Habían pasado los días, mañana me entregaban los resultados del laboratorio, desde el miércoles Virginia no me dirigió la palabra, solo nos limitamos a temas laborales, mi madre pasa más tiempo en el apartamento de ella cuidando a Ernesto… Desde ayer andaba buscando las llaves de la casa, la cual será nuestro hogar, bueno si logro conseguir de nuevo que vuelva conmigo, tuve que haberlas dejado en algún lugar.Mientras buscaba me encontré con un álbum de dibujos hecho por Ernesto, eran todos los dibujos que hacía cada vez que lo traía a la oficina y al verlo, recuerdos volvieron, esos que he evitado durante la semana, eran más de veinte, al mirarlos él siempre me pintaba con él, en ningún dibujo puso a su madre, el corazón se me estrujó. Reviví los sábados en la tarde y los domingos, enseñándole a nadar en el club, las tardes en mi despacho, enseñándole a pintar. —Se me formó un nudo en la garganta—. «Papi, ¿me quieres mucho?» Recordé las madrugadas que se levantaba porque no tenía sue
Ya lo había decidido, acababa de hablar con Eros, estaba feliz, su padre ya aceptaba a Ernesto y él mañana se venía conmigo a la oficina para que hablemos con su padre. Iba a hacerle caso, me dijo que le dijera delante de él. Miré mi mano, tenía el anillo de compromiso de nuevo, el mismo de hace siete años, se lo había entregado a Fernanda aquella noche. Era evidente, se iba a enojar mañana, y puede que no quiera hablarme por un par de días. Pero después me perdonará, quiero pensar eso, lo sucedido hoy con Ernesto me dio la esperanza que necesitaba.—Belleza.El hombre de mi vida esperaba en la puerta cargando a mi otro bebé. Apagué el portátil y el computador de diseño. Tomé el bolso, apagué las luces, llegué a ellos. Le di un beso a Ernesto en la mejilla.—¿Y Elsa?—Nos dejó la casa sola, dijo que se quedaría hoy con Anita en tu apartamento, mientras nosotros cuadramos la fecha de la boda.—¿Alguna fecha en especial?Pregunté feliz. Iniciábamos la primera semana de febrero, Eros ent
Todo el cuerpo me temblaba, lo que tanto temía se había cumplido, la mirada de Alejandro era de decepción y al mismo tiempo desprecio. Caminó hacia su escritorio de manera lenta, conteniendo su ira.—Explícame Virginia Andrade, ¿con qué derecho me ocultaste a Eros Andrade?No pude hablar, ya lo sabía y con nombre propio, bendita suerte la mía, se entera justo antes de que yo se lo confiese, el labio me temblaba. Tomó la carpeta.» ¿Te refresco la memoria? —implementó su sarcasmo hiriente—. Con gusto te la refresco.—Alejandro…—Eros Andrade Burgos, hijo de Virginia Andrade Burgos, nacido el doce de enero del 2014, considerado un niño genio con un coeficiente intelectual de 216, sabe seis idiomas, ha realizado una larga lista de cursos enfocados en la medicina. En la actualidad fue matriculado en grado séptimo por decisión propia, como quedó registrado en el mismo colegio en donde estudia Julián Abdala, ya que, en palabras del rector, el niño pasa todos los temas estudiantiles, está pr
No sé si era un castigo más por mis errores, desde mi conversación con Jenaro para darme el reporte y me entregó la carpeta, al ver la foto de Eros supe que era mi hijo. Venía de reclamar los resultados de paternidad de Ernesto en donde decía que no era mi hijo, con tal tristeza me entero de que tengo un hijo de seis años, ¡seis años!, en los que no tenía ni puta idea de sus gustos, sus miedos, sus anhelos… Veía a la mujer que amaba ocasionándome el peor dolor de mi vida.—Virginia, puedo entenderte hasta el día casual de nuestro encuentro, lo merecía por el daño causado en el pasado. Pero duele el cómo con tal cinismo en estas dos semanas lo ocultaste, me viste la cara de idiota.—No Alejandro.—Duele darme cuenta el grado de odio de tu parte.—No te odio, jamás he podido. Amor…—No menciones esa palabra, no sabemos lo que significa. Por favor, tráeme…La puerta se abrió y ahí estaba mi hijo, detrás se encontraba Fernanda. No pude apartar la mirada del niño, el cual lo hacía con nerv
Fernanda me observaba y la verdad de tanto dolor y decepción no sabía qué hacer. La mejor opción para mí era quedarme quieto, aferrado a mi hijo.—Me duele que no me ame, no puedo comprender su descaro al mirarme a los ojos, hiciéramos el amor, sonriera sin decirme la verdad, siento en este instante que se burló de mí al ocultarme la existencia de un hijo. Fernanda me privó de su cercanía. No quiero dejar de abrazarlo, he perdido tanto tiempo. Todo me duele y eso que me falta enfrentar lo de Ernesto. —Alejo, no lo recuperarás en un día, deja a tu corazón sanar, no pienses que ella lo hizo para vengarse, sabes lo mucho que ha sufrido Virginia, tú eras su vida entera, y ahora solo tenía miedo, era consciente de que la repudiarías, por eso solo quiso tener nuevos recuerdos contigo.—No quiero verla, mientras asimilo todo, no quiero verla, solo por temas laborales, si puedes evitar eso te lo agradezco.—¿Sigues pensando en usar un juzgado para determinar el tiempo?, Eros no es una merca
Todos me lo advirtieron, y como me dijo el padre, antes de haber intimado de nuevo debí contarle. Sus actos por terminarme de ese modo tuvieron una consecuencia, no era lo correcto ocultarlo, pero podía justificarse, y por el actuar de los dos le costó seis años de cariño a mi hijo. Pero estos días, desde mi reencuentro, es lo que me condenaba y me hacía la villana. No tenía a nadie a quien culpar más que a mí misma por ser tan egoísta, yo y solo yo soy era la culpable.Alejandro no tenía desprecio en su mirada, no era ese el sentimiento que afloraba su mirada. Era de decepción. Fui testigo de ver cómo mi imagen se destruía en su mirada, piensa que lo hice por venganza y tal vez fue así. Eros se había mantenido a mi lado, era tarde, pronto se dormirá, además extrañamos a Ernesto, hoy no iba a dormirlo, el alma me duele, Fernanda hace una hora se fue.Todo lo que ella dijo fue el resumen de lo que por separado me habían dicho mis padres, Elsa, Ezio, Bastián, Maju y Blanca. Hasta las pa
Era mi décima canción, mis amigos llegaron temprano, la discoteca estaba a punto de reventar. Me falta la última tanda de cinco canciones más. Ya era la una, en diez minutos debía volver a la tarima. César, José, David, Carlos e invitamos a Deacon, pero él salió ayer a mirar sus negocios en Grecia, se regresó con Ezio. Seguía con tanta rabia, por eso no había querido tomar, no seré como mi padre, podía hacer cualquier locura y el licor con la ira no eran buena combinación.—Alejandro. —llamó David—. ¿En verdad piensas demandar a Virginia?—¿Qué harían ustedes? Instrúyanme.Ironicé, David estaba de parte de Virginia, los otros se habían puesto en la mitad, no se inclinan por ninguno, dicen que ambos somos culpables.—Alejo, —comenzó a hablar César—. Antes de juzgarla, ponte a pensar ¿tú qué habrías hecho?—Conociéndote Alejo, si Virginia se hubiera acostado con otro jamás la habrías perdonado, mira que ella te perdonó, aceptó a Ernesto y tú de descarado le quitaste el anillo de comprom
Seguía en la puerta mirándome, después de un rato me hice a un lado, se dirigió a la sala y se sentó en el mueble. Lo vi respirar varias veces, su silencio me tenía al borde de un paro cardiaco, el haber regresado estaba resultando un enredo peor al anterior.—Di algo, —su mirada era tan triste.—Yo quería dejarte embarazada, me siento feliz por el bebé, pero hoy me cuesta abrazar a la madre y esto no es… —el corazón se me arrugó—. Hoy comprendí muchas cosas mientras cantaba, me duele sentir que me odies a tal punto de haber jugado por dos semanas conmigo.—No quiero echarte nada en cara, pero necesito dejar en claro algo y recuerda, al aceptar de nuevo acostarme contigo lo hice olvidando todo el pasado. Y tú debiste de conocer a Sandra mucho antes al día de nuestra ruptura. —Lo vi afirmar.—Nunca la besé hasta que terminé contigo. Te lo juro por mis hijos.—Yo no te odio Alejandro, nunca pude y menos cuando Eros me recordaba a diario quién era su padre, sale con tus mismas ocurrenci