(Seven White)
Era una locura, lo que había entre ella y yo lo era, y lo que sentía también. Pero no quería dejar de cometer aquello, si debía ser encerrado en un manicomio, lo sería.
Me estaba matando la espera hasta el próximo viernes, y mi familia notaba que algo raro me ocurría, incluso Brad lo notó cuando le dije que no podría ir el viernes al club El Bosque Verde, porque iría a bailar. ¿Bailar? ¿Yo? Nadie lo creería.
Tenía demasiados mensajes aquel jueves cuando llegué a casa, tantos que era agotador leerlos, pero lo hice, sobre todo porque esperaba encontrar alguno de ella.
Ana.
¿Iremos a cenar primero? O … Si prefieres sólo bailar, no importa, puedo cenar unos fideos instantáneos antes de ir.
Yo.
Te invito a cenar a mi casa
(Anastasia Clark)Estaba guapísimo, llevaba una camiseta de algodón, blanca, lo que realzaba bien su tono tostado de la piel. Estaba bastante moreno, cabe destacar, aunque no era ni por asomo el tono de mi piel. Estaba guapo, muy guapo. Quizás lo que más me gustó de todo fue su sonrisa.Hola – le saludé, levantando una fuente enorme que traía conmigo – he hecho natillas. No quería venir con las manos vacías – le expliqué. Asintió y me invitó a pasar.Jimena – llamó a la mujer que había en la cocina, haciendo que esta mirase hacia mí, con una enorme sonrisa – ella es Ana. Ha traído natillas. – coloqué el bol sobre la mesa, admirando como ella la guardaba en el frigorífico – ven – me llamó, agarrando mi mano para tirar de m
(Seven White)Fue la mejor noche de toda mi vida, asistir con ella a la Rosa Negra y acabar haciendo el amor en su casa, pues estaba mucho más cerca que la mía. Mandé a Javier a casa, porque pensaba quedarme con ella, y a ella no le importó.Así que cuando amanecí aquella mañana en su cama, con ella abrazada a mí, no me disgustó en lo absoluto aquella escena. Estaba dispuesto a repetirla cuantas veces fueran posibles.Mi teléfono comenzó a sonar, haciendo que ella se moviese, pero sin despertase aún. Lo agarré y me levanté de la cama, desnudo, llegando hasta el salón.Hola, Seven – me llamó. Supe de quién se trataba en seguida, pues tan pronto como miré a la pantalla, supe que era Cristhine Winston. Aquello sólo me traería problemas, lo sabía bien – he hablado co
(Anastasia Clark)Me lo estaba pasando en grande aquel día, trajo magdalenas para desayunar, y luego pasamos el resto del día juntos, duchándonos, haciendo el amor, recogiendo la casa, haciendo el amor, cocinando, haciendo el amor, arreglándonos para irnos de fiesta… Ahí no hicimos el amor, pero faltó poco. Él quería hacerlo a todas horas, y yo también.Pablo salió personalmente a darnos el pase vip, y luego tuvimos bebida gratis hasta altas horas de la noche. Estaba muy borracha, y él también, ambos lo estábamos, ambos bailábamos, aquel reguetón lento, sin dejar de mirarnos, deseando besar al otro, pero sabiendo que en cuanto lo hiciésemos, no podríamos dejar de hacerlo.Todo iba de maravilla entre nosotros. Todo era perfecto entre él y yo. Pero de pronto algo ocurrió, pues su teléfono
(Seven White)La noticia no estalló, gracias a dios pudimos detenerla a tiempo, mamá lo hizo. Pagó una alta cantidad al tipo que iba a publicarla, y contactó con la señora Winston, asegurándole que todo el tema del matrimonio era problema suyo, que yo no tenía nada que ver, y que ya tenía novia cuando ella propuso todo aquello, por desconocimiento. A la señora Winston la noticia no le sentó nada bien, aun así, decidieron seguir adelante con la fusión por otras múltiples razones.Llovía mucho ese día, cuando el auto se detuvo frente a su edificio, me bajé de él, sin tan siquiera, coger el paraguas que Javier me ofrecía. En aquel momento tan sólo quería verla. Corrí hacia el portal, y luego subí los escalones de dos en dos, hasta haberme detenido frente a su puerta.Ella abrió
(Anastasia Clarck)Aún no podía creer lo que acababa de confesarme. Él era el tipo con el que perdí la virginidad esa noche. El mundo era un lugar más pequeño del que siempre había pensado.Entrelazó sus manos a las mías, de nuevo, para luego besarme dulcemente en los labios.Tengo cosas que hacer – me dijo, de pronto – pero te llamaré más tarde – me soltó entonces, y emprendió la marcha, pero le detuve antes de que se hubiese marchado del todo.Te quiero – le dije, como una imbécil, haciéndole sonreír. Pero ¿cómo se me ocurría decirle esas palabras de repente?Yo también te quiero – aseguró, haciendo que la paz se esparciese por cada rincón de mi cuerpo, y comenzase a respirar
(Seven White)De camino a casa, me enteré de que el artículo por el que mi familia pagó para que no saliese a la luz, lo había hecho. Y en aquel momento estaba en todas partes, hasta en la televisión y en la radio hablaban sobre esa unión, sobre la fusión, y sobre el matrimonio con los Winston.Tuve que hacer varias llamadas, y en ellas me enteré de que había sido la misma Kristin Winston la que pagó para que dicho artículo saliese a la luz, doblando la cantidad de dinero que mi madre pagó.Estuve intentando localizar a papá, pero no pude, y mamá a ella la cité en casa.¿Has visto la noticia? – Preguntó en cuanto me vio aparecer – He hablado con la señora Winston hace un momento, ha sido obra de Khristin, ella no sabía nada – añadió - ¿
(Anastasia Clarck)Llegué a casa, y me senté sobre el sofá, sacando del bolso los 3 sobres marrones, sin saber aún si abrirlos o llamar a Seven, para pedirle explicaciones.Abrí el primero, y saqué de él tres sobres más, de color verde. El primero ponía el número 1, como si fuese el primero que debía ser abierto, el segundo ponía el número dos y el tercero el número tres. Era de lo más fácil saber el orden en el que debían ser abiertos.Agarré el primero, y lo abrí, había una carta y la leí en seguida:“Estimada señorita Clark:La primera opción no es siempre la más acertada, pero dado que ha elegido este sobre, le dará las instrucciones de lo que va a encontrar a continuación.Una de las ra
(Anastasia Clarck)Iba corta de tiempo aquel día, se me habían pegado las sábanas a consecuencia de la salida de la noche anterior con las chicas del club. Había sido un verdadero desfase, y aún estaba algo afectada, pero no podía parar para recuperarme, tenía que ir a saludar a saludar a Kara antes de ir a trabajar.Ella y yo nos conocíamos desde hacía mucho, desde el colegio, si no recuerdo mal. Solíamos ir juntas a todas partes, así que cuando entró a trabajar en aquel lugar privado para niños de ricos pijos y dejó el club, me alegré bastante, pues al menos una de las tres podía cumplir su sueño.Kara era una chica de mi misma edad, con la tez blanca y el cabello moreno, con rasgos asiáticos, de procedencia coreana, aunque su nombre fuese japonés. Actualmente, era profesora en el White Sch