—Los médicos lo saben.No dije nada más. Me senté en una de esas sillas aun con mis oídos tapados, tan solo anoche hacíamos el amor, estábamos felices por vivir en la casa que por años ha esperado por nosotros. No sé si el tiempo pasaba, Carlos regresó, mi celular timbraba y no contestaba, luego escuchaba a Fernanda o a Carlos decir que me veían calmado, qué este estado no les gustaba, porque no he explotado.José Eduardo se sentó a mi lado. Todos los adultos habían llegado, David, Blanca, los Abdala, los L’Charme, era una escena algo surrealista, todos vestidos para una reunión especial, encorbatados y vestidos elegantes los que se lucían en una sala de emergencia. Comencé a reír, reía por ratos y luego los labios temblaban, pero no dejaba que las lágrimas me salieran, las manos comenzaron a temblarme más fuerte.—Alejo…—José, yo me muero si se me muere Virginia.—Todo va a salir bien primo, tu mujer es fuerte.—Yo soy el culpable de esto, yo traje a Sandra a nuestras vidas. ¿Cómo v
Llegar a la casa de los Kozlov en busca de mis hijos se convirtió en uno de los peores momentos de mi vida. Ernesto se le puede decir y él aún no dimensiona lo sucedido, pero Eros no, Virginia me dijo que él solo se calma con la verdad. Había llegado en taxi, respiré profundo antes de tocar la puerta, una trabajadora me abrió, me permitió ingresar, a los minutos llegó Socorro y su esposo. Más atrás Eros corrió a mi encuentro. Lo aferré fuerte entre mis brazos.—¿Mamá se va a poner bien? —Mi hijo lloraba, debía ser fuerte—. ¿Mañana podemos verla? —seguía sin decir nada, solo lloraba.—Eros, tu abuelo…El llanto se intensificó y el desgarrador sentimiento nos conmovió a los presentes, se aferró más a mi abrazo, como pidiéndome en silencio que no lo suelte, Socorro abrazó a su esposo y Nadina llegó a la sala con su hermanito en el coche.—Mami Alexy está llorando. —dijo la niña y miraba con pesar a Eros que no dejaba de llorar en mis brazos.—Ya regreso. —Vladímir me señaló el mueble de
El padre continuaba con su narrativa.—Tú tomaste una decisión, bajo tus facultades y deseos, eso te originó una consecuencia, qué pagaste con sufrimiento y arrepentimiento. Eso no tiene nada que ver con que te culpes por los actos de otra persona, cada uno es libre de hacer lo que desee, si está bien o mal es otro tema.—Hablarlo es muy fácil, no quiero ofenderlo, pero no se puede hablar tan bien cuando nunca ha tenido las experiencias humanas de un matrimonio, un divorcio, hijos y todo lo que las personas en su mayoría tienen.—¿Me acabas de decir que soy un extraterrestre? —arrugué mi frente, miré el café. El sacerdote sonrió, preferí tomar el tinto—. El café no tiene nada, me refiero a que dijiste que no he tenido experiencias humanas. Entonces, ¿vine de la nada? —entendí mi metida de pata—. Tuve una madre y murió hace quince años, un padre que falleció hace veinticinco años, tengo hermanos, sobrinos, primos, tías, amigos. Estuve casado y tuve un hijo. —dejé el café a la mitad del
Ernesto se cruzó de brazos y se le humedecieron los ojos.—Te dije que le iba a decir.Eros era un niño de una sola palabra, en parte se parece a mí, pero con la gran diferencia que yo era egoísta, machista e infantil. Mientras que él era noble, seguro y maduro.» ¿Vas a hacerme caso ahora? —El menor afirmó—. Mami no ha escuchado tu promesa.—Voy a hacerle caso a Eros y hacer mis tareas.—Ese es mi hermano. —chocaron los puñitos, le dio un beso a su mamá y le dijo algo en el oído.—¿Quieres decirle algo a mami? —Ernesto afirmó y en la silla se paró para alcanzar a su oído.—Hola, mami, yo sí voy a hacerle caso a Eros, pero es que… mira, mami él es muy regañón. —sonreí, Eros también lo hacía, vi cómo mi hijo mayor acariciaba la mano de su madre—. Mami, despierta, el lunes para ir al colegio ¿Quién va a despertarme? Papi no sabe, él no me dice las palabras mágicas. —Le dio un beso en la frente, en la mejilla y en el vientre—. Hasta mañana hermanita.—Ernesto, ven, papá va a hablar con m
Llegué a la clínica, me encontré con Benjamín, le pedí que, si podía dejarme dormir hoy al lado de mi mujer, prácticamente se lo imploré, al final aceptó porque ya la habían sacado del coma inducido y no ha reaccionado, si le hablo puede que reaccione más rápido. Pero no voy a hablarle, voy a cantarle las canciones con las que la recordaba y otras que utilicé para conquistarla en la universidad, solo le he cantado a ella. Benjamín me acompañó.—Alejo, háblale. —afirmé.—No voy a hablarle, sino a cantarle.—Mientras no lo hagas duro, mira el lugar donde te encuentras.Me dejaron solo, la tomé de la mano. Le acaricié el cabello por un rato, escuché el corazón latente de mi hija. —Belleza, voy a cantarte un par de canciones que nunca te había cantado, pero serán la antesala, luego si cantaré todas tus canciones, esas con las cuales te enamoré y no voy a parar hasta que esos bellos ojos me miren. Sabes que soy Diomedista, escucho mucho vallenato, pero ¡sabes, el compae Diomedes es el com
La garganta seguía ardiéndome, quería tomar agua, los latidos al fondo fue la confirmación de que mi bebé seguía aferrada a mí, eso implicaba que debía dejar la rabia a un lado y pensar en el acto de mi padre. No abrí mis ojos, era consciente de que Alejandro no tenía la culpa. Pero sentía mucha rabia, ¡esa maldita le quitó la vida a mi papá!, mi papá, mi papá, no tuve tiempo de reivindicarme por no estar los últimos siete años compartiendo con él, de eso solo yo era la culpable. Comencé a llorar.—Belleza… Virginia, mi amor. —anoche su voz era lo único que quería alcanzar, esa súplica en su canto. Sentí su caricia en mi cabello—. Perdóname, todos me dicen que no soy culpable de nada, pero yo siento que sí. —abrí mis ojos y ahí estaba.—¿Qué más debemos pasar Alejandro?—¿Qué significa esa pregunta? ¿Te quieres alejar de mí?—Yo quisiera, pero tu hija o hijo no me deja. No puedo alejar a Eros y no quiero alejarme de Ernesto. —Lo vi sonreír, acarició mi rostro—. Y no eres culpable, de
Salí de la clínica quince días después, mi bebé seguía bien, aunque debía cumplir mil recomendaciones, por unos meses hasta que pase el trimestre trabajaré desde la casa, Alejandro ya me miró como quien dice, debes hacer caso. De alguna manera el que estemos casados nos había unido mucho, y eso que no hemos consumado el matrimonio como me lo dice todas las noches. Nos prohibieron tener sexo en el primer trimestre del embarazo, el ginecólogo quiere que mi bebé se encuentre más grande, aunque ya ha demostrado ser un bebé muy fuerte al seguir aferrada a mi vientre y como padres debemos facilitarle las cosas.Cómo evitar las escaleras lo más que se pueda, por eso Alejo se trajo una mesa de dibujo y los computadores de la oficina. Así me mantengo ocupada en la comodidad de la casa, todo lo puso a un lado de nuestra espaciosa habitación, por lo menos ya tenía para trabajar. Debíamos entregar la primera fase, César hace una semana se encontraba en Cancún inspeccionando el terreno con Deacon
Debía aprender a sobrellevar esa carga.—Gracias, lo que pasó conmigo desencadenó el nacimiento prematuro de Maco.—¡No le digas así!, detesto ese diminutivo. —sonríe—. César, con esa obsesión de nombres mal compuesto, así no me guste, prefiero llamarla María Constanza.—Alejandro tampoco es partidario de ese nombre.—El nombre de María era regla, y era Constanza o Enriqueta, —solté una carcajada—. No te rías, no hubo manera de convencerlo y como mi madre lo secundaba, ¿te puedes imaginar?, se aprovecharon de mi convalecencia para registrarla. Menos mal, ya no vamos a tener más hijos, César se hizo la vasectomía. Ya descanso de que el nombre de Enriqueta sea el siguiente nombre.—Maju, ya me voy. —Santos se acercó a nosotras, se despidió. Era muy simpático el niño.—¡Ya sabes! —Maju lo señaló con un dedo—. Una queja más de tu hermana y Santos viajo a Bucaramanga solo a jalarte las orejas.—Sí, señora. Ya César también me habló y me quedó claro.—Más te vale, sabes que te quiero mucho.