Desde las cinco de la mañana daba vueltas y vueltas en la habitación. Necesitaba correr, me puse una sudadera, tenis, camiseta, audífonos, recogí el cabello, gorra y salí, con que corra al menos media hora, así suelto la tensión, porque la verdad me estaba ahogando por la angustia de la presentación, hoy no me tranquilizo. Salí del hotel y por la otra puerta un señor que venía ingresando se llevó por delante a una señora de avanzada edad. Pobre los dos, no me distraje, me puse a correr por la playa, al hacerlo dejé atrás los malos pensamientos, esta terapia me la obligaba a hacer Eros.Él era mi médico del alma, pasada media hora regresé, en la recepción reconfirmé que me llevaran el desayuno a la habitación, solo café y tostadas, cuando me encontraba muy nerviosa no ingiero nada hasta no haber realizado la presentación, era una costumbre desde la universidad; cuando tenía presentación comía después y eso sí, arraso con lo que encuentre. A diferencia de Alejo, él comía antes lo que
No lograba darle crédito a lo que sentía; era alegría, miedo, ira, tristeza, rabia, sorpresa. ¡¿Cómo carajos se le ocurre besarme si era un hombre casado?! ¿Dónde dejó al Alejandro que conocía? ¡Esto era una broma que él esté aquí también licitando! Si Ezio lo conociera, podría jurar que era obra de él, pero no. Fue una vil jugarreta de la vida, del destino, de Dios, de todos los ángeles, del universo… No era justo.Ingresé de nuevo al lugar donde se encontraban todos, ¡ni crea Alejandro que me va a quitar el proyecto! Fernanda sonrió, apenas me acerqué a ellos, César me abrazó, luego lo hizo mi amiga, las dos teníamos las lágrimas al borde, verlos a ellos luego de tantos años, me dio felicidad. Mi cuerpo seguía temblando. Mientras la abrazaba le susurré.—Me estoy quedando en el hotel Resort M&W Cancún. —Fernanda abrió los ojos—. Hablamos ahí. Afirmó. Deacon fue el siguiente en abrazarme, las coincidencias son tremendas.—Jamás pensé encontrarlos aquí. —dije.Las manos de Bastián se
Las manos me temblaban, mis dos amigos llegaron a mi lado.—Ella te vio besándote con otra cuando apenas terminaron.Me restregó Fernanda. Desde lejos ella les sonrió a mis amigos, ambos le correspondieron al saludo, para luego ingresar a dar su presentación, lo hizo tomada de la mano con el tal dios del amor.» ¡¿Puedo saber qué mierda te está pasando Alejandro?! ¿Eres idiota, pendejo o que otro apelativo debo ponerte?Fernanda me insultaba, César permaneció callado, desde lo ocurrido con su casi separación el año pasado era otro, ya no era tan omnipotente, ahora parecía humanizado. Bajé la cabeza. Quería gritar, desgraciada impotencia, el lugar me reprimía de hacerlo. Las palabras del padre llegaron a mí. «Pero si la vida los pone frente a frente, hijo sin que ni ustedes o sus amigos interfieran, es porque Dios quiere que algo pase, si eso pasa contra la señal del Creador, no se discute y de ser así, lánzate a conquistar de nuevo el corazón digna y caballerosamente.»» Perdón, por l
A Alejandro parecía que se lo llevaba el demonio, me despedí de César, Deacon y abracé a Fernanda.—Me encantó verlos, pero ahora debo irme. —miré a Alejandro, apretando la mandíbula—. Que estén bien.Tomada de la mano de Bastián, quien muy caballeroso se despidió de todos y de abrazo con Deacon. Había caminado dos pasos cuando habló Alejandro Orjuela.—Virginia. —Nos detuvimos, habló en español y no en inglés, como había hecho toda la reunión—. ¿Cuándo empezamos a trabajar?—Llego a Colombia el doce de enero, cae sábado, el lunes estaré en tu oficina. —Iba a hablar—. Yo le pido la dirección del lugar a Fernanda. —Di la vuelta de nuevo, salimos de esa reunión, apenas ingresamos al ascensor grité.—Vi, ¡cálmate! —Hasta las lágrimas salieron.—¡No me pidas calmarme! ¡Tu papá jugó sucio, lo sabes! —Lo señalé.—Jamás imaginé que haría algo así. Te juro que se mantuvo al margen de todo hasta la reunión al ver los dos proyectos. —Su celular comenzó a sonar, llegamos a la recepción, cami
Esperaba en la recepción al lado de César a que Fernanda se dignara a bajar, nos habían invitado a una cena con los inversionistas, volvería a verla. Así tenga novio, tembló bajo mis brazos. Vimos al señor Ezio y al novio de Virginia, el anciano parecía algo molesto. No nos había visto.—¡Y no pudiste persuadir a Virginia! —César y yo nos miramos.—Papá ya la conoces, la acorralaste, era mejor que se fuera.—Es importante que aclare todo.—Dale tiempo, Eros también la presiona.Crucé la mirada con César, «Eros», ellos se fueron, vimos a Fernanda caminando con un lindo vestido azul celeste. Nosotros vestíamos de traje y corbata.—¿Escuchaste lo mismo que yo?—Pensé que él era Eros.—Deacon se nos adelantó. —comentó Fernanda, apenas llegó—. Perdón, pero debía dejar llenita a mi bebé.—Tenemos tiempo, vamos. —comentó César.Saludamos a los presentes, no opiné mucho, preferí sumergirme en la conversación de los inversionistas, Eros era otro hombre y ese tal Bastián era solo un amigo. En e
Partíamos mañana en el vuelo de las tres, cuando regresamos de la cena también llegaba la señora que había atropellado en la mañana con su hija. Era una mujer de unos sesenta y cinco años, su hija podría tener treinta y cinco, atractiva, más no bonita, cabello negro, delgada, me acerqué y la ayudé a ingresar al hotel.—Señora Margó, me alegra verla mejor. —miré a su hija—. Hola, Ángela, lamento haberles dañado un día completo de vacaciones.—Deja de disculparte, mamá se encuentra bien, disfrutó de las vistas como dijo ella con tantos médicos atractivos. —sonreí. Era una mujer peculiar. —Las invito a desayunar mañana.—Aceptamos. —dijo la anciana. Me despedí de ellas.Al día siguiente pasé por la habitación y la señora Margó estaba muy bonita, con su mano en un cabestrillo, Ángela bajó vestida para pasar un buen rato en la piscina. Llegamos a la mesa, y nos servimos lo que deseábamos. Ella se fue al área de las frutas.—Hija, yo también quiero fruta.—Ya regreso, mamá. —me miró y co
Faltaban diez horas para que el avión aterrice en Colombia, Eros iba dormido con la foto de su padre en sus brazos, él no usó esos típicos muñecos o peluches. No, él dormía con el retrato de su padre. Después de su derroche de emociones al saber de la intervención divina y no dejó de decir que Dios le concedió su petición, ahora se encontraba más fervoroso con el tema.Me dio muy duro desmantelar mi empresa, aunque la idea era trasladarla una vez le entregue el proyecto al metiche de Ezio. Y por muy enojada que esté con él, no podía venirme sin despedirme y agradecerle, de todos modos, por su incondicional ayuda, no por nada Eros lo llama abuelo Ezio. Ellos llegaron al día siguiente a mi llegada. Nos despedimos ayer, tanto él como Bastián nos invitaron a cenar y quedamos tranquilos, aunque sigo insistiendo en que su actuar fue una puñalada, pero no rastrera, sino una de advertida.Independiente a lo que haya pasado entre nosotros. —Como me dijo Bastián—. No debí ocultar al niño, y si
El avión despegó, y a nada estaba de utilizar el baño del avión, Dios ayúdame a superar el miedo, porque era miedo lo que tenía. Si apenas iba a enfrentar a mis padres, como me sentiré cuando le diga a Alejandro el lunes que lo vea. En dos días era el cumpleaños y tengo pensado llegar el domingo a Bogotá, voy a dejar a Eros con mis padres. La sensación fue en aumento cuando el avión aterrizó, con lo hablador que era Eros en los viajes, ahora iba callado y yo lo imitaba, recogimos las maletas, mi bebé solo observaba, tomamos el taxi.—Usted dirá seño. —sonreí ante la amabilidad del señor, iban a ser las siete de la noche.—Al barrio el Recreo, por favor.Me sentía en la dimensión desconocida, sentí el trayecto demasiado corto, Eros no me había soltado la mano, le suda de hecho. Le di las indicaciones al taxista.» Aquí, por favor.Mi hijo me apretó más, debía ser valiente, yo propicié esto, pues ahora debía amarrarme la falda y a lo hecho pecho. ¡Dios, me temblaba todo! El señor muy am