Thomas Russo miró al joven con marcada curiosidad, sus ojos analizaban cada detalle del joven buscando un parecido que encontró de inmediato, se parecía a Bianca su hija quien le había hecho una de las mayores deshoras al involucrarse con un hombre casado. Ella se fue de la casa, alegando que aquel hombre la amaba y se marchó del ala protectora de su padre quien en ese momento era un magnate en ascenso, apenas y era la sombra de lo que era ahora.El anciano caminaba con lentitud, no le gustaba que la gente le siguiera a todos lados como el presidente de la compañía multinacional que era, le gustaba la soledad, una que se había convertido en su fiel compañera luego de la muerte de su esposa.—¿Así que eres un Salvatore? —Así es señor… mi padre…—Pietro, el muy famoso Pietro Salvatore, lamento decirte que no por las razones que cualquier hijo espera que se recuerde a su padre. Ha sido un gran magnate en su apogeo, pero ahora, con la muerte de su hijo, tu hermano mayor, las cosas se han
—¡Aleksander! —gritó su padre saliendo del despacho con el periódico en la mano, sus ojos no podían apartarse de la imagen, mucho más cuando Bruno le llamó para informarle que el precio de las acciones habían subido mucho más y que ahora se recuperaban de forma exitosa. Sus ojos estaban extasiados ante las nuevas noticias. El castaño se encontraba mirando unos documentos que leía de manera concentrada en su habitación pues su padre no le daba acceso aún al despacho que alguna vez perteneció a su hermano y Alessia se negaba rotundamente a que entrara allí, desde su perspectiva ese lugar era solo de su hijo. La puerta se abrió de manera avasalladora dejando ver a Pietro con el periódico en la mano.—Explícame esto —ordenó—. ¿Dime cómo fue que terminaste en la reunión financiera de Thomas Russo? No me informaste de que asistirías y tampoco preguntaste si podías hacerlo. No te estoy recriminando, solo te hago una observación pues arriesgaste, pero ganaste.Luego de aquella reunión donde q
Un lujoso auto se estacionó en la entrada de la mansión Salvatore, una mujer de ya muy entrada edad bajó de él, usaba zapatos de diseñador y un bolso de Louis Vuitton que le daban un aire imponente. Su cabello estaba peinado en un corte varonil dándole un aire a Amanda Presley en la película “The Devil wears Prada”. Alessia Salvatore esperó a la mujer en la puerta, eso era trabajo de Pietro, pero había recibido una llamada de emergencia y tuvo que responder.—Han pasado unos cuantos días—comentó Alessia.—Podrían pasar años y siempre tengo la misma sensación amarga en la garganta cada vez que te veo. ¿Dónde está Pietro? ¿Acaso se ha vuelto tan maleducado como para no salir y recibir a su madre? Supongo que esa será otra de las costumbres que has adquirido en tu presencia. Los ojos de Stella Salvatore recorrieron a su nuera de arriba a abajo, si en el mundo existía alguien con la capacidad de derrumbar la confianza de la soberbia mujer, esa sin duda, era su suegra. Siguió de largo dejá
Las palabras cargadas de verdad siempre terminaban hiriendo a alguien y ese fue el caso de Clement, quien lo miró con enfado para luego marcharse chocando su hombro con rabia. Alek apretó la mandíbula. ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil con esas personas? Lo único que quedaba claro era que odiaban a todo el mundo que no tuviera su estatus y ponían arriba en la pirámide de las cosas importantes al dinero. Aleksander tenía otras prioridades, necesitaba tener contento a su padre para que éste siguiera costeando el hospital de su tía y a la par, crecer para que Rebecca no tuviera que sentir vergüenza por tener un marido pelele que se dejaba pisotear con cualquiera. Era innegable que el anciano Thomas Russo era un magnífico socio y debía intentar ganárselo, aunque eso ya ocurría de forma natural. Antes de darse cuenta, tenía una tarjeta en la mano, una tarjeta VIP con la que podía ingresar allí automáticamente. —Con esto podrá entrar aquí fácilmente, el señor Russo le ha dado la pre
Rebecca recordó durante todo el día las palabras de Aleksander, tenían pensamientos completamente diferentes. Ella lo creían un buen hombre a pesar de su posición, para ella era mas importante quien era como persona que cuanto dinero tenia en su cuenta bancaria. Cuando llegó a su casa fue recibida con normalidad por su madre y su padre se mantuvo distante pero no evito su educado saludo. —Me alegra que hayas recordado que tu esposo no es aceptado en esta casa. Suficiente tengo con saber que es un donnadie como para también tenerle que ver la cara durante las reuniones familiares—murmuró Alfredo haciendo un gesto de desagrado que hizo a Rebecca suspirar con agobio—. Pensé que se presentaría después de tomarse esa foto con Thomas Russo. —Aleksander está ocupado trabajando, padre.—¿Cómo Pietro puede tenerle confianza? —cuestionó su hermana Camille.—Es un hombre capaz, inteligente, parecen dudar demasiado de su conocimiento en los negocios, pero puedo asegurar que mucho mas inteligent
Una oportunidad de ganar, tan simple pero tan complicada a la vez. Un concurso era una buena herramienta para probarse así misma que podía hacer mucho mas que servir como tapete para limpiar la humillación que diariamente le causaba su familia. Camille parecía confiada, pero cualquiera que fuera el resultado de aquella competencia, su hermana daría todo, pagando a otros para que lo hicieran por ella, pero daría la lucha para ganar. —Es indudable que posiblemente tu hermana reciba una invitación—comentó su padre llamando la atención de todos los que compartían la mesa, incluso su madre quien levantó las cejas, sorprendida de que mencionara algo como eso—. Parece ser que Aleksander se gana el apreció del viejo Thomas Russo. Ese anciano tiene mas dinero y poder que cualquiera de nosotros juntos, siempre callado, siempre denotando poderío. —No creo que dure demasiado, considerando que Aleksander puede meter la pata con él, en cualquier momento. El viejo puede parecer llevadero, pero pu
Claydon, el enorme bróker de inversión americano. Anualmente aquel enorme corporativo visitaba a los magnates poderosos de Italia con el afán de encontrar en el viejo continente buenas fuentes de inversión. En el pasado y en sus mayores momentos de auge, Pietro había amasado una buena fortuna jugando con la bolsa. En los momentos que enfrentaba su empresa no era nada prudente invertir y en una inversión tan poco estable y de alto riesgo como la de Claydon era mejor no jugar. Eso pensaba Aleksander mientras bajaba del auto. Su chofer, uno que su padre le había brindado, le abrió la puerta y el pudo observar el enorme condominio. Invertirás—eso le había dicho su padre con marcada decisión sin tomar en cuenta la advertencia de su hijo. Había mirado las cuentas y buscara la forma que buscara, no tenía otra opción, ni una sola vía de escape abierta para intentar controlar el desastre que seria perder todo el dinero que su padre deseaba poner en juego. Al entrar, comprendió que no era el
Rebecca casi saltó de gozó cuando una invitación llegó para ella cerca del mediodía. Para su mala suerte la tarjeta tenia un destinatario que podría generar cierta confusión “Para la señora Salvatore”. Alessia se la había arrebatado de las manos al mirar que era el Corporativo Russo, sin embargo, cuando abrieron el documento se encontraron con la sorpresa de que dentro tenía su nombre “Querida, señora Rebecca Salvatore, el corporativo Russo tiene el honor de invitarla a…”—No puedo creerlo.—Es para mí—repuso Rebecca arrebatando de las manos de la madrastra de su marido aquella carta que le pertenecía. La gala Russo era uno de los eventos mas importantes para la sociedad italiana y Rebecca tenia en sus manos la oportunidad para formar parte de ello. Sus ojos brillaron, no tenía dudas en podría intentar ganar y hacerse un lugar delante de todas esas mujeres que siempre la habían menospreciado. Rebecca miró aquella invitación con esperanza. Ella tenia claras intensiones de formar un eq