208. DONDE COMEN 4, COMEN 3 MÁS

NARRADORA

La pelirroja apretó los dientes mientras las oleadas de dolor la hacían ver borroso.

¿Qué rayos le había hecho esa mujer?

—Cálmate, tranquila, tranquila, ya va a pasar.

—¡No! No me toques… — dio un paso atrás, asustada.

—Esta vez no va a doler, lo prometo, Trinity, solo te voy a aliviar —Lucía, más que nunca, hubiese querido levantarse de la prisión de su silla.

Su magia la estaba consumiendo, tan debilitada, que ya ni podía caminar, aunque los demás pensaban que fue por un accidente grave.

Su padre ocultaba a capa y espada su condición de Lupina; sin embargo, la había dejado exponerse frente a esta humana.

Así de importante era en la mente del Anciano Mayor.

—Eso es, respira profundo, ven, siéntate a mi lado, en el espacio de lectura de la ventana.

Esta vez, las sensaciones que le transmitió la mano de la lupina eran diferentes, como un bálsamo sanador.

Sin embargo, Lucía la soltó por su cuenta esta vez, tosiendo con fuerza y tapándose la boca con la mano para no despertar
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