— No sé de qué te extrañas, llevamos tres años casados y hemos estado juntos solo cinco días — explicó ella llena de sentimientos encontrados.
Por un lado, maldecía esos cinco días, por el otro se volvía loca de amor al pensar que dentro de ella había un pequeño bebé creciendo, uno que no crecería con la indiferencia total de su padre y tampoco con la culpa de ser lo que lo amarrara a ella.Sabía que su esposa tenía razón, no era, ni había sido un buen esposo, todo lo contrario la había tratado como mucha frialdad e indiferencia. La única razón, era porque le costaba aceptar que si él era feliz era a causa de su padre, quien lo había obligado a unir su vida a esa mujer. Jareth creyó que se aburriría de su esposa, que tras firmar el divorcio encontraría motivos para alejarse de ella, pero tras conocerla y enamorarla, él también lo había hecho, pero no podía tolerar el hecho que había sido una imposición de su padre, una manera de salvar el negocio familiar y al mismo tiempo hacerlo crecer.Así que la había evitado, la había hecho cargar con su molestia y al mismo tiempo le daba la excusa perfecta para mantenerse alejado de su esposa, y no aceptar sus sentimientos tanto propios como los de ella.— Ya se hizo la fusión, así que no pierdes nada, solo un estorbo al que no tienes en cuenta, firma para que pueda arreglar mi vuelta a Londres y marcharme mañana mismo.Tenía la excusa perfecta para divorciarse, para ser libre, en sus manos. Él había pensado desde un principio casarse y al año divorciarse, más se encontró buscando motivos esos tres años para no hacerlo. Ahora era ella quien quería el divorcio, ¿por qué? ¿Acaso había encontrado a alguien más?Jareth no pudo permanecer más tiempo sentado tras el escritorio, se levantó con los papeles en las manos hasta quedar a un lado de ella, necesitaba las respuestas a las preguntas que rondaban en su cabeza.—Dime, ¿acaso has encontrado a otro hombre? ¿Por eso es que quieres el divorcio?— le preguntó tomándola de su mentón y así obligarla a verlo.Ella se sorprendió de la forma en que se acercó y maldijo internamente por el contacto de sus dedos que la hicieron estremecer por completo ¿Otro hombre? Maldito imbécil si no había podido dejar de amarlo a pesar de verlo para alguna presentación formal y poco más, a pesar de haberse acostado con él una única vez en tres años, a pesar de todo eso ella no dejaba de estar enamorada de ese hombre y le costaba creer la frialdad con la que la observaba.— ¿Y si así fuera qué, sería lo más lógico, no crees?— preguntó sin aportar ni por un instante sus ojos de los de él, soportando estoicamente el desafío que veía en ese azul hielo que se clavaba en su mirada. — ¿Estuviste tres años ignorándome por eso, por qué había alguien más?Se apartó de él y giró el rostro intentando contener las lágrimas que amenazaban con salir, le dolían mucho los ojos, aun así pudo contenerlas, pero no lo volvería a mirar, al menos no si quería que no notara como estaba.— Yo me casé enamorada de ti, sabes, pero era solo un negocio para ti, así que por favor firma necesito volver a casa, a mi casa, no a ese lugar frío que se ha convertido en mi prisión.Las palabras de ella fueron como una losa que cayó sin ningún tipo de piedad sobre su cabeza y su corazón, ahora que ella se iba es que se daba cuenta de lo que la quería. Se acercó nuevamente a ella, incapaz de esta vez negarse el estar cerca de ella como otras veces, acunando su rostro con su mano izquierda—Por favor quédate— le pidió viéndola a los ojos— si lo haces todo será diferente— susurro eliminando la distancia entre su rostro y el de ella— prometo cambiar, déjame romper esos papeles.— Yo…— su aliento la mortificaba,su boca tan cerca la enloquecía, esa forma de latir que tenía su propio corazón tejía unos hilos invisibles que la mantenían sin querer alejarse de él — ¿Por qué ahora?— susurró contra su boca — En navidad yo creí que tú… — negó alejándose de él — pero solo fue un espejismo, no quiero volver a pasar por eso.—Sé que te he herido — Murmuró cerrando sus ojos al sentir su aliento, si ella supiera lo que provocaba en él haciendo eso— lo sé, sé lo que creíste, porque yo también lo sentí — estuvo a punto de eliminar la distancia entre ellos antes de sentir que ella se alejabaNo podía permitir que lo hiciera, la detuvo en el acto, tomándola del talle de su cintura, aferrándose a ella, incapaz de resistirse más a no besarla.—Lo volveré a pedir una vez más… quédate Claire…— pidió rozando sus labios, los cuales temblaron ante el roce entre los de su esposa, obligándose a abrir los ojos y poder ver cómo ella los cerraba antes de corresponder a su besoEra incapaz de resistirse a él, pasó los brazos tras su cuello y se pegó más a él mientras correspondía ese beso con todas esas ganas contenidas de no haberlo tocado en esos tres últimos meses, con el deseo que tenía de estar con él, jadeante contra su boca, temblorosa contra su cuerpo.— ¿Por qué te marchaste de nuevo entonces?— ni siquiera se atrevió a abrir los ojos después de aquello para no encontrarse con su mirada y darse cuenta de que no era cierto.—Tenía que hacerlo— murmuró sin ser capaz de darle una respuesta que lo hiciera parecer vulnerable.Todavía le estaba costando aceptar que estaba enamorado de ella.—Dime que no te irás…Parecía tan real que Claire casi lo cree de nuevo, como el día en que le pidió que se casara con él en ese barco y también tres meses atrás cuando concibieron a…— No, lo siento, debo irme— no sabía de dónde salía esa fuerza de voluntad, pero lo que sí hizo fue poner las manos sobre su pecho y apartarlo para marcharse — Firma, por favor.Si ella deseaba el divorcio se lo daría, pero le haría pagar su decisión. No sería bueno que ella le demostraría de lo que él era capaz. Jamás se había considerado una persona capaz de sentir rencor por nadie, pero no podía dejar de sentir rencor por ella.—¿Así que solo has venido hasta aquí por qué quieres mi firma?— Jareth sonrió de manera sarcástica y arrogante, tomando su pluma fuente favorita, agachándose sobre su escritorio para estampar su rúbrica y darle los papeles en sus manos.—Ya está hecho, ahora puedes irte. Solo espero que no te arrepientas después de tu decisión.Lo vio estampar su firma con tanta impasibilidad que sus ojos se humedecieron, pero era mejor así, se tocó el vientre todavía plano y negó. No podía quedarse ¿Ni siquiera era realmente su esposa, no ganaba nada estando ahí?Dudo si por un instante debería contárselo, pero luego pensó que no, que en realidad solo eran sus ganas de que él la retuviera y sabía que lo haría, le daría muy mala prensa al CEO divorciarse de su mujer embarazada, pero no lo quería así, ella quería que la amara, pero en el corazón humano no se puede mandar.— Adiós Jareth— dijo convencida caminando hasta la puerta, debía salir rápidamente de ahí antes de que él se diera cuenta de esas lágrimas que empezaban a resbalar por sus mejillas.Jareth se encontró terminando la semana en la casa que evitó por más de tres años visitar, hasta la navidad pasada que estuvo por cinco días viviendo ahí.— Robert lleva mis maletas al coche, por favor— pidió Claire recordando el pequeño desprendimiento placenta que había dicho el ginecólogo que tenía y por el cual debía intentar hacer reposo y no coger peso, según lo indicado, si cumplía con el reposo el desprendimiento se arreglaría solo.Cuando llegó al salón se encontró con Jareth ahí, hubiera imaginado cualquier cosa, excepto ver a su esposo en la casa a la que no había acudido nunca, a excepción de las pasadas navidades.— ¿Vienes a buscar las llaves personalmente?— preguntó ella, observando como los papeles que le había dado el ginecólogo estaban en la mesa, justo al lado de donde estaba él, desviando la mirada rápidamente para que no se diera cuenta de que algo le ocultaba.Él tomó los papeles en sus manos, necesitaba entretenerse en algo que no fuera el dolor que le provocaba
Fueron cinco años los que habían pasado desde la última vez que Jareth había visto a Claire Owens, porque estaba seguro de que ella había vuelto a su antiguo nombre de soltera, y pese a todo ese tiempo, él todavía no era capaz de olvidarla del todo.Pero la vida seguía y como buen hombre de negocios y algo chapado a la antigua, tras cinco años ya no le importaba sanar su corazón, todo lo contrario, debía centrarse en formar una familia y asegurar una próxima generación de Mars que heredaría el imperio que él estaba construyendo. Por eso se había comprometido no hace mucho con la bellísima Eleonor Richards, la hija de uno de sus socios, era una más que adecuada compañera.Eleonor era hermosa, virtuosa y calmada, pero pese a todas sus virtudes, no era ella, Ninguna mujer era Claire, el vivía sin poder alejar la sombra de su ex esposa. Pensar en su ella lo hizo suspirar y dudar por un momento de lo que estaba haciendo.¿Habría encontrado un buen hombre que la amara?Reflexionar en eso h
Al menos había logrado estar más de 10 minutos sin ver quienes llegaban a la boda. Se decía, a él mismo, que no era a ella a quien esperaba. Que solo era curiosidad por ver quienes eran lo que habían aceptado la invitación a la boda. Además, no era como si pudiera evitar eternamente encontrarse con ella, sus compañías eran socias y juntas eran un gran conglomerado internacional, por lo que tarde o temprano ella se haría cargo de la filial de Inglaterra una vez su padre dejara la presidencia.Un mesero pasó justo a un lado de él, llevándolo a tomar un par de copas más y así ocupar sus dos manos, pero justo en ese momento uno de los invitados chocó con el mesero, llevándolo a regar una de las copas sobre su propia chaqueta.—Lo siento— se disculpó la persona.Jareth solo sonrió, a pesar de no querer hacerlo, dejando las dos copas en la mesa, y quitándose la chaqueta, evitando ver quien entraba en ese momento a la recepción del brazo de alguien más.— Repasémoslo una última vez, eres el
Le costaba mantenerse alejado de ella, era como si Claire se hubiera convertido en un gran imán que no hacía más que atraerlo hacia ella.—Claire…— susurró su nombre como nunca antes se atrevió a hacerlo. La voz de Jareth estaba cargada de sensualidad, de deseo puro y contenido.Un deseo que había estado por cinco años creciendo en su interior. El hombre sé sabia un tonto por haber perdido a esa mujer que ahora se encontraba tan cerca de él y al mismo tiempo tan lejos.Jareth Mars, era de los hombres que no bebía jamás, porque no lo llevaba bien, era de tolerancia cero para las bebidas cargadas de alcohol. Él lo sabía y por eso evitaba tomarlas. Pero en esta ocasión no pudo evitar buscar en el alcohol la valentía que le faltaba para acercarse a su exesposa.Una valentía que le había dado la idea de encerrarse con ella en el baño y así poder hablarleSu intención era solo hablar con ella, pero una vez sus labios tocaron los de su exesposa, no podía hacer otra cosa más que seguir besá
Sus labios buscaron con hambre los labios de su exesposa mientras su cuerpo cobraba un ritmo más que demandante en cada una de sus embestidas. Adorando volver a sentirse unido a ella, volviendo a sentirla suya una vez más.Sus manos se aferraron con fuerza a las caderas de Claire, evitando que pudiera moverse o alejarse de él. No podía permitirlo, no deseaba darle ningún momento donde no pudiera sentirlo, sus labios no solamente reclamaban los de ella, también la piel de su cuello, de sus senos. La reclamaba por completo, como siempre debió haberlo hecho en el pasado, pero que por gilipollas no había podido hacer.Esas manos sobre su cuerpo hacían que Claire, se olvidara de todo menos del hombre que la estaba poseyendo, que la volvían a llevar una vorágine de placer difícil de resistir.—Si, Jareth… así…— exclamó ella cuando él logró dar con el ángulo correcto, haciendo no solo a su cuerpo estremecer, también lograba que su corazón volviera a latir con tal intensidad que por un momen
Claire levantó la mirada para observar a Jareth. Haber tenido un orgasmo como el que acababa de experimentar, la hacía todavía más consciente de lo mucho que había perdido esos años con él, aunque jamás podría haberse arrepentido de ello, porque si no sus hijos no existirían, y ellos eran lo mejor que le había pasado nunca.«Hijos, mierda» Pensó Claire, como no tenía sexo con nadie, ni siquiera usaba ningún método anticonceptivo habitual. No había reflexionado en ello mientras estaba disfrutando de ser poseída por su exmarido, pero inevitablemente estar con él le había hecho reflexionar en sus hijos y en que no quería más, al menos no de esa manera ni con él.Se acomodó el vestido y buscó el pintalabios en su pequeño bolso de fiesta, luego se giró y observó a su exmarido quién parecía querer decir algo, pero no decidirse; sin embargo, ella sí tenía algo que decir, algo que había querido decirle o más bien hacerle sentir durante todos esos años.Se giró y pasó la mano con suavidad por
— Perdonen yo… Un momento tengo que hacer una llamada importante.Claire salió de su despacho intentando no verse tan histérica como lo estaba y llamó rápidamente a la guardería.— Helen, por favor, por nada del mundo, traigan hoy a los niños a la oficina.— pidió recordando que a veces sus hijos insistían tanto en verla, que los llevaban a última hora y a ella le encantaba recibirlos, normalmente, pero no ese día.— Como diga, señora.Claire volvió a entrar y caminó muy sería hasta su exesposo, revisándolo de arriba a abajo.— Este es mi territorio, el tuyo queda al otro lado del charco, así lo decidimos. El concurso es en un maldito mes y te aseguro que odiaría tenerte aquí un mes entero, así que olvídate de eso.—Así que has adivinado que yo sería el arquitecto por parte de Art Life que competiría contigo.— Eres el único de la sucursal americana que puede competir conmigo — Ella no lo reconocería, pero admiraba el trabajo de Jareth, siempre lo había hecho, fue una de las cosas que
Christian se sorprendió al llegar a la firma y encontrar a todo el mundo cuchicheando, no es que no se dieran cuchicheos entre los cubículos de los arquitectos, becarios y asistentes, pero ninguno como el que se daba ese día.Todos estaban atentos al área de la cocina o de descanso del recinto.—¿Qué ocurre?— preguntó Christian Mars uniéndose a un grupo de empleadas que todavía no se había percatado de su presencia y seguía su atención fija en lo que ocurría en ese pequeño sitio.—El hijo del director Mars está ahí adentro con la señora Claire y desde hace rato están peleando. —Bueno, según me comenta el chico de recursos humanos, ellos dos empezaron a tirarse miradas asesinas desde que ambos se toparon en la entrada principal. Comentó una de las chicas sin prestar atención a quien daba la primicia de su chisme.—Si, pero según me comentó el chico del área de soporte, la cosa se intensificó al tomar el arquitecto Jareth Mars la taza favorita de la señora Mars.Las dos empleadas volt