En las palabras del padre estaba mi respuesta, empiezo a creer que tal vez Dios sí existe. No podía alejarme de Virginia, pero tampoco estaré con ella, no mientras sienta que ella se vengó. Dejaré que el tiempo pase. Regresamos al auto.—Lo que dijo ese sacerdote me gustó.Comentó Eros mirándome una vez nos bajamos en el parqueadero del apartamento. Lo miré, mi madre iba adelante con Ernesto de la mano.—Esas palabras me cayeron como un guante.—Sí, lo sé, —me tomó de la mano—. Debo hacer una tarea de artes, el dibujo no es lo mío, mis padres son arquitectos y aún sigo dibujando como un niño de… —al mirarnos nos reímos, lo cargué y comencé a hacerle cosquilla—. ¡Ya papi!—¿Papi? —escuché la horrenda voz de Sandra. Acomodé a mi hijo en mis brazos para que esa loca no le hiciera nada—. Es idéntico a ti, me engañaste, ¡oh san perfecto fiel!—¡¿Qué haces aquí?! —mi madre cargó a Ernesto.—Visito a un amigo en este edificio —mierda, debemos tener cuidado —. ¿Hijo? —la muy descarada lo llam
El despertador sonó, iba a continuar durmiendo cuando recordé que debía llevar a los niños al colegio. Nunca había hecho esto, a Eros lo llevé medio dormido a la ducha.—Papi, yo me sé bañar solo. —dijo algo más despierto.—Bueno, me voy a despertar al pitufo.Lo vi sonreír, despertar a Ernesto de un tiempo para acá era complicado, antes no dormía tanto y su sueño era ligero, desde la llegada de Virginia duerme profundo. Escuchaba a mi madre en la cocina riendo quién sabe de qué, me había visto llevar a Ernesto dormido al baño. Esperé que el agua saliera tibia, Eros había salido y había llegado a mi baño con su toalla en la cintura y su cepillo de dientes sin pasta.—Papi no hay pasta de diente. —Lo miré, ¡Carajos!—Dame un segundo, debo resucitar a un oso perezoso. —metí a Ernesto al agua y el muy descarado seguía dormido—. ¿Esto lo haces siempre, hijo?—Siempre.Respondió mi madre que ingresaba sonriente con un brillo en sus ojos diferentes, le entregó a Eros una pasta de diente. De
Llegué al edificio donde quedaba mi oficina, aparqué en mi lugar, saludé a los empleados, Raquel salía de la oficina de Virginia con una caja, más no me vio, se dirigía apresurada a la cocina. Ingresé y vi que muchas cosas recogidas, me maldije por idiota, no quería que se fuera. Y ella no estaba en su puesto, luego escuché cómo vomitaban en el baño. Apresuré el paso e ingresé, la vi arrodillada agarrada de la parte de arriba del inodoro. Me acerqué y le recogí el cabello. No me agradó verla de ese modo, el vómito era algo desagradable.—Alejo, por favor, sal. Esto es vergonzoso. —otra bocanada.—El hijo mío es quien te causa tales malestares, no pidas que me salga.Bajó la cisterna. Me hice a un lado mientras ella se lavaba la boca y se refrescaba el rostro. Se veía tan hermosa, me dieron tantas ganas de abrazarla y consentirla.—Desde ayer no dejo de vomitar, la demora fue saber lo del embarazo y empezaron los vómitos, los síntomas y con Eros no lo viví. —hasta en ese estado se ve b
No tenía idea de lo que pasa por la cabeza de Alejandro. No iba a negar la tónica de llevar las cosas de manera madura, nos tenía en un lapso de cordialidad y al mismo tiempo de coquetería. Eros anoche me dijo que nosotros nos complicamos mucho, puede tener razón. Mis padres ya se habían instalado en su casa, es mi padre se comprometió con recoger a Ernesto en el jardín, lo llevaba a la casa y luego salía a buscar a Eros, por más que insistí en pagar una ruta, ni mi padre ni Alejo aceptaron.Hoy en la mañana el padre de mis hijos pasó por ellos para llevarlos, lo haría todos los días hasta que Eros le dijera lo contrario, lo que estaba viviendo Ernesto con lo del sueño era lo mismo que experimenta mi hijo con su padre. Alejo solo se llevó a Eros, yo quedé de llevar al niño a la cita con la psicóloga. Menos mal el fin de semana nos iremos a la finca por lo de la fiesta de Deacon, no quería quedarme sola, mis hijos me hacen mucha falta. Terminé de arreglar al niño. —Mami.Se le escuch
No pasé una buena noche, durante la semana me había dado cuenta de que el malestar se me quita cuando me encontraba con Alejandro, se va él y comienzo a vomitar y sentirme muy desalentada, Eros y Ernesto me consentían todo el tiempo sin tener éxito. Mañana en la tarde tenía cita con el padre Castro, dijo que tenía los días ocupados menos el viernes.Con Eros no sentí nada, era más mi embarazo, fue lo más delicioso del mundo, pero con este hasta el agua la había expulsado, ¡Ah! Pero si estaba el papá no sentía nada, al contrario, me la he pasado con ganas de pegarme a su cuello porque quería olerlo, si antes me parecía su fragancia deliciosa, ahora era desquiciante.—Señora Virginia, tómese el agua que le traje.Mechas ya no sabía que más darme y tenía mucha hambre. Como César se iba de viaje hoy, ellos se la pasaron reunidos en la constructora, por eso no había sido el mejor día, al menos en la oficina pasaba calmada. ¡Ya no sé qué más iba a vomitar! Y para colmo, me dieron unas ganas
Cómo describir la manera en que Alejo me miraba, Dios quiero tener estas vivencias todos los días, el despertar de este modo me hacía vibrar el pecho.—No puedo cargarte por tu hermanito o hermanita.—Buenos días, mami. —Se sentó adormilado, le extendió los brazos a su padre, quien lo cargó.—En el baño, Mechas se encarga de asearlo.Al salir ya la nana lo esperaba, les saqué los uniformes y se los puse en la cama a cada uno. Eros era muy independiente, él solo se viste, pero Ernesto era un bebé todavía. Apenas estaba aprendiendo, porque su hermano le iba indicando. Desayunamos en familia, Alejandro había traído una muda de ropa para ir al trabajo, nos veíamos como una familia, compartiendo en la mesa con nuestros dos hijos, Ernesto… ¿Será conveniente que él sepa que Alejo no era su padre? Sin duda, era algo que necesito consultar con Maju. Llevamos a los niños juntos, primero uno; Ernesto quiso que yo lo dejara en la puerta de su jardín, lo mismo pasó en la de Eros, pero fue su padre
Nos quedamos en silencio por unos segundos.—Haz lo que tus padres han hecho contigo, con el hecho de haberles ocultado a su nieto, ellos no tenían que sufrir las consecuencias, eran inherente y no estuvieron en la boda de Alejo. —Lo quedé mirando y se me humedecieron los ojos. Afirmé—. Virginia, deja ir el orgullo, ese es tu enemigo y no te deja ser feliz.—También tengo miedo. —confesé—. Me iba a volver a casar, pero me quitaron el anillo. Era el mismo anillo de mi compromiso.—Espera a tener uno nuevo. Lo importante es tratar de seguir como vienen, es bonito eso de actuar como familia en la mañana con sus hijos, por cierto, tienes un corazón de oro por aceptar y ver a Ernesto como tu hijo.—Gracias.—En una de las tantas charlas con Alejo, le conté que su historia me parece bastante irreal, yo creo que algo superior va a pasarles a ustedes, para ser honesto, había mucho dolor y eso solo les dejaba un camino y era separarse, pero mira, viene una nueva vida.—Tal vez tenga razón. ¿Se
Acariciaba el vientre de Virginia, seguía dormida, hoy nos íbamos a la finca, le di un beso al vientre, y salí de la cama, anoche después de ese encontrón con Sandra, pasamos por el apartamento en busca de ropa para el fin de semana, en el fondo me sentía más seguro viviendo con ellos, así los protegía de ella. Debía hablar con Carlos para contarle lo ocurrido, no me gustó la actitud de esa mujer y menos que ande cerca de nosotros o los niños.Había demostrado lo vengativa y eso no era nada bueno. «Dios, ayúdame». Mira las ironías, ahora tenía más comunicación con el Creador. Salí de la ducha, desnudo, y me encontré con Virginia y su cepillo de dientes en la mano. Alzó su ceja al ver mi miembro que de la nada empezó a ponerse en forma. Esta situación era bastante irreal, el deseo era palpable, pero al mismo tiempo mi renuente restricción no cedía. Al ver que no hice nada más que secarme, salió del baño.Mechas nos tenía el desayuno preparado, Virginia llegó al comedor con los dos niño