131. JUGANDO CON MI HEMBRA

NATHAN

Las pupilas de mi lobo se cerraban sobre el depilado monte de Venus y el inicio de esa rajita rosada que se perdía entre sus muslos.

No llevaba bragas, solo ese juego sexy de lencería con ligas y encajes.

A duras penas pude dejar de mirarle el coño para subir por su suave vientre, lleno de masitas ricas para mordisquear.

Su cintura estrecha y más arriba una pieza que imitaba a un sostén, y digo imitaba porque para el caso, mejor ni llevarlo.

Las copas transparentes de encaje rojo me dejaban ver los duros pezones y la fruncida aureola.

—Ven, Trinity. Te juro que me puedo venir solo mirándote —confesé con voz lobuna, mis orbes fundiéndose con esos ojos verdes, hechiceros y hermosos.

Me devolvía la mirada con confianza, segura de sí misma, sabía muy bien cómo me ponía y que me tenía en sus manos.

No me respondió, solo tomó una botella de vino espumoso de la cubitera y se acercó, internándose entre mis piernas abiertas.

Observé de cerca cómo se abrió para montarse encima de mí.

Sus
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