Capítulo 03

Entro a la casa de mis padres trayendo conmigo todos los recuerdos de hace unos días atrás ¿como me hace verles cara de nuevo? Los odio! Odio que me hagan venir a este lugar a celebrarlos a ellos.

Veo a said parece discutir con el papá de alejandro, mi corazón late rápido pero antes de que mi mente o cuerpo reaccionen mi madre se acerca a mi y con "cuidado" me toma del brazo para llevarme hasta donde están todos.

sonrio falsamente a todos, mi madre llama la atencion de todos los presentes.

—Estamos muy felices de que sigamos siendo familia —la oigo decir.

Quiero vomitar por tener que estar aquí.

Veo a leandra quien sonríe como una tonta y se sonroja cuando voltea hacia Alejandro.

—Pienso lo mismo —Dice el padre de alejandro Gustavo—. Brindemos por los futuros novios. 

Todos levantan las copas, cuando salí de mi departamento, creí que esto sería más fácil, que podía comportarme como una perra ante todos y echar a perder la noche de leandra y de mi madre por obligarme a venir pero no puedo, ni siquiera se como hacerlo.

Me veo obligada a levantar la copa de vino y brindar.

Mi madre me mira y me sonrie antes de decir: —Antes de pasar al gran salón ¿No deseas decirle algo a tu hermana, Alaya? 

La odio, los odio a los tres, a veces pienso que ni siquiera soy de esta familia. 

—Por supuesto — Levanto mi copa medio llena hacia su dirección. —Felicidades, hermana, cuñado —las palabras brotan de mi garganta como púas que me desgarran—. Les deseo una vida plena y llena de amor, los dos son el uno para el otro. Espero que sean muy felices. 

La gente parece aceptar lo que digo y me acompañan al brindis, mi madre asiente, satisfecha de lo que impulsó, yo por mi parte, dejando que todos pasen al salón para comenzar con el baile, cambio de rumbo y me dirijo a uno de los balcones principales. 

Las lágrimas arden en mis ojos cuando llego, siempre he sido fuerte, pero esto es más grande que yo, u hora más, después, todo habrá acabado, pienso marcharme a Italia, vivir un tiempo allá alejarme de todo.

—Alaya

La voz de Alejandro me obliga a limpiarme rápido los surcos que dejó mi llanto silencioso, por mis mejillas. 

Desato mi patético ataque verbal respondiendo

— Vete de aquí no quiero hablar contigo

Sigo dándole la espalda, viene un silencio que me hace creer que se ha marchado, hasta que el sonido de sus pasos, mermando el espacio que nos separa, me hace voltear a verlo. 

—Ala por favor escuchame

— ¡Te dije que no quiero que te me acerques!—insisto con los puños cerrados.

No tengo nada que hablar con el, no necesito esto mucho menos aquí.

— No quiero que estemos mal —comienza— Te quiero, Alaya, aunque no lo creas, eres importante para mí lo que pasó con Leandra  fue inesperado.

Le disparo una mirada envenenada. 

—Sabes, el problema no es que te hayas enamorado de mi hermana o que te vayas a casar con ella, sino el quemee hubiese mentido por tanto tiempo— El baja la mirada. —Pero seguías con ella, mientras yo me enamoraba cada día más de ti —mi respiración se acelera.

—Sé que estoy siendo un idiota al dejar ir a una gran mujer como tú, en el corazón no se manda —de dos zancadas lo tengo frente a frente, acuna mi rostro con su mano—. Te quiero demasiado.

Pero no lo suficiente, eso ya lo sé.

—Espero que seas muy feliz con ella y de verdad espero que no te arrepientas después, porque yo ya no estaré para ti, nunca más.

Es todo, paso de largo y me dirijo al gran salón, acabo de despedirme para siempre del hombre que consideraba el amor de mi vida. Uno de los meseros pasa por mi lado, y tomo una nueva copa de vino. 

De pronto suena una melodía lenta, la canción me gusta, algunos invitados comienzan a bailar en la pista, entre ellos, Alejandro y leandra. Mis padres siguen hablando con Gustavo, no veo por ninguna parte a Said, por lo que llego a la conclusión de que se ha marchado, tal vez debería hacer lo mismo. 

"¿Ya la vieron? Mírenla, sola, escuché que Arath la dejó por su hermana" 

"Siendo sinceros, su hermana es más joven y está llena de vida, hace una mejor pareja que con ella"

"Dicen que los descubrió teniendo sexo el día de su cumpleaños"

"Qué mal, no me gustaría estar en sus zapatos"

Bebo de una, mi trago, esas personas son unas víboras, a lo lejos, observo a mi hermana menor, bailando abrazada casi como un koala a el. Ella me mira con altanerismo, no aguanto más este circo, me pongo de pie comenzando a caminar hacia la salida cuando la música se detiene y comienza otra. Estoy llegando cuando alguien tira de mi mano y comienza a arrastrarme hacia la pista de baile. 

Levanto la mirada, se trata de Said.

—¿Qué haces? —trato de soltarme de su agarre. 

Llegamos justo cuando las luces se vuelven tenues, la música es más lenta e incluso a lo lejos mis padres comienzan a bailar, agradezco estar en una de las orillas donde nadie nos mira. 

—¿Acaso no es obvio? —enarca una ceja con incredulidad. 

Said vuelve a tirar de mí con fuerza, hasta que Alejandro aparece para asi deter su brazo. 

Le dice —Déjala, tío, yo voy a bailar con ella

Ambos se miran como si quisieran sacarse los ojos. 

—Alaya—arguye Alejandro—. Vamos. 

Tira de mi otra mano pero me suelto. 

—¿Qué pasa? —me pregunta extrañado. 

Entrelazo mi brazo con el de Said. 

—No quiero bailar contigo, voy a hacerlo con Said —le informo con el corazón latiendo frenético. 

Said no espera una respuesta, es obvio que es mayor que él, debe tener treinta años, diez años mayor que yo, pasamos a la pista y me sorprende que me arrastre hasta el centro, donde comenzamos a ser lo más llamativo de toda la velada. 

—Estás embarrando tu reputación al sacarme a bailar —le susurro—. Solo es un aviso. 

Su mano se aferra más a mi cintura. 

—Tenía que hablar contigo, es la única oportunidad que tuve —se sincera. 

Por alguna extraña razón, su respuesta me tranquiliza. 

—¿De qué trata? —inquiero con cautela. 

"Observen, como no pudo con alejandro ahora intentará con su tío, es una zorra"

"Pobre de Liliana, le salió mala la primera hija"

Me quedo mirando a las personas que susurran esas palabras, hasta que Said me da una vuelta inesperada, haciendo que mi atención vuelva a él. 

—Lo que pasó en las Vegas —apunta—. El matrimonio es real. 

Mi corazón comienza a bombear a toda velocidad. 

—No puede ser cierto —me niego—. No podemos estar casados en serio, ni siquiera lo recuerdo. 

Mis manos se aferran a sus hombros con fuerza. 

—No miento, mi abogado ha revisado todo, es legal —espeta con firmeza—. Necesitamos vernos mañana, firmaremos el divorcio y cada quien volverá a su vida. 

—Está bien. 

—Dame tu dirección y mañana mismo voy a tú…  

—Departamento —lo interrumpo, en dos días me voy a Italia y es mejor arreglar esto antes de comenzar con mi nueva vida. 

—Bien.

La música acaba, intercambiamos números, y estamos a nada de despedirnos, cuando llega rebeca, con los ojos inyectados en sangre, la ira destilando de su sistema, e intenta darme una bofetada, solo que esta vez le detengo la mano. 

—¡Eres una puta, ahora que Alejandro te ha dejado, quieres a su tío! 

La gente comienza a murmurar, Said permanece a mi lado como estatua, viendo lo que pasa a nuestro alrededor, rebeca está demasiado ebria. 

—Lo siento, no sabe lo que dice —Alejandro llega e intenta hacer que entre en razón pero ella solo sigue gritando cosas hacia mi.

Es ahí cuando mi valentía se encoge con los ojos grises, oscurecidos de… 

—Said.

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