Capítulo 9

Quiso llamar a su madre, pero desistió al imaginar lo preocupada que se quedaría si la escuchaba en ese estado. Inhaló y exhaló para poder apaciguar su triste corazón que no paraba de dolerle.

Después de unas horas, bajó al jardín y aspiró el aroma de las flores. Una dulce voz le sacó de su confort.

—Hola —murmuró Mikel.

Ella se quedó inmóvil ante la repentina aparición del joven doctor.

—¿Qué hace aquí? ¡Váyase! Me meterá en problemas.

—Tranquila. Solo quiero hablar.

La preocupación invadió a Alexa; miraba hacia un lado y a otro. Si Antón la veía junto a su amigo, seguro se enojaría.

—Pues yo no quiero hablar con usted ni con nadie.

Dicho eso, se encaminó hasta la habitación, puso seguro y ahí se quedó hasta que la noche cayó. Aunque ella trataba de evitar los problemas, estos siempre llegaban.

Por la noche, cuando Antón llegó, la empleada no desaprovechó ni un instante para dar el chisme. Aquello hizo enfurecer a Antón, quien no esperó para reclamarle a Alexa.

Ella acababa de salir
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