Era mi décima canción, mis amigos llegaron temprano, la discoteca estaba a punto de reventar. Me falta la última tanda de cinco canciones más. Ya era la una, en diez minutos debía volver a la tarima. César, José, David, Carlos e invitamos a Deacon, pero él salió ayer a mirar sus negocios en Grecia, se regresó con Ezio. Seguía con tanta rabia, por eso no había querido tomar, no seré como mi padre, podía hacer cualquier locura y el licor con la ira no eran buena combinación.—Alejandro. —llamó David—. ¿En verdad piensas demandar a Virginia?—¿Qué harían ustedes? Instrúyanme.Ironicé, David estaba de parte de Virginia, los otros se habían puesto en la mitad, no se inclinan por ninguno, dicen que ambos somos culpables.—Alejo, —comenzó a hablar César—. Antes de juzgarla, ponte a pensar ¿tú qué habrías hecho?—Conociéndote Alejo, si Virginia se hubiera acostado con otro jamás la habrías perdonado, mira que ella te perdonó, aceptó a Ernesto y tú de descarado le quitaste el anillo de comprom
Seguía en la puerta mirándome, después de un rato me hice a un lado, se dirigió a la sala y se sentó en el mueble. Lo vi respirar varias veces, su silencio me tenía al borde de un paro cardiaco, el haber regresado estaba resultando un enredo peor al anterior.—Di algo, —su mirada era tan triste.—Yo quería dejarte embarazada, me siento feliz por el bebé, pero hoy me cuesta abrazar a la madre y esto no es… —el corazón se me arrugó—. Hoy comprendí muchas cosas mientras cantaba, me duele sentir que me odies a tal punto de haber jugado por dos semanas conmigo.—No quiero echarte nada en cara, pero necesito dejar en claro algo y recuerda, al aceptar de nuevo acostarme contigo lo hice olvidando todo el pasado. Y tú debiste de conocer a Sandra mucho antes al día de nuestra ruptura. —Lo vi afirmar.—Nunca la besé hasta que terminé contigo. Te lo juro por mis hijos.—Yo no te odio Alejandro, nunca pude y menos cuando Eros me recordaba a diario quién era su padre, sale con tus mismas ocurrenci
Miraba a mis hijos, Eros dormía igual a mí, como un idiota sonreí, se sentía tan extraño saber que tenía un hijo. Mi hijo y venía otro en camino, se cumplió mi deseo. —Me quité los zapatos, la camisa. Cada uno se encontraba en un extremo, se veía que el mayor no se movía mucho, mientras Ernesto era un pescado. Me quité el cinturón y me acosté en mitad de ellos, traje al menor a mi lado, porque estaba al borde de la cama, no podía dormir, era cierto lo dicho, nos encontrábamos muy heridos. Esperemos a ver qué pasa, el piecito de Ernesto se trepó a un costado de mi pierna y el brazo de Eros se puso en mi pecho, esa sensación fue un viento fresco a la adolorida alma. Besé la frente del mayor y me dejé llevar por el sueño.El susurro de las voces de mis hijos me despertó. Ernesto sonreía como siempre, mientras que Eros me miraba con anhelo y recelo. Lo atraje hacia mí para abrazarlo, el menor se unió al abrazo.—Buenos días, hijo.—Dormiste conmigo, papá. —En ese momento vi que tenía una
En las palabras del padre estaba mi respuesta, empiezo a creer que tal vez Dios sí existe. No podía alejarme de Virginia, pero tampoco estaré con ella, no mientras sienta que ella se vengó. Dejaré que el tiempo pase. Regresamos al auto.—Lo que dijo ese sacerdote me gustó.Comentó Eros mirándome una vez nos bajamos en el parqueadero del apartamento. Lo miré, mi madre iba adelante con Ernesto de la mano.—Esas palabras me cayeron como un guante.—Sí, lo sé, —me tomó de la mano—. Debo hacer una tarea de artes, el dibujo no es lo mío, mis padres son arquitectos y aún sigo dibujando como un niño de… —al mirarnos nos reímos, lo cargué y comencé a hacerle cosquilla—. ¡Ya papi!—¿Papi? —escuché la horrenda voz de Sandra. Acomodé a mi hijo en mis brazos para que esa loca no le hiciera nada—. Es idéntico a ti, me engañaste, ¡oh san perfecto fiel!—¡¿Qué haces aquí?! —mi madre cargó a Ernesto.—Visito a un amigo en este edificio —mierda, debemos tener cuidado —. ¿Hijo? —la muy descarada lo llam
El despertador sonó, iba a continuar durmiendo cuando recordé que debía llevar a los niños al colegio. Nunca había hecho esto, a Eros lo llevé medio dormido a la ducha.—Papi, yo me sé bañar solo. —dijo algo más despierto.—Bueno, me voy a despertar al pitufo.Lo vi sonreír, despertar a Ernesto de un tiempo para acá era complicado, antes no dormía tanto y su sueño era ligero, desde la llegada de Virginia duerme profundo. Escuchaba a mi madre en la cocina riendo quién sabe de qué, me había visto llevar a Ernesto dormido al baño. Esperé que el agua saliera tibia, Eros había salido y había llegado a mi baño con su toalla en la cintura y su cepillo de dientes sin pasta.—Papi no hay pasta de diente. —Lo miré, ¡Carajos!—Dame un segundo, debo resucitar a un oso perezoso. —metí a Ernesto al agua y el muy descarado seguía dormido—. ¿Esto lo haces siempre, hijo?—Siempre.Respondió mi madre que ingresaba sonriente con un brillo en sus ojos diferentes, le entregó a Eros una pasta de diente. De
Llegué al edificio donde quedaba mi oficina, aparqué en mi lugar, saludé a los empleados, Raquel salía de la oficina de Virginia con una caja, más no me vio, se dirigía apresurada a la cocina. Ingresé y vi que muchas cosas recogidas, me maldije por idiota, no quería que se fuera. Y ella no estaba en su puesto, luego escuché cómo vomitaban en el baño. Apresuré el paso e ingresé, la vi arrodillada agarrada de la parte de arriba del inodoro. Me acerqué y le recogí el cabello. No me agradó verla de ese modo, el vómito era algo desagradable.—Alejo, por favor, sal. Esto es vergonzoso. —otra bocanada.—El hijo mío es quien te causa tales malestares, no pidas que me salga.Bajó la cisterna. Me hice a un lado mientras ella se lavaba la boca y se refrescaba el rostro. Se veía tan hermosa, me dieron tantas ganas de abrazarla y consentirla.—Desde ayer no dejo de vomitar, la demora fue saber lo del embarazo y empezaron los vómitos, los síntomas y con Eros no lo viví. —hasta en ese estado se ve b
No tenía idea de lo que pasa por la cabeza de Alejandro. No iba a negar la tónica de llevar las cosas de manera madura, nos tenía en un lapso de cordialidad y al mismo tiempo de coquetería. Eros anoche me dijo que nosotros nos complicamos mucho, puede tener razón. Mis padres ya se habían instalado en su casa, es mi padre se comprometió con recoger a Ernesto en el jardín, lo llevaba a la casa y luego salía a buscar a Eros, por más que insistí en pagar una ruta, ni mi padre ni Alejo aceptaron.Hoy en la mañana el padre de mis hijos pasó por ellos para llevarlos, lo haría todos los días hasta que Eros le dijera lo contrario, lo que estaba viviendo Ernesto con lo del sueño era lo mismo que experimenta mi hijo con su padre. Alejo solo se llevó a Eros, yo quedé de llevar al niño a la cita con la psicóloga. Menos mal el fin de semana nos iremos a la finca por lo de la fiesta de Deacon, no quería quedarme sola, mis hijos me hacen mucha falta. Terminé de arreglar al niño. —Mami.Se le escuch
No pasé una buena noche, durante la semana me había dado cuenta de que el malestar se me quita cuando me encontraba con Alejandro, se va él y comienzo a vomitar y sentirme muy desalentada, Eros y Ernesto me consentían todo el tiempo sin tener éxito. Mañana en la tarde tenía cita con el padre Castro, dijo que tenía los días ocupados menos el viernes.Con Eros no sentí nada, era más mi embarazo, fue lo más delicioso del mundo, pero con este hasta el agua la había expulsado, ¡Ah! Pero si estaba el papá no sentía nada, al contrario, me la he pasado con ganas de pegarme a su cuello porque quería olerlo, si antes me parecía su fragancia deliciosa, ahora era desquiciante.—Señora Virginia, tómese el agua que le traje.Mechas ya no sabía que más darme y tenía mucha hambre. Como César se iba de viaje hoy, ellos se la pasaron reunidos en la constructora, por eso no había sido el mejor día, al menos en la oficina pasaba calmada. ¡Ya no sé qué más iba a vomitar! Y para colmo, me dieron unas ganas