(Anastasia Clark)
Me lo estaba pasando en grande aquel día, trajo magdalenas para desayunar, y luego pasamos el resto del día juntos, duchándonos, haciendo el amor, recogiendo la casa, haciendo el amor, cocinando, haciendo el amor, arreglándonos para irnos de fiesta… Ahí no hicimos el amor, pero faltó poco. Él quería hacerlo a todas horas, y yo también.
Pablo salió personalmente a darnos el pase vip, y luego tuvimos bebida gratis hasta altas horas de la noche. Estaba muy borracha, y él también, ambos lo estábamos, ambos bailábamos, aquel reguetón lento, sin dejar de mirarnos, deseando besar al otro, pero sabiendo que en cuanto lo hiciésemos, no podríamos dejar de hacerlo.
Todo iba de maravilla entre nosotros. Todo era perfecto entre él y yo. Pero de pronto algo ocurrió, pues su teléfono
(Seven White)La noticia no estalló, gracias a dios pudimos detenerla a tiempo, mamá lo hizo. Pagó una alta cantidad al tipo que iba a publicarla, y contactó con la señora Winston, asegurándole que todo el tema del matrimonio era problema suyo, que yo no tenía nada que ver, y que ya tenía novia cuando ella propuso todo aquello, por desconocimiento. A la señora Winston la noticia no le sentó nada bien, aun así, decidieron seguir adelante con la fusión por otras múltiples razones.Llovía mucho ese día, cuando el auto se detuvo frente a su edificio, me bajé de él, sin tan siquiera, coger el paraguas que Javier me ofrecía. En aquel momento tan sólo quería verla. Corrí hacia el portal, y luego subí los escalones de dos en dos, hasta haberme detenido frente a su puerta.Ella abrió
(Anastasia Clarck)Aún no podía creer lo que acababa de confesarme. Él era el tipo con el que perdí la virginidad esa noche. El mundo era un lugar más pequeño del que siempre había pensado.Entrelazó sus manos a las mías, de nuevo, para luego besarme dulcemente en los labios.Tengo cosas que hacer – me dijo, de pronto – pero te llamaré más tarde – me soltó entonces, y emprendió la marcha, pero le detuve antes de que se hubiese marchado del todo.Te quiero – le dije, como una imbécil, haciéndole sonreír. Pero ¿cómo se me ocurría decirle esas palabras de repente?Yo también te quiero – aseguró, haciendo que la paz se esparciese por cada rincón de mi cuerpo, y comenzase a respirar
(Seven White)De camino a casa, me enteré de que el artículo por el que mi familia pagó para que no saliese a la luz, lo había hecho. Y en aquel momento estaba en todas partes, hasta en la televisión y en la radio hablaban sobre esa unión, sobre la fusión, y sobre el matrimonio con los Winston.Tuve que hacer varias llamadas, y en ellas me enteré de que había sido la misma Kristin Winston la que pagó para que dicho artículo saliese a la luz, doblando la cantidad de dinero que mi madre pagó.Estuve intentando localizar a papá, pero no pude, y mamá a ella la cité en casa.¿Has visto la noticia? – Preguntó en cuanto me vio aparecer – He hablado con la señora Winston hace un momento, ha sido obra de Khristin, ella no sabía nada – añadió - ¿
(Anastasia Clarck)Llegué a casa, y me senté sobre el sofá, sacando del bolso los 3 sobres marrones, sin saber aún si abrirlos o llamar a Seven, para pedirle explicaciones.Abrí el primero, y saqué de él tres sobres más, de color verde. El primero ponía el número 1, como si fuese el primero que debía ser abierto, el segundo ponía el número dos y el tercero el número tres. Era de lo más fácil saber el orden en el que debían ser abiertos.Agarré el primero, y lo abrí, había una carta y la leí en seguida:“Estimada señorita Clark:La primera opción no es siempre la más acertada, pero dado que ha elegido este sobre, le dará las instrucciones de lo que va a encontrar a continuación.Una de las ra
(Anastasia Clarck)Iba corta de tiempo aquel día, se me habían pegado las sábanas a consecuencia de la salida de la noche anterior con las chicas del club. Había sido un verdadero desfase, y aún estaba algo afectada, pero no podía parar para recuperarme, tenía que ir a saludar a saludar a Kara antes de ir a trabajar.Ella y yo nos conocíamos desde hacía mucho, desde el colegio, si no recuerdo mal. Solíamos ir juntas a todas partes, así que cuando entró a trabajar en aquel lugar privado para niños de ricos pijos y dejó el club, me alegré bastante, pues al menos una de las tres podía cumplir su sueño.Kara era una chica de mi misma edad, con la tez blanca y el cabello moreno, con rasgos asiáticos, de procedencia coreana, aunque su nombre fuese japonés. Actualmente, era profesora en el White Sch
(Seven White)Aquel día tenía más trabajo que el de costumbre, mi padre me había elegido para hacer las entrevistas de los nuevos aspirantes a estudiantes de nuestra universidad, así que no me cabía de otra, debía seleccionarlos yo mismo.Pasé varias solicitudes al azar, sin prestar atención a ninguno de ellos, deteniéndome de golpe.“Un momento – pensé, al mirar hacia la ficha de una joven de más o menos mí misma edad – conozco a esta. Pero… ¿dónde la he visto antes? – estudié su perfil durante un instante”Anastasia Clark – Era su nombre. Sólo por el apellido ya me sonaba de algo, sabía que había escuchado este con anterioridad, pero no podía recordar dónde.Expediente académico &nda
(Anastasia Clark)Estaba histérica aquella mañana, no podía dejar de morderme las uñas, frente a la oficina del rector de la universidad, mirando de reojo al resto de compañeros, todos bien vestidos, todos más jóvenes que yo.Miré mi atuendo, de nuevo. Llevaba una falda blanca corta y una camiseta de mangas cortas del mismo color, demasiado escotada para un evento como aquel, pero no tenía nada mejor en el armario, por eso usaba un pañuelo en tono azul, intentando tapar mis pechos.Anastasia Clark – llamó la secretaria del rector, haciendo que levantase la cabeza, dando un respingón al escuchar mi nombre. Asentí y la seguí por el largo pasillo que daba a los despachos de los profesores, mientras lo hacía, bajaba mi falda, pues aquella tenía la costumbre de subirse mientras andaba, al mismo tiempo que con mi ma
(Seven White)La mañana empezó sin altibajos, con las entrevistas de los nuevos estudiantes, la verdad es que no había mucha diferencia en los tres primeros. Eran adolescentes pijos y adinerados que querían entrar en una prestigiosa universidad como la nuestra, nada más.Hice rodar mi silla, mirando hacia los grandes ventanales que daban al campus. Aquello estaba resultando agobiante, aquella monotonía.Me quité las gafas y presioné con los dedos sobre el tabique de la nariz, intentando desestresarme un poco, cuando escuché la puerta abrirse y cerrarse.Los pasos del siguiente posible alumno se fueron acercando más y más, hasta que esa persona se sentó frente a la mesa, en su silla.Volví a la posición actual, con las gafas en la mano aún, sacando la ficha de la siguiente entrevistada, dándome cuenta de que