Amir contemplaba su reflejo en el espejo, percibiendo un inusitado temblor en sus manos. Los nervios se le anudaban en el estómago, en unos minutos se encontraría cara a cara con Layla, su futura esposa. El aire de la habitación parecía más denso, ahogando ligeramente su respiración mientras se intentaba preparar emocionalmente para el encuentro.La puerta de la habitación se abrió suavemente y Rachid, su hermano gemelo, entró en la habitación con una expresión contemplativa. Se acercó, percibiendo la tensión que empapaba cada poro del ser de Amir.—Te ves nervioso, hermano —murmuró Rachid con un tono suave y amigable, apoyando una mano tranquilizadora sobre el hombro de Amir.Amir dejó escapar un suspiro, girándose para enfrentar a su hermano, sus ojos denotando la turbulencia interna que lo asolaba.—Lo estoy, Rachid —admitió con honestidad—. Hoy conoceré a Layla y siento que mi mundo está a punto de cambiar por completo.Amir pausó por un momento, sus ojos buscando la familiaridad
A medida que el coche avanzaba hacia el centro comercial, Amir luchaba por mantener su postura, su fachada de frialdad y control. A pesar de la corta distancia entre él y Layla, se sentía como si hubiera un abismo entre ellos. Había sido su decisión dejar a las mujeres en el asiento trasero, no solo por razones culturales sino también para poner una barrera física entre él y sus sentimientos.El miedo a ser descubierto, a que la verdad sobre su homosexualidad saliera a la luz, era una sombra que lo perseguía constantemente. Pero peor aún era el pensamiento de condenar a Layla a una vida sin amor, a una existencia vacía junto a un hombre que, por mucho que la respetara y quisiera protegerla, jamás podría amarla de la forma que ella merecía, se sentía culpable y a la vez no quería que ella pudiera ver eso en sus ojos y anular el matrimonio que le serviría de tapadera.Al llegar al centro comercial, Amir se adelantó para abrir la puerta del coche, ayudando primero a su prima y luego a La
Amir observó la tensión entre las dos mujeres. Notó el enrojecimiento de Layla y su respuesta firme, lo que le hizo admirar aún más su fortaleza y autenticidad.—La elección de una joya no siempre debe basarse en su precio, Basima —intervino Amir con voz tranquila pero firme—. A veces, el verdadero valor de una pieza radica en cómo resuena con el corazón de quien la elige. Y si Layla siente que esa joya es la indicada para ella, entonces eso es lo que importa.Aún así su obligación era proteger siempre a su esposa y en ese momento le daría una lección a Basima haciéndole saber que no permitiría que intentara desprestigiarla de ningún modo frente a él.Layla se sintió sumamente halagada y valorada por las palabras de Amir. Esto no solo hizo que su corazón latiera con más fuerza, sino que también reforzó la conexión que habían sentido la noche anterior, aunque no era tan intensa como la de esa noche.Por su parte, Basima tenía el rostro enrojecido, pero no por sentirse halagada, sino má
El atardecer caía sobre la mansión, pintando el cielo con tonos de naranja y rosa. Las sombras se alargaban en el jardín, y Rachid, el hermano gemelo de Amir, caminaba inquieto, tratando de despejar su mente. Siempre había sido el más impulsivo y temerario de los dos, pero este nuevo sentimiento que lo atormentaba era algo que jamás había experimentado.Aunque conocía el secreto más profundo de Amir, y sabía que Layla jamás podría llenar el vacío que existía en el corazón de su hermano, no podía evitar la corriente eléctrica que recorría su cuerpo cada vez que pensaba en ella. ¿Cómo era posible que en tan poco tiempo, Layla hubiese causado tal impacto en él? Cada recuerdo, cada mirada compartida, cada risa, lo atormentaba, especialmente el recuerdo de la noche anterior, cuando había sucumbido a la tentación y la había besado. "¡Maldición, Rachid!", se regañó a sí mismo. No era solo el hecho de que Layla fuera la prometida de Amir, sino que él, Rachid, nunca había creído en el amor. S
Layla se despertó con una mezcla de nerviosismo y emoción que hacía latir su corazón con fuerza. Hoy era el día de su fiesta de Henna, una celebración tradicional para marcar su compromiso con Amir, su futuro esposo. Al levantarse de la cama, se miró al espejo y vio su cabello castaño ligeramente revuelto y sus ojos miel brillando con anticipación. Lavó su rostro y cepilló sus dientes mientras pensaba en la larga lista de tareas que debía completar antes de la noche.Tenía una cita en el salón de belleza con la madre de Amir y su prima Basima, donde recibiría una manicura, una pedicura, un maquillaje y un elegante peinado. Además, tendría que elegir entre los muchos vestidos que le habían regalado familiares y amigos para esta ocasión especial. Layla deseaba lucir espléndida y elegante, digna de ser la futura esposa de Amir.Después de vestirse con un sencillo vestido, bajó a la cocina donde su padre disfrutaba de un desayuno típico que incluía pan con mantequilla y mermelada, zumo de
Con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, Basima se aproximó a Layla.—Hola, Layla. Qué bonita estás hoy. Me alegro mucho de que hayas venido a celebrar tu compromiso con Amir. —saludó Basima, aunque su tono no era del todo sincero.— Gracias, Basima. Aprecio tus palabras. Es realmente especial compartir este momento con todos aquí —respondió Layla, manteniendo la cortesía.—Por cierto, Layla, ¿tienes idea de lo que representan los diseños que llevas en tus manos y pies? —inquirió Basima, no ocultando completamente su intención provocadora.—He oído que son emblemas de buena fortuna y resguardo —contestó Layla con una genuina humildad.—Estás en lo correcto, en parte. Pero hay interpretaciones más profundas que tal vez no conozcas —replicó Basima, disfrutando tener la oportunidad de "educar" a Layla. —Por ejemplo, el patrón circular en tu palma simboliza el sol, esencia de vida y energía. Además, sugiere la idea de una esposa que respeta y sigue a su esposo, viéndolo como su guía.—E
Rachid, alejado de la multitud, observaba el evento desde las sombras. Sabía que no podía mantener su distancia por mucho tiempo, siendo el hermano gemelo del novio, tenía un papel importante, no era como que nadie fuera a perdonarle que no asistiera. A medida que los recién casados recibían las felicitaciones de familiares y amigos, Rachid decidió acercarse, confiando en que en ese momento novia este día tan emocionada y distraída que no le prestaría mucha atención.Los dos hermanos, Amir y Rachid, gemelos idénticos, se encontraron y se abrazaron. Aunque físicamente parecidos, sus personalidades eran contrastantes, y las circunstancias los habían llevado por caminos diferentes.—Felicitaciones, hermano. Deseo que encuentres la felicidad que mereces —dijo Rachid con sinceridad.—Gracias, Rachid. Significa mucho para mí que estés aquí —respondió Amir, con una sonrisa aliviada al ver a su hermano.Después de ese momento fraternal, Rachid dirigió su atención a Layla. La observó por un mo
El suave chasquido de la puerta del baño alertó a Amir de la entrada de alguien más. No tuvo que mirar para saber que era Rachid. Aunque eran gemelos y se parecían tanto físicamente que hasta a su propia familia les costaba distinguirlos, ellos se sentían el uno al otro, su carácter era distinto.—¿Listo para el intercambio? —preguntó Rachid en un susurro, intentando mantenerse sereno.Amir se pasó una mano por el rostro, sintiendo el peso de la situación. —No me siento bien con esto, Rachid. Layla es una buena mujer. No merece ser engañada de esta manera.Rachid se acercó, mirando a su hermano y asintió, poco le parecía bien pero deseaba a esa mujer y además quería salvar la vida de su hermano.—Lo sé, pero recuerda por qué estamos haciendo esto. Es la única manera.Hubo un breve silencio entre ellos, solo roto por el suave goteo de un grifo mal cerrado.—¿Crees que podamos mantener este secreto? — Preguntó Amir nuevamente. —Solo hasta que quede embarazada. Una vez que todo esté he