NARRADORA—Ellas pueden crear una pequeña corriente que nos arrastre. ¡Rápido, Carl, despliega la vela mayor! Intentaré ver si me funciona el sistema automático. Asegura todo para ser remolcados.Nathan le ordenaba eufórico, tocando botones aquí y allá, intentando reactivar lo que quedaba funcional del Alondra.No era mucho, pero al menos una ayudita, porque solo dos hombres era muy difícil hacerlo todo.—¡Cachorra, siéntate ahí y ponte ese salvavidas como te enseñé una vez! ¡Corre, Scarlett, y asegúrate de la correa! —Nathan le pidió con prisas.Para variar, la pelirroja esta vez obedeció sin rechistar; entendía el apremio del momento.Como estaba previsto, la manada numerosa de casi treinta cachalotes hembras y sus crías pasó muy cerca del Alondra, algunas incluso sumergiéndose por debajo.El empuje de sus enormes colas batiendo el agua y el movimiento de sus colosales cuerpos bajo la superficie comenzaron a crear una pequeña corriente marina, pero suficiente como para arrastrar en
NATHANAl menos el anclado automático aún funcionaba.Encallados en la orilla de una pequeña playa, logré maniobrar para no estrellarme contra uno de los peligrosos y altos farallones de la costa.—Scarlett, baja con cuidado, voy a agarrarte. ¡No mires arriba! Atiende lo que estás haciendo, agárrate bien —le daba indicaciones mientras la veía descendiendo por la escalera de cuerdas.En realidad, lo que no deseaba que viese era el cadáver en el mástil, que ya soltaba su pestilencia. Lo pretendía dejar tirado aquí antes de irnos.—Eso, bien, bien, pequeña —la tomé por la cintura para cargarla; mis botas impermeables se hundían en el agua que me llegaba hasta casi las rodillas.Con el sonido de chapoteo avancé hacia tierra firme. La noche ya casi estaba sobre nosotros, lo cual hacía mucho más peligrosa esta aventura.Mis pupilas de lobo se estrechaban mirando la selva salvaje que se extendía más allá, Blaze olfateando con cuidado en busca de cualquier peligro.Escuché también a Carl desc
NATHAN—Esa es mi cachorra, mira qué linda te ves cuando haces caso —le acaricié la cabeza, observando con ternura esa sonrisa orgullosa en su rostro.Esta niña me iba a sacar más de una cana.Al final, acampamos en la orilla. Las llamas del fuego se elevaban, dándonos calidez y algo de esperanza.Comimos los enlatados que trajimos, prácticos y rápidos.Scarlett dentro de la tienda para protegerla de los insectos a pesar del repelente.—Nenita, quédate aquí, vamos a arreglar la nave —la miré abriendo la puerta de lona.Estaba en una conversación imaginaria entre un palo con algas en la cabeza y otro, que supongo era el macho.Me respondió que sí, juró y perjuró. El pobre gato de la vecina no se había muerto de milagro.Dudaba entre encerrarla ya en el camarote o la cabina, pero temía que removiendo los daños hubiese algún derrumbe en el interior del catamarán, así que mejor aquí, cerca y a salvo.Así, Carl y yo empezamos nuestra faena.Saqué los tablones de repuesto, revisé el sistema
NATHANPasé la mano por mi rostro mojado para aclarar un poco la visión. Pateaba el agua con las piernas manteniéndome a flote.Miré a mi alrededor. Increíblemente, había luz; para ser más exactos, parecían haces dorados proyectados contra la húmeda roca de la pequeña cueva.Moví los brazos, impulsándome para girarme, buscando la orilla, y cuando lo hice, casi se me cae la mandíbula con lo que descubrí.“Nathan, esto… esto es… un criadero de huevos.”Blaze se había quedado tan estupefacto como yo.Decidí nadar hasta la orilla y explorar. Me impulsé plantando las botas sobre el musgo resbaloso que cubría el suelo de la caverna.Miré a mi alrededor y, joder, si no lo veía, no lo creía.La cueva aquí abajo era inmensa, llena por todos lados de pequeños nidos verdes y, encima de ellos, generalmente había de uno a dos huevos, más grandes que los de los avestruces y pintados de resplandeciente dorado.Caminé con precaución hacia el nido más cercano y me agaché con cuidado.Mi mano se extend
NEW YORK TRINITY Mi futuro iba a ser brillante y todo se arruinó en un segundo. Estaba nerviosa, mirando furtivamente en el pasillo a las otras chicas candidatas para el puesto de secretaria de esta gran compañía, todas regias y estiradas. — Celulares apagados y listas, estaremos pasando al primer examen en unos minutos – salió una mujer dando ese anuncio. Mi corazón casi se paralizó de la ansiedad. Abrí mi bolso para comprobar el móvil y vi que había un mensaje. La peor decisión que pude tomar en mi puñetera vida fue revisarlo. «Trinity, lo lamento, de verdad me lo he pensado mucho para enviarte esto, pero creo que mereces saberlo» Silvia, una buena colega de la universidad me escribió. Me levanté de la silla asombrada, no me importó llamar la atención y que todas me miraran. Mi cuerpo entero enfriándose y mis dedos temblorosos hacían zoom a las fotos tomadas desde lejos. Frente a la puerta del Plaza Hotel, un hombre de cabello castaño, abrazaba y besaba apasionadam
TRINITY — ¿Qué pasó? ¡Logró robarte los pocos ahorros que te quedaban! – Mónica, mi compañera de piso y mejor amiga, agarró mi teléfono revisando la app del banco nerviosamente. — No, no, pero vació mi tarjeta de crédito, me dijo ayer que se le prestara para una emergencia, que me lo devolvía luego, ¡y yo como idiota se la di con contraseña y todo! – agarré mi cartera con ira y saqué la tarjeta haciéndola trisas. — Me pasaré meses pagando todos sus caprichitos y perfumes caros, ¡incluso se compró un móvil que ahora ni me responde! Dios, como pude ser tan estúpida e ilusa. — También está la factura del hotel - Mónica agregó, torciendo la boca con una expresión sarcástica - Trinity no te parece que es muy coincidente, digo, hacer esto de la tarjeta lo delataría y luego exhibirse delante de nuestras amigas, como para que te lo dijeran. — Quieres decir… claro… ni los cojones tuvo para cortarme él mismo y dejó que me enterara por otras personas, que cabrón Dios mío. Caí derrotada al
TRINITY Mis labios abiertos eran chupados y lamidos; el sabor amargo y vibrante del whisky invadía mis papilas cada vez que su lengua se colaba en mi boca devorándome. Por todos los cielos, este hombre me estaba enloqueciendo, nuestros cuerpos expresaban los calientes y lujuriosos deseos que sentíamos. Mi centro mojado se molía excitado contra esa dura erección en su entrepierna, mientras mis caderas se movían adelante y atrás sensualmente, montada sobre sus muslos, con las piernas abiertas y el vestido subido indecentemente. —Aaahh —gemí, levantando la cabeza y cerrando los ojos en éxtasis cuando sus manos bajaron el tirante de mi vestido negro por los hombros y su boca se cerró sobre la copa de mi brasier, mordisqueando el duro pico de mi pezón y lamiéndolo. —Más, gime más que quiero escucharte, no te reprimas —me ordenó con esa voz animal y las copas de mi sujetador fueron haladas hacia arriba, dejando expuestos mis senos que cayeron rebotando. —Ssh, joder que calient
TRINITY Mi cráneo entero se estremeció, mareada y viendo solo sombras frentes a mis ojos, aproveché para ponerme de pie, tenía las manos atadas, pero no mis pies. Me dolían las rodillas llenas de raspones, pero forcé mis piernas a una carrera explosiva, repleta de adrenalina y las ganas desesperadas de sobrevivir. No llegué muy lejos, ella lanzó unas órdenes como los ladridos de una perra loca y escuché los pasos de mis captores. No conocía este lugar, miraba a todos lados confundida, mi mente en caos, pero creí ver una estructura a unos metros, quizás si lograba llegar podría esconderme, sin embargo, alguien agarró mis piernas y por mucho que resistí, terminé cayendo al suelo, pesada y dolorosamente. A partir de ahí solo pude recordar los golpes que llovieron sobre mi cuerpo porque ni siquiera tuve la oportunidad de ponerme en pie. Me acosté en posición fetal contra la grava, protegiéndome la cabeza pegada a las rodillas e instintivamente el estómago, apretando los diente