición, Rachid!", se regañó a sí mismo. No era solo el hecho de que Layla fuera la prometida de Amir, sino que él, Rachid, nunca había creído en el amor. S
Layla se despertó con una mezcla de nerviosismo y emoción que hacía latir su corazón con fuerza. Hoy era el día de su fiesta de Henna, una celebración tradicional para marcar su compromiso con Amir, su futuro esposo. Al levantarse de la cama, se miró al espejo y vio su cabello castaño ligeramente revuelto y sus ojos miel brillando con anticipación. Lavó su rostro y cepilló sus dientes mientras pensaba en la larga lista de tareas que debía completar antes de la noche.Tenía una cita en el salón de belleza con la madre de Amir y su prima Basima, donde recibiría una manicura, una pedicura, un maquillaje y un elegante peinado. Además, tendría que elegir entre los muchos vestidos que le habían regalado familiares y amigos para esta ocasión especial. Layla deseaba lucir espléndida y elegante, digna de ser la futura esposa de Amir.Después de vestirse con un sencillo vestido, bajó a la cocina donde su padre disfrutaba de un desayuno típico que incluía pan con mantequilla y mermelada, zumo de
Con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, Basima se aproximó a Layla.—Hola, Layla. Qué bonita estás hoy. Me alegro mucho de que hayas venido a celebrar tu compromiso con Amir. —saludó Basima, aunque su tono no era del todo sincero.— Gracias, Basima. Aprecio tus palabras. Es realmente especial compartir este momento con todos aquí —respondió Layla, manteniendo la cortesía.—Por cierto, Layla, ¿tienes idea de lo que representan los diseños que llevas en tus manos y pies? —inquirió Basima, no ocultando completamente su intención provocadora.—He oído que son emblemas de buena fortuna y resguardo —contestó Layla con una genuina humildad.—Estás en lo correcto, en parte. Pero hay interpretaciones más profundas que tal vez no conozcas —replicó Basima, disfrutando tener la oportunidad de "educar" a Layla. —Por ejemplo, el patrón circular en tu palma simboliza el sol, esencia de vida y energía. Además, sugiere la idea de una esposa que respeta y sigue a su esposo, viéndolo como su guía.—E