NARRADORALa pelirroja apretó los dientes mientras las oleadas de dolor la hacían ver borroso.¿Qué rayos le había hecho esa mujer?—Cálmate, tranquila, tranquila, ya va a pasar.—¡No! No me toques… — dio un paso atrás, asustada.—Esta vez no va a doler, lo prometo, Trinity, solo te voy a aliviar —Lucía, más que nunca, hubiese querido levantarse de la prisión de su silla.Su magia la estaba consumiendo, tan debilitada, que ya ni podía caminar, aunque los demás pensaban que fue por un accidente grave.Su padre ocultaba a capa y espada su condición de Lupina; sin embargo, la había dejado exponerse frente a esta humana.Así de importante era en la mente del Anciano Mayor.—Eso es, respira profundo, ven, siéntate a mi lado, en el espacio de lectura de la ventana.Esta vez, las sensaciones que le transmitió la mano de la lupina eran diferentes, como un bálsamo sanador.Sin embargo, Lucía la soltó por su cuenta esta vez, tosiendo con fuerza y tapándose la boca con la mano para no despertar
NARRADORALoran comenzó a cerrar la puerta, viendo por última vez la escena tan deplorable.No importaban los pecados de esta mujer, la tortura a la que fue sometida desde que la trajeron al castillo, había sido cruel e implacable.Solo por ser delatada como una Lupina, la abominación de la raza, el “desperfecto”.Él mismo, en el acto, ajustició a los dos soldados que cumplieron las órdenes, llenos de saña y sin nada de misericordia.Sin embargo, sabía muy bien que los verdaderos culpables aún estaban con vida.Loran apretó los puños, lleno de determinación, su mente maquinando todo tipo de actos maquiavélicos que le helarían la sangre a cualquiera.Confiaba en la palabra de este Alfa, pero aun si regresaba, como si no, esta vez no jugaría limpio. Dean y Oliver lo pagarían bien caro.Bajó la cabeza suspirando, escuchando los murmullos de llanto en el interior.Tanto odio por lo que era diferente.Esa mujer podía haber sido tan poderosa; logró lo que pocos Lupinos no pudieron, equilibr
NARRADORAScarlett soñaba con peces y el arrullo del agua. ¿Dónde estaba?No lo sabía, pero su cabello rojo se movía como algas danzantes y sus pequeñas manos y pies ondeaban con suaves movimientos, sus ojos verdes mirando el azul sin límites.De repente, el fondo marino tranquilo se tornó turbulento, las corrientes oceánicas comenzaron a arrastrarla, sus pulmones dolían, el oxígeno escapaba en forma de burbujas que bullían hacia la superficie.“¡Mamá, mamá!” —gritaba asustada. Se hundía hasta el fondo, ya no podía respirar."¡Debo despertar, debo despertar!"Supo que era un sueño, como otras veces le había sucedido, pero nada le funcionaba y sus lágrimas saladas se fundían con las oscuras profundidades.Entonces, cuando estaba perdida, una manita atrapó la suya.En medio de su agonía entreabrió los ojos, destellos azules y coloridos brillaban en sus irises.Se movían frente a ella, abanicaban las aguas y la llevaban a la superficie.Una fría mano siempre agarrando la suya.Scarlett s
NARRADORA Nathan dejó atrás enseguida la embarcación donde iba Dean Marshall. No importaba qué, si lograba salir de la zona nebulosa con vida, lo asesinaría por todo los asuntos de su madre. Ya no era ningún Anciano con poderes y ciertamente, contaba con una lista de personas que lo querían eliminar. A medida que ganaban millas náuticas hacia el mar desconocido, la famosa niebla que rodeaba esta área, comenzó a engullir su embarcación, tan oscura que casi parecía de noche. Los potentes faros se prendieron; Nathan observaba todo el tiempo el panel electrónico que indicaba las profundidades de las aguas y demás, sin embargo, pronto descubrió que la alta tecnología no le serviría de mucho en este sitio. —¡Maldito sea este sitio hechizado! —murmuró, dándole golpecitos a los indicadores que parpadeaban un poco locos. Se decía que los campos magnéticos aquí no estaban bien, los satélites de los humanos no podían captar la nebulosa, era como si no existiera en los mapas. Sin embargo,
NARRADORAVarun se asombró un poco al ver a esa humana abrir la ventana y subirse sobre algo.Sacó medio cuerpo estirando su pequeña mano; la expresión ansiosa en su rostro lo hizo fruncir el ceño.Su padre siempre le había dicho que estas criaturas eran malignas, codiciosas de sus tesoros, traicioneras, contaminaban las aguas y los perseguían como fenómenos.Sus ojos azules bajaron a la suave palma; solo tenía que estirar los dedos y podría tocar a esa medusa de fuego.—¡Vamos, colita de pez, tengo miedo de caerme! —le gritó, y en ese mismo instante el barco dio un bamboleo peligroso.—¡Aahhh, agárrate! —Scarlett estaba aterrada, ya no se creía tan valiente.Sus ojos observaban en pánico las aguas enfurecidas de las profundidades, su boca con restos de sabor salado, el viento no la dejaba ni abrir bien los ojos y se estaba mojando por todos lados.Cuando pensaba seriamente rendirse, sintió algo aferrándose a su mano, al fin ese niño dejaba de ser tan testarudo.Scarlett no perdió tie
NARRADORAMientras Nathan y el ayudante comenzaban a explorar los restos del falso Alondra, la densa niebla que iba subiendo era el refugio ideal para el fugitivo Dean.En el mar, el olor salado intenso, la brisa que traía todo tipo de aromas exóticos, les dificultaba a los hombres lobo utilizar con claridad su sentido del olfato.Los pasos de Dean avanzaban de prisa por la cubierta, en busca del puente de mando; solo contaba con escasos minutos.Pronto llegó a su objetivo, con manos frías y hasta algo temblorosas, comenzó a tocar los botones de la pantalla electrónica.¡Maldit4 sea, no sabía nada de embarcaciones! Era obvio que ese viejo desgraciado de Loran lo envió a morir.“¡Apresúrate o pondremos alertas a esos hombres!”“¡¿Acaso sabes algo de cómo se maneja este barco de mierd4?!” discutía con Claus, como desde el momento en que lo despojaron de sus poderes.Reconciliarse con su lobo iba a ser difícil, su cuerpo con heridas internas que se sanaban demasiado lento.Estaba acabado
NARRADORANathan rugió enfurecido, lo amenazó con su lobo a flor de piel, pero al final tuvo que meterse la cola entre las patas.—Así me gusta, como un buen perrito —Dean saboreó su victoria, su golpe de suerte—. Me refugiaré con tu hija en el camarote y te doy media hora para partir. Ahí de ti si inventas algo. De verdad, Nathan, no estoy jugando.Sus ojos fríos y crueles le dijeron a Nathan que, de ex Anciano, no jugaba.Lo vio tomar con rudeza del brazo a Scarlett, que no paraba de llamarlo a pesar de las palabras amenazantes de Dean.“Nena, pórtate bien, papá te va a salvar. Scarlett, sé buena chica, ¿sí?” le habló en su mente, tranquilizándola, lleno de impotencia y rabia.—Señor, ¿de verdad nos regresamos? Ni siquiera sabemos cómo movernos en este mar muerto y, además, la embarcación no creo que llegue así a puerto seguro —el ayudante le dijo, apretando también con ira la pistola de arpón en la mano.Si al menos hubiese tenido un buen blanco de ese maldito…—No me queda de otr
NARRADORANathan se había subido a la pequeña plataforma sobre el mástil.Lo diseñó así solo por un capricho, para imitar a las antiguas embarcaciones; ahora lo veía más que útil.Miraba al hombre atado frente a él, medio ciego, apenas una rendija en el ojo derecho, pero el odio que se escapaba desde la profundidad de su pupila era letal.—Puedo decirte secretos que no te imaginas del Concilio, ser… te de utilidad —Dean sentía que la vida se le iba en un suspiro.Le habían sacado el arpón, parecía hasta cruel no haberse muerto en el acto.—Ahórrate tus trucos baratos, esta vez, nada ni nadie te salvará —Nathan le dijo entre dientes para luego palmearle la mejilla como un chantajista—. Ahora, ¿quién es el perrito de quién?Le escupió la cara a Dean con asco, con ira. Nunca había deseado ser tan sádico como ahora.—¡MÁTAME DE UNA MALDITA VEZ, INFELIZ! —de repente, el ex Anciano le gritó en un arrebato de rabia.Escuchaba ya el graznido de esos pájaros gigantescos que le helaban la sangr