— No sé de qué te extrañas, llevamos tres años casados y hemos estado juntos solo cinco días — explicó ella llena de sentimientos encontrados.Por un lado, maldecía esos cinco días, por el otro se volvía loca de amor al pensar que dentro de ella había un pequeño bebé creciendo, uno que no crecería con la indiferencia total de su padre y tampoco con la culpa de ser lo que lo amarrara a ella.Sabía que su esposa tenía razón, no era, ni había sido un buen esposo, todo lo contrario la había tratado como mucha frialdad e indiferencia. La única razón, era porque le costaba aceptar que si él era feliz era a causa de su padre, quien lo había obligado a unir su vida a esa mujer. Jareth creyó que se aburriría de su esposa, que tras firmar el divorcio encontraría motivos para alejarse de ella, pero tras conocerla y enamorarla, él también lo había hecho, pero no podía tolerar el hecho que había sido una imposición de su padre, una manera de salvar el negocio familiar y al mismo tiempo hacerlo cre
Jareth se encontró terminando la semana en la casa que evitó por más de tres años visitar, hasta la navidad pasada que estuvo por cinco días viviendo ahí.— Robert lleva mis maletas al coche, por favor— pidió Claire recordando el pequeño desprendimiento placenta que había dicho el ginecólogo que tenía y por el cual debía intentar hacer reposo y no coger peso, según lo indicado, si cumplía con el reposo el desprendimiento se arreglaría solo.Cuando llegó al salón se encontró con Jareth ahí, hubiera imaginado cualquier cosa, excepto ver a su esposo en la casa a la que no había acudido nunca, a excepción de las pasadas navidades.— ¿Vienes a buscar las llaves personalmente?— preguntó ella, observando como los papeles que le había dado el ginecólogo estaban en la mesa, justo al lado de donde estaba él, desviando la mirada rápidamente para que no se diera cuenta de que algo le ocultaba.Él tomó los papeles en sus manos, necesitaba entretenerse en algo que no fuera el dolor que le provocaba
Fueron cinco años los que habían pasado desde la última vez que Jareth había visto a Claire Owens, porque estaba seguro de que ella había vuelto a su antiguo nombre de soltera, y pese a todo ese tiempo, él todavía no era capaz de olvidarla del todo.Pero la vida seguía y como buen hombre de negocios y algo chapado a la antigua, tras cinco años ya no le importaba sanar su corazón, todo lo contrario, debía centrarse en formar una familia y asegurar una próxima generación de Mars que heredaría el imperio que él estaba construyendo. Por eso se había comprometido no hace mucho con la bellísima Eleonor Richards, la hija de uno de sus socios, era una más que adecuada compañera.Eleonor era hermosa, virtuosa y calmada, pero pese a todas sus virtudes, no era ella, Ninguna mujer era Claire, el vivía sin poder alejar la sombra de su ex esposa. Pensar en su ella lo hizo suspirar y dudar por un momento de lo que estaba haciendo.¿Habría encontrado un buen hombre que la amara?Reflexionar en eso h
Al menos había logrado estar más de 10 minutos sin ver quienes llegaban a la boda. Se decía, a él mismo, que no era a ella a quien esperaba. Que solo era curiosidad por ver quienes eran lo que habían aceptado la invitación a la boda. Además, no era como si pudiera evitar eternamente encontrarse con ella, sus compañías eran socias y juntas eran un gran conglomerado internacional, por lo que tarde o temprano ella se haría cargo de la filial de Inglaterra una vez su padre dejara la presidencia.Un mesero pasó justo a un lado de él, llevándolo a tomar un par de copas más y así ocupar sus dos manos, pero justo en ese momento uno de los invitados chocó con el mesero, llevándolo a regar una de las copas sobre su propia chaqueta.—Lo siento— se disculpó la persona.Jareth solo sonrió, a pesar de no querer hacerlo, dejando las dos copas en la mesa, y quitándose la chaqueta, evitando ver quien entraba en ese momento a la recepción del brazo de alguien más.— Repasémoslo una última vez, eres el
Le costaba mantenerse alejado de ella, era como si Claire se hubiera convertido en un gran imán que no hacía más que atraerlo hacia ella.—Claire…— susurró su nombre como nunca antes se atrevió a hacerlo. La voz de Jareth estaba cargada de sensualidad, de deseo puro y contenido.Un deseo que había estado por cinco años creciendo en su interior. El hombre sé sabia un tonto por haber perdido a esa mujer que ahora se encontraba tan cerca de él y al mismo tiempo tan lejos.Jareth Mars, era de los hombres que no bebía jamás, porque no lo llevaba bien, era de tolerancia cero para las bebidas cargadas de alcohol. Él lo sabía y por eso evitaba tomarlas. Pero en esta ocasión no pudo evitar buscar en el alcohol la valentía que le faltaba para acercarse a su exesposa.Una valentía que le había dado la idea de encerrarse con ella en el baño y así poder hablarleSu intención era solo hablar con ella, pero una vez sus labios tocaron los de su exesposa, no podía hacer otra cosa más que seguir besá
Sus labios buscaron con hambre los labios de su exesposa mientras su cuerpo cobraba un ritmo más que demandante en cada una de sus embestidas. Adorando volver a sentirse unido a ella, volviendo a sentirla suya una vez más.Sus manos se aferraron con fuerza a las caderas de Claire, evitando que pudiera moverse o alejarse de él. No podía permitirlo, no deseaba darle ningún momento donde no pudiera sentirlo, sus labios no solamente reclamaban los de ella, también la piel de su cuello, de sus senos. La reclamaba por completo, como siempre debió haberlo hecho en el pasado, pero que por gilipollas no había podido hacer.Esas manos sobre su cuerpo hacían que Claire, se olvidara de todo menos del hombre que la estaba poseyendo, que la volvían a llevar una vorágine de placer difícil de resistir.—Si, Jareth… así…— exclamó ella cuando él logró dar con el ángulo correcto, haciendo no solo a su cuerpo estremecer, también lograba que su corazón volviera a latir con tal intensidad que por un momen
Claire levantó la mirada para observar a Jareth. Haber tenido un orgasmo como el que acababa de experimentar, la hacía todavía más consciente de lo mucho que había perdido esos años con él, aunque jamás podría haberse arrepentido de ello, porque si no sus hijos no existirían, y ellos eran lo mejor que le había pasado nunca.«Hijos, mierda» Pensó Claire, como no tenía sexo con nadie, ni siquiera usaba ningún método anticonceptivo habitual. No había reflexionado en ello mientras estaba disfrutando de ser poseída por su exmarido, pero inevitablemente estar con él le había hecho reflexionar en sus hijos y en que no quería más, al menos no de esa manera ni con él.Se acomodó el vestido y buscó el pintalabios en su pequeño bolso de fiesta, luego se giró y observó a su exmarido quién parecía querer decir algo, pero no decidirse; sin embargo, ella sí tenía algo que decir, algo que había querido decirle o más bien hacerle sentir durante todos esos años.Se giró y pasó la mano con suavidad por
— Perdonen yo… Un momento tengo que hacer una llamada importante.Claire salió de su despacho intentando no verse tan histérica como lo estaba y llamó rápidamente a la guardería.— Helen, por favor, por nada del mundo, traigan hoy a los niños a la oficina.— pidió recordando que a veces sus hijos insistían tanto en verla, que los llevaban a última hora y a ella le encantaba recibirlos, normalmente, pero no ese día.— Como diga, señora.Claire volvió a entrar y caminó muy sería hasta su exesposo, revisándolo de arriba a abajo.— Este es mi territorio, el tuyo queda al otro lado del charco, así lo decidimos. El concurso es en un maldito mes y te aseguro que odiaría tenerte aquí un mes entero, así que olvídate de eso.—Así que has adivinado que yo sería el arquitecto por parte de Art Life que competiría contigo.— Eres el único de la sucursal americana que puede competir conmigo — Ella no lo reconocería, pero admiraba el trabajo de Jareth, siempre lo había hecho, fue una de las cosas que