Cuando Bianca conoció a Pietro, se quedó tan enamorada de él que dejó atrás su posición como Heredera de la familia más acudalada y poderosa de toda Italia. Desconociendo cuan superficial era su amante, quedó devastada al darse cuenta que solamente estuvo con ella por su anterior posición como dama de la alta sociedad; aunque nunca supo exactamente a qué familia pertenecía.
Huyó de su lado llevando consigo el fruto de su relación y vivió sus últimos años enferma y en la pobreza, aunque con más dicha de la que jamás tuvo cuando "lo tenía todo". Pero su amado hijo aún tenía un brillante y exitoso futuro, que lograría demostrar lo equivocados que estaban al creer que no tenía lo que se requería para ser el reemplazo de su hermano.Él les iba a demostrar que sería incluso mejor. Y lo harían mientras limpiaba el nombre su querida madre.━─━────༺༻────━─━Una hermosa y elegante boda se celebraba a las afueras de Roma, los cientos de invitados llegaban en sus lujosos autos del año. El ambiente rebosaba de vida y la decoración era simplemente exquisita.La boda más mediática del año.Pietro Salvatore acomodaba la pajarita del traje de su hijo mientras evitaba por completo mirarle a la cara. Aleksander, en cambio, hacía todo lo posible por no apartarse.—Sabes lo que tienes que hacer, no quiero ningún fracaso porque si no perdemos ambos. ¿Está claro? —dijo su padre con una mirada penetrante y severa que lo hizo asentir—. Asegúrate que nadie dude de tu legitimidad a menos que desees que Alfredo Leroux nos deje en ridículo a ambos.—¿Tanto miedo tienes?—Solo es precaución —alegó su padre—, estos negocios son importantes, en este momento se define el triunfo y la recuperación de nuestra empresa, si fallas todo se habrá ido a la basura y no nos recuperaremos nunca. Esto arruinaría mi reputación para siempre. Seríamos peores que mendigos.Delante de todos, Aleksander era su hijo legítimo, el hijo menor que había engendrado con su esposa, Alessia Salvatore. Si el secreto era revelado, los llevaría a ambos a la quiebra.En otra de las habitaciones, una linda mujer de cabello cobrizo vestía un despampanante vestido de novia, tan blanco como la leche y con una linda tiara decorándole la cabeza. Era Rebecca Leroux, la hija menor de Alfredo y la prometida de Aleksander.Hacía muchos años atrás, la chica menor de la familia había sido comprometida con el hijo mayor de los Salvatore, sin embargo, al morir éste, el contrato tuvo que cambiarse y ser casada con el hijo menor que ahora había tomado posesión y el lugar de su difunto hermano. Aunque parecía sacado de la nada, porque nadie sabía de su existencia hasta ese día.—Ahora que te casas, mamá estará contenta de no tenerte en casa —contestó Camille, su hermana mayor y la favorita de la familia—. Deberías estar agradecida con los Salvatore, Rebecca, pensaba que nunca podrías llegar a casarte siendo tan… Básica.Su hermana mayor era el diablo hecho mujer, su posición como esposa de un afamado político italiano le daba aires de grandeza —aires que tenía desde que estaba soltera—, pero su matrimonio solo le había levantando el ego. Rebecca no era fea, pero su posición como la menor de las Leroux, provocaba que fuera la menos conocida; incluso su padre, solo pensaba en la forma de utilizarla para generarle riqueza y beneficios.Antes de darse cuenta, Aleksander estaba parado delante del altar, siendo apuñalado por decenas de ojos que le miraban con curiosidad. Intentaba no hablar demasiado, tenía el porte como cualquier millonario, pero su baja cuna podría salir a relucir si decía una palabra incorrecta, no sabía nada de modales; por lo que su padre se negaba a dejarlo solo.Estaba nervioso, nunca había mirado a la mujer con la que iba a casarse más que en fotografías.—No tienes que preocuparte, es una chica bonita.No deseaba casarse, no era más que un matrimonio por conveniencia que tenía que acatar sin rechistar. No iba a amarla o posiblemente nunca llegaría a hacerlo.Los invitados se pusieron de pie mientras la melodiosa marcha nupcial comenzaba a sonar con esas notas refinadas. Observó a una hermosa chica que más bien parecía un delicado ángel acercarse a él a pasos lentos y por unos breves segundos se quedó paralizado. Él no era más que un chico pobre que trabajaba como asesor bancario y ganaba una miseria, pero se casaría con una linda mujer.El padre de Rebecca no dijo nada, ni un: «Te entrego lo más preciado que tengo», solo se le quedó mirando por breves segundos y luego le entregó la mano de ella con brusquedad.El anciano cura comenzó con la ceremonia, una que fue breve para ambos. Rebecca podía sentir el tacto de Aleksander quemarle la mano, sentía una conexión inmediata con él y solo pudo pensar en que era un hombre atractivo.Le colocó los anillos, hicieron sus votos, cortos pero precisos, lealtad, respeto, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza.—Si hay alguien que se oponga a este matrimonio, que lo diga ahora o que calle para siempre —anunció el cura haciendo que el italiano tragara saliva.Tenía miedo de que alguien supiera su secreto y lo gritara a los cuatro vientos, tal vez la esposa de su padre, Alessia, que parecía estar en un velorio más que en una ceremonia.Hubo silencio…y él pudo respirar de nuevo.Entonces el sacerdote dijo las palabras más esperadas y que los colocaban más nerviosos: «Puede besar a la novia».Nunca habían cruzado palabras, pero él no dudó en acercarse, sujetar su rostro y besar delicadamente los labios de aquella chica que parecía estar temblando de nerviosismo entre sus manos.—Lo siento —le dijo Aleksander media hora más tarde cuando pudieron estar a solas por primera vez en una de las habitaciones de la casa mientras esperaban la hora de la recepción. La chica lo interrogó con la mirada ignorando a qué se refería—. Tal vez debí preguntar antes si deseabas que te besara.—Hubiera sido decepcionante para todos que no lo hicieras.—¿Decepcionante?—¿Qué no es el beso lo que más esperan de una boda?—No cuando los novios son completos desconocidos —afirmó el hombre haciendo a la chica sonreír.—Ya no somos desconocidos —replicó ella—, ahora estamos casados y nos conoceremos mejor que nadie. Estaba nerviosa, temía que mi futuro esposo fuera la tétrica estampa que la gente dice que es su padre. Espero que no te ofendas por lo que he dicho.—No me ofendes. Puede que no sea el mejor marido, pero intentaré serlo, después de todo ¿Alguno de los dos tuvo opción? Sé que no escogiste este camino, ni yo tampoco lo hice, puede que no nos amemos, pero al final podemos llegar a ser incluso buenos amigos.¿Había dicho amigos? Por primera vez en su vida, la chica deseaba ser algo más que la sombra de sus hermanas. Intentando que él no descubriera la decepción que le habían causado sus palabras, ella se disculpó alegando que tenía que hablar con su madre.Justo en el momento en que se retiraba, se encontró cara a cara con los Salvatore y dedicándoles y saludo, la novia desapareció por la puerta.—Los pobres siempre tienen suerte —murmuró Alessia ganándose una mirada reprobatoria de su marido—. Te casaste con la hija rechazada de Leroux, pero al menos tiene el dinero y no es para nada fea. Un premio mayor de lo que merece un bastardo.—Alessia, cállate —ordenó su marido al notar como los ojos de su hijo se enfurecían.—¿Por qué? ¿Mi verdad te duele? Pues así me dolió a mí todos estos años soportando a tus amantes, ahora, además, luego de la muerte de mi hijo tengo que soportar mirar al hijo de una de ellas como heredero de lo que alguna vez le perteneció a mi Asher. ¡Llevo controlándome toda la ceremonia! ¡No me pidas que me controle ahora!Aleksander apretó los puños pensando en qué castigo de dios sería aquello. ¿Por qué tenía que morderse la lengua?Pietro intentó calmarla, pero eso no evitó que la mujer se acercara al joven hombre y le mirara con unos ojos de víbora.—No eres nadie, nunca serás alguien importante, no eres más que el hijo bastardo de Pietro que se aprovechó de la muerte de mi hijo para ganar un lugar en mi familia. No importa que tan caro sea el traje que portes, tampoco que tan propio y que buenos modales aprendas, siempre serás aquel chico que sacaron de un banco en ruinas para jugar a ser el millonario. Una escoria sin clase ni dinero.—¿Cómo has dicho? —Pietro sintió que la tierra se abría debajo de sus pies y en ese momento quiso saltar encima de su esposa y ahorcarla.Al voltear observó a cada miembro de la familia Leroux quedarse estático al escuchar las palabras de Alessia Salvatore. Los ojos iracundos que demostraban la ira de Alfredo Leroux.—¿Es un bastardo? ¿Mi yerno es un maldito bastardo? —preguntó su suegro, mirándolo de pies a cabeza con sumo desprecio.La familia entera de su esposa comenzó a acercarse, unas risas comenzaron a escucharse, eran las hermanas de Rebecca.—¡Son el par perfecto! Un bastardo sin dinero y mi hermana la hija menos querida, una paria —se burló Camille, mirándole de arriba a abajo con repugnancia.—¿¡DE QUÉ BASURERO SACASTE A ESTE DONNADIE? —rugió su suegro con ira.En los ojos de todos, se notaba el desprecio y el asco que les daba mirar a Aleksander. Escucho las burlas y risas por su identidad humilde e ilegítima.Hasta hace unos meses, él prácticamente vivía en la calle...UN MES ANTES—¿No estás cansado de esto?—¿A qué te refieres? —preguntó Aleksander a su mejor amigo Phillipe mientras tomaban un café, luego de un amplio día de trabajo en el Bancaposta, donde solo se rodeaban de números y de dinero que claramente nunca podrían tener en sus manos.Apenas y les alcanzaba para tomar el café más barato de la zona.—Estoy harto, me canse de solamente estar trabajando como un animal de carga y ganar una miseria de dinero.—Supongo que eso es lo que nos toca a todos —afirmó Aleksander llevando la taza de café a su boca—. Hoy me han sacado del departamento por falta de pago, quizás duerma en un spa público o en el sótano del trabajo. De todas formas, no tenía ni muebles.—Deberías buscar a tu padre, quizás te dé apoyo. ¿O está muerto?El italiano hizo un gesto de reprobación ante el comentario de su amigo. Claro que debería obligarlo a hacerse responsable . Su madre le había provisto de un padre con mucho dinero, pero no con la legitimidad, tenía su apellido
Mónica Russo tosía de manera desmesurada en el baño de su habitación. Sus pulmones dolían y al retirar su mano miró con miedo como leves motes de sangre permanecían en su palma. Estaba tosiendo sangre.Observó su reloj y luego escuchó la puerta cerrarse, Aleksander había regresado. Él lanzó su portafolio al sofá y luego buscó con la mirada a su tía. Era su única familia ahora.Todo el día pensó en la oferta de su padre, pero desde luego que no aceptaría la propuesta de ese maldito.—Tía, he regresado —informó en voz alta pensando en que tal vez estaba en su habitación.Al escuchar la voz de su sobrino, abrió el grifo e intentó ganar tiempo para limpiarse el líquido rojo. Estaba desesperada y tenía miedo, había que tener miedo cuando las cosas involucraban sangre. —¡Estoy aquí, voy enseguida querido! —gritó y su voz sonó un poco ronca. Minutos más tarde salió rápidamente de la habitación.—¿Tía, estás bien? Mírate, estás pálida. —Estoy bien, no te preocupes, son tonterías tuyas. ¿Ti
Rebecca resultaba ser una buena pieza en el tablero de Aleksander. Bruno tenía razón: ella haría lo que fuera por hacer sentir orgullosos a sus padres. Por lo cual aprovechó su "duelo" por la muerte de Asher para ganarse su favor.Ya estaba iniciando el juego. Era oficialmente el nuevo heredero.La primera semana que ocupó el lugar de su hermano, se dió cuenta que el mundo de la alta sociedad era sorprendente. Tenían contratos de matrimonio, daban a sus hijas como ganado con tal de asegurarse una buena posición.—Hoy tiene clases de modales, señor Salvatore —le indicó el abogado y asistente de su padre, Bruno.—¿Para qué necesito eso? No puede ser tal difícil.El hombre le dió una mirada de desaprobación, pero Alek estaba cansado de tantas clases. Él solo tenía que pararse ahí y fingir que todo estaba bien, ¿no?Así que en la noche, cuando debía asistir a la cena con sus suegros y la familia de Rebecca, deseó haberle hecho caso a Bruno. Estaba haciendo el ridículo desde que no supo có
Presente.El cuerpo de Aleksander impactó fuertemente contra la pared, Alfredo estaba molesto y sus ojos irradiaban una ira incontrolable que casi termina siendo mermada en el rostro del italiano. Pietro rápidamente intervino intentando apartar a Alfredo de su hijo. —¡Tienes que calmarte! —Sus palabras fueron más una exigencia que una súplica y eso provocó que la ira del hombre cambiara de estar en su hijo, a estar en él. —¡¿Cómo puedes pedirme que me calme?! ¿Cómo puedes pedirme eso, Pietro? Así que lo prensa dice es falso. Ellos alegan que es tu hijo menor, un hijo que mantuviste fuera del ojo público por sus propios deseos, sin embargo, no es así. ¡Casaste a mi hija con tu hijo bastardo! La vergüenza se apoderó de Aleksander al mirar el rostro perplejo de Rebecca, quien le miraba atónita e intentaba pensar en la forma de controlar a su padre.Su hermana mayor formulaba una risilla burlona que hizo a la italiana sentirse patética, pero no por ella, si no por la actitud de su herma
Horas después, salieron de la recepción que celebraba su boda, para ir a la mansión de su padre. No le entusiasmaba la idea de vivir ahí pero no podía hacer nada por evitarlo, estaba a su merced.—Creo que vivir con tus padres no es mala idea —dijo Rebecca mientras miraba a través del vidrio del auto. Observaba la enorme casa que algún día le acogió como su hogar pero que ella no sentía como tal—. Solo es cuestión de aclimatarse. —¿Lo crees?—Claro.—Pues entonces es que no conoces a mi madrastra en realidad, esa mujer es el diablo, no quiero decirte lo que me ha hecho pasar porque me avergüenza de verdad, pero es una persona cruel y despiadada, créeme, será un infierno vivir con ella todo este tiempo —comentó él con pesar mirando de reojo al chofer quien parecía más concentrado en la carretera que en su conversación.Miraba a Rebecca de reojo y pensaba en ella, era su esposa, hermosa, elegante y él apenas podía llevar la etiqueta con perfección. Su andar era simplemente delicado y el
Thomas Russo miró al joven con marcada curiosidad, sus ojos analizaban cada detalle del joven buscando un parecido que encontró de inmediato, se parecía a Bianca su hija quien le había hecho una de las mayores deshoras al involucrarse con un hombre casado. Ella se fue de la casa, alegando que aquel hombre la amaba y se marchó del ala protectora de su padre quien en ese momento era un magnate en ascenso, apenas y era la sombra de lo que era ahora.El anciano caminaba con lentitud, no le gustaba que la gente le siguiera a todos lados como el presidente de la compañía multinacional que era, le gustaba la soledad, una que se había convertido en su fiel compañera luego de la muerte de su esposa.—¿Así que eres un Salvatore? —Así es señor… mi padre…—Pietro, el muy famoso Pietro Salvatore, lamento decirte que no por las razones que cualquier hijo espera que se recuerde a su padre. Ha sido un gran magnate en su apogeo, pero ahora, con la muerte de su hijo, tu hermano mayor, las cosas se han
—¡Aleksander! —gritó su padre saliendo del despacho con el periódico en la mano, sus ojos no podían apartarse de la imagen, mucho más cuando Bruno le llamó para informarle que el precio de las acciones habían subido mucho más y que ahora se recuperaban de forma exitosa. Sus ojos estaban extasiados ante las nuevas noticias. El castaño se encontraba mirando unos documentos que leía de manera concentrada en su habitación pues su padre no le daba acceso aún al despacho que alguna vez perteneció a su hermano y Alessia se negaba rotundamente a que entrara allí, desde su perspectiva ese lugar era solo de su hijo. La puerta se abrió de manera avasalladora dejando ver a Pietro con el periódico en la mano.—Explícame esto —ordenó—. ¿Dime cómo fue que terminaste en la reunión financiera de Thomas Russo? No me informaste de que asistirías y tampoco preguntaste si podías hacerlo. No te estoy recriminando, solo te hago una observación pues arriesgaste, pero ganaste.Luego de aquella reunión donde q
Un lujoso auto se estacionó en la entrada de la mansión Salvatore, una mujer de ya muy entrada edad bajó de él, usaba zapatos de diseñador y un bolso de Louis Vuitton que le daban un aire imponente. Su cabello estaba peinado en un corte varonil dándole un aire a Amanda Presley en la película “The Devil wears Prada”. Alessia Salvatore esperó a la mujer en la puerta, eso era trabajo de Pietro, pero había recibido una llamada de emergencia y tuvo que responder.—Han pasado unos cuantos días—comentó Alessia.—Podrían pasar años y siempre tengo la misma sensación amarga en la garganta cada vez que te veo. ¿Dónde está Pietro? ¿Acaso se ha vuelto tan maleducado como para no salir y recibir a su madre? Supongo que esa será otra de las costumbres que has adquirido en tu presencia. Los ojos de Stella Salvatore recorrieron a su nuera de arriba a abajo, si en el mundo existía alguien con la capacidad de derrumbar la confianza de la soberbia mujer, esa sin duda, era su suegra. Siguió de largo dejá