TRINITY—Palurda, tu amorcito me ha rentado un depa de soltera en el piso debajo de ti. ¡Si te creías que iba a trabajar de gratis para él, las vas llevando claro, bonita! —me saca incluso la lengua como una cría.No puedo evitar reírme con ella. Dios, es insoportable y la quiero tanto.—Disfruta de la vida que siempre quisiste. Nadie más que tú se la merece —me dice poniéndose seria cuando las puertas se van cerrando.—Descansa, mi amiga del alma. Mañana voy a desayunar en tu departamento de soltera —le respondo suspirando, pero más aliviada.—¡Despídeme del Sugar y los demás! —me grita cuando ya se cierra la puerta.Me quedo unos segundos en el pasillo, procesando todos los cambios tan radicales y rápidos en mi nueva vida.Unas manos cálidas me envuelven, me pegan a un pecho caliente.—Ella vive debajo de nosotros, me pidió decírtelo ella. Costó convencerla. Quería quedarse en su vieja casa, pero es mejor, porque sé que no te preocupas por su seguridad —cierro los ojos y me apoyo en
NEW YORK TRINITY Mi futuro iba a ser brillante y todo se arruinó en un segundo. Estaba nerviosa, mirando furtivamente en el pasillo a las otras chicas candidatas para el puesto de secretaria de esta gran compañía, todas regias y estiradas. — Celulares apagados y listas, estaremos pasando al primer examen en unos minutos – salió una mujer dando ese anuncio. Mi corazón casi se paralizó de la ansiedad. Abrí mi bolso para comprobar el móvil y vi que había un mensaje. La peor decisión que pude tomar en mi puñetera vida fue revisarlo. «Trinity, lo lamento, de verdad me lo he pensado mucho para enviarte esto, pero creo que mereces saberlo» Silvia, una buena colega de la universidad me escribió. Me levanté de la silla asombrada, no me importó llamar la atención y que todas me miraran. Mi cuerpo entero enfriándose y mis dedos temblorosos hacían zoom a las fotos tomadas desde lejos. Frente a la puerta del Plaza Hotel, un hombre de cabello castaño, abrazaba y besaba apasionadam
TRINITY — ¿Qué pasó? ¡Logró robarte los pocos ahorros que te quedaban! – Mónica, mi compañera de piso y mejor amiga, agarró mi teléfono revisando la app del banco nerviosamente. — No, no, pero vació mi tarjeta de crédito, me dijo ayer que se le prestara para una emergencia, que me lo devolvía luego, ¡y yo como idiota se la di con contraseña y todo! – agarré mi cartera con ira y saqué la tarjeta haciéndola trisas. — Me pasaré meses pagando todos sus caprichitos y perfumes caros, ¡incluso se compró un móvil que ahora ni me responde! Dios, como pude ser tan estúpida e ilusa. — También está la factura del hotel - Mónica agregó, torciendo la boca con una expresión sarcástica - Trinity no te parece que es muy coincidente, digo, hacer esto de la tarjeta lo delataría y luego exhibirse delante de nuestras amigas, como para que te lo dijeran. — Quieres decir… claro… ni los cojones tuvo para cortarme él mismo y dejó que me enterara por otras personas, que cabrón Dios mío. Caí derrotada al
TRINITY Mis labios abiertos eran chupados y lamidos; el sabor amargo y vibrante del whisky invadía mis papilas cada vez que su lengua se colaba en mi boca devorándome. Por todos los cielos, este hombre me estaba enloqueciendo, nuestros cuerpos expresaban los calientes y lujuriosos deseos que sentíamos. Mi centro mojado se molía excitado contra esa dura erección en su entrepierna, mientras mis caderas se movían adelante y atrás sensualmente, montada sobre sus muslos, con las piernas abiertas y el vestido subido indecentemente. —Aaahh —gemí, levantando la cabeza y cerrando los ojos en éxtasis cuando sus manos bajaron el tirante de mi vestido negro por los hombros y su boca se cerró sobre la copa de mi brasier, mordisqueando el duro pico de mi pezón y lamiéndolo. —Más, gime más que quiero escucharte, no te reprimas —me ordenó con esa voz animal y las copas de mi sujetador fueron haladas hacia arriba, dejando expuestos mis senos que cayeron rebotando. —Ssh, joder que calient
TRINITY Mi cráneo entero se estremeció, mareada y viendo solo sombras frentes a mis ojos, aproveché para ponerme de pie, tenía las manos atadas, pero no mis pies. Me dolían las rodillas llenas de raspones, pero forcé mis piernas a una carrera explosiva, repleta de adrenalina y las ganas desesperadas de sobrevivir. No llegué muy lejos, ella lanzó unas órdenes como los ladridos de una perra loca y escuché los pasos de mis captores. No conocía este lugar, miraba a todos lados confundida, mi mente en caos, pero creí ver una estructura a unos metros, quizás si lograba llegar podría esconderme, sin embargo, alguien agarró mis piernas y por mucho que resistí, terminé cayendo al suelo, pesada y dolorosamente. A partir de ahí solo pude recordar los golpes que llovieron sobre mi cuerpo porque ni siquiera tuve la oportunidad de ponerme en pie. Me acosté en posición fetal contra la grava, protegiéndome la cabeza pegada a las rodillas e instintivamente el estómago, apretando los diente
TRINITY Desde la ventana del autobús observo el caos del tráfico en la ciudad, perdida en mis pensamientos. Dada de alta del hospital hace más de una semana y aún convaleciente, me enfrento a una realidad abrumadora: estoy embarazada de Ethan y sigo sin trabajo. A pesar de haberme cuidado siempre, incluso con mi diagnóstico de ovarios poliquísticos que heredé de mi madre, aquí estoy, esperando un bebé híbrido en el peor momento posible. Ethan era un hombre lobo. Cuando supe de su origen, no me alteré porque ya conocía a Mónica y ella también es parte de esa raza. Por razones que desconozco, ambos vivían recluidos en el mundo humano, apartados de sus llamadas “manadas”. La voz mecánica anuncia que mi parada es la próxima, mi estómago se revoluciona con un hambre voraz y los tacones me están matando. Llevo toda la mañana dejando currículos. He ido a varias entrevistas, ocultando los moretones con maquillaje, pero solo encuentro rechazos. Algo no está bien; parece que solo
TRINITY —No recuerdo que tuviésemos tanta confianza como para que me tuteara, ¿Srta...? —Trinity Miller —le respondí saliendo de mi estupefacción. Debo admitir que el hecho de que ni siquiera se acordara de mi nombre me molestó un poco. ¿Pero qué esperaba? Habían pasado 5 años y solo intimamos por un breve momento que luego se truncó. —¡Dígame!, ¿quién le pagó para retener aquí a mi hijo? Ya debe saber sobre mi poder, así que más le vale no jugar conmigo o se va a arrepentir. Me amenazó fríamente, dando un paso hacia delante y ordenándole con la cabeza a sus hombres que me soltaran los brazos y se alejaran. —No sé de qué me está hablando, me encontré a ese niño al punto de colapso, lo cuido porque se golpeó la cabeza y no recuerda nada, no tenía ni idea de que era su hijo, Sr… ¿cuál era su apellido? Como a la velocidad de la luz lo tuve sobre mí, su mano se aferró con fuerza a mi cuello y me pegó a la pared de la cocina, sus ojos animales fulguraban con rabia y su re
NATHAN La sentía estremecerse, su vagina se apretaba en respuesta a su próxima liberación que no tardó en llegar. Mis testículos se sacudieron fuerte, llenando el condón, mientras embestía por última vez, duro y rápido, siseando de puro placer. Los caninos de mi lobo salieron con la intensa corrida, bajé mi cabeza con ganas de morder esa blanca piel, pero un gemido profundo femenino me hizo congelarme. Esta mujer se llamaba Emma, no Trinity, no era esa humana sexy, de lengua afilada, seductora de hombres y calienta braguetas, era la jefa de personal de la compañía de mi familia y ni siquiera tenía el cabello rojo natural. Gruñí molesto, queriendo culpar a mi lobo interior por este desliz e incorporándome de encima de ella, que respiraba agitada, derrumbada sobre el escritorio. La falda subida hasta la cintura, la camisa blanca sudada se pegaba a su espalda, usaba uno de esos pantis negros que vienen con un agujero en la parte íntima, siempre lista para la acción. To