144. TAMBIÉN TENGO MI ORGULLO

MÓNICA

Diosa, me llega toda su desilusión taladrando mi espalda.

Me siento fatal, solo quiero ceder a esto, pero los temores atenazan mi corazón.

Incluso temo decirle la verdad de Dean.

A pesar del cargo de su abuelo, ¿de verdad estará dispuesto a crear discordia en el Concilio solo por defender a una marginada como yo?

Me imagino los planes que tendrán para su nieto, en los cuales debe incluirse una perfecta Omega, como esa que visitó a Henry en el hospital.

Escucho un resoplido; lo veo a través del parabrisas, dándole la vuelta al auto.

Tira la puerta, sentándose en su puesto de copiloto. No dice nada.

Con el dedo rígido, empujo el botón de encendido, y el motor ruge, indicando que podemos partir.

Enciendo los focos y comienzo a manejar, sacando el auto del estacionamiento del hospital.

Tengo un dolor de cabeza de los mil demonios; tantas emociones en una sola noche.

Ahora llevo a un Alfa enojado y enfurruñado a mi lado.

—¿Cuál es tu hotel? —le pregunto, porque no me ha dado la dire
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