Una vez solo, Emil se deja caer en el respaldo de la silla, pasándose una mano por el cabello en un gesto de frustración.
No pasa mucho para que unos pasos se hagan notar en la habitación. Pensando que es su padre quien regresó, Emil se prepara para seguir la discusión, pero es la voz de su abuelo la que se hace notar en la habitación.
Al girarse hacia el mayor, Emil nota cómo este le observa con una mirada comprensiva.
— ¿Hay alguna razón especial por la que te estás resistiendo tanto a este compromiso? — pregunta el abuelo con suavidad, su tono sereno deja claro que el paso del tiempo le enseñó a notar lo que otros intentan esconder.
Emil niega con un movimiento de cabeza.
En realidad, no tiene a nadie en su vida a quien pueda llamar "especial", aunque tampoco puede negar que nunca deja pasar la oportunidad de divertirse cada vez que puede.
Ante esa última idea, el recuerdo de la hermosa desconocida con la que compartió algunas noches atrás le viene a la memoria, pero rápidamente busca desecharlo.
— No, abuelo, no hay nadie. Simplemente creo que papá debería entender que tengo el derecho de poder conocer mejor o, por lo menos, sentir algo por la persona con la que se supone que voy a pasar el resto de mi vida — responde con calma mientras vuelve a despeinar su cabello, totalmente frustrado.
El abuelo estudia a Emil con atención, casi como si pudiera leer sus pensamientos.
— Recuerda, Emil, que el corazón a veces habla más fuerte que las tradiciones — dice en tono tranquilo antes de salir de la habitación, dejando a Emil nuevamente solo y sumido en sus propios pensamientos.
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Vanessa se encuentra caminando de un lado al otro de su antigua habitación; sobre la cama, las dos maletas que había llevado con ella ya medio vacías.
Con gestos casi mecánicos, saca su ropa y la coloca a un lado para luego poder acomodarla en su cómoda.
La puerta se abre con suavidad a su espalda, y aunque en un principio pensó que sería Radu o su abuela, termina siendo su madre quien entra en la habitación con una sonrisa radiante en el rostro.
— ¡Mira lo que encontré en mi armario! ¡Este fue el vestido que usé en mi compromiso con tu padre! — exclama, sosteniendo un vestido de encaje blanco con delicadeza mientras sus ojos brillan de emoción.
Levantando la mirada, forzó una sonrisa en su rostro mientras observa el vestido con interés fingido.
— Es hermoso, mamá — responde, intentando mantener su fachada de interés.
— ¿Puedes creer que Tatiana finalmente va a comprometerse? — pregunta mientras se sienta a su lado en la cama, colocando el vestido con cuidado sobre esta. — Aunque siempre esperé que te casaras tú primero.
— ¡Mamá! — exclama al saber hacia dónde irá la conversación si no la frena.
— Lo sé, lo sé — se apresura a decir su madre. — Pero mi tranquilidad es que mis dos hijas pronto estarán casadas y traerán honor a la familia — continúa, su voz rebosante de orgullo maternal.
Vanessa se mantiene en silencio, tragando saliva con un poco de dificultad mientras se enfrenta a la realidad de que su vida está lejos de ser tan perfecta como la de su hermana o tan llena de honor.
— Sí, es increíble — murmura, esforzándose por mantener la voz firme y segura.
La madre de Vanessa la observa con atención, detectando la sombra de tristeza en sus ojos. Se acerca a ella y le toma las manos con ternura.
— ¿Estás bien, hija? — pregunta con preocupación. — Sé que estás nerviosa y que todo esto puede estar sorprendiéndote un poco, pero te juro que tu futuro prometido es un buen gitano, tu padre se aseguró de buscar a alguien digno de ti.
Vanessa baja la mirada ante esas palabras, sintiendo cómo el nudo que se ha formado en su garganta los últimos días crece un poco más.
La madre de Vanessa la abraza con fuerza, envolviéndola en un cálido abrazo maternal. — Ánimo cariño, verás que todo saldrá bien y serás muy feliz.
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— ¿Juegas al escondite? — Son las palabras de su hermana al entrar en la cocina buscando a su hermana. — ¿Te encierras aquí en lugar de ir a buscarme?
Al ver a Tatiana, Vanessa siente cómo el peso que siente en sus hombros se desvanece al ver a su adorada hermanita.
Dejando lo que hacía al cortar el pollo para la pedida, se apresura a ir hacia la menor y abrazarla con fuerza, después de todo, la última vez que se vieron fue hace ya casi medio año.
— Tú eres quien juega al escondite — reprocha mientras azota a Tatiana con fuerza. — Si sabías que llegaba hoy, ¿por qué no te quedaste a esperarme?
— Claro, y entonces papá me deshereda al ver que no me preparé para mi pedida. — Es la divertida respuesta de la menor mientras se separa del abrazo y da una vuelta para que su hermana pueda verla. — ¿Cómo quedé?
— Hermosa como siempre — responde con sinceridad, admirando la elegancia y belleza natural de su hermana.
Tatiana ríe, agradeciendo el cumplido mientras se acerca a la mesa donde Vanessa estaba preparando la cena. — ¿Cómo estuvo tu viaje? ¿Todo bien en la ciudad? — pregunta, mostrando interés genuino por la vida de su hermana mayor.
Vanessa asiente. — Sí, todo estuvo bien. La ciudad sigue siendo la misma de siempre, una locura total — responde, para seguir cortando el pollo con destreza.
— Bueno, si debo ser sincera, me gustaría experimentar un poco de esa locura — es su respuesta. Tras el silencio que le sigue a sus palabras, Tatiana se fija en su hermana y nota la expresión pensativa en el rostro de Vanessa y frunce el ceño con preocupación. — ¿Pasa algo, Van? — pregunta, utilizando el apodo cariñoso que solo ella utiliza.
Vanessa suspira, sintiendo el impulso de abrir su corazón a su hermana menor. — Tati, ¿alguna vez te has preguntado si este es realmente el camino que quieres seguir? — pregunta con cautela, temiendo la reacción de su hermana ante sus dudas.
Tatiana se detiene, mirando a Vanessa con sorpresa. — ¿A qué te refieres, Van? — pregunta, confundida por el cambio repentino en la conversación.
Vanessa se muerde el labio, preguntándose si debería revelarle a Tatiana su miedo y lo ocurrido. Sin embargo, la necesidad de compartir su carga con su hermana es abrumadora.
Después de todo, a diferencia de ella, Tatiana siempre se ha mostrado conforme con la vida y tradición de sus raíces gitanas, pero de verdad necesita desahogarse con alguien que pueda entender la posición en la que se encuentra.
— Tati, yo... no creo que pueda honrar a nuestra familia.
Tatiana no puede evitar que una expresión de pánico cruce su rostro ante las palabras de su hermana, pero ante la expresión de la propia Vanessa, deja de lado el cuchillo en sus manos y se acerca a Vanessa, colocando una mano reconfortante sobre la suya.
— Van ¿Qué quieres decir? — pregunta, con gran preocupación reflejada en su mirada.
Vanessa respira hondo, reuniendo el coraje para compartir su secreto con su hermana. — Tati, yo...
— ¡Aquí están!
— ¡Aquí están! — interrumpe con emoción la voz de su tía al ingresar a la cocina. La expresión de Vanessa se transforma de inmediato, con sus dudas siendo sustituidas por una careta de alegría y tranquilidad que le es fácil reconocer. — ¡Vanessa, estás hermosa! Pero deberías venir a visitarnos más seguido. — Hola, tía Juliette —, acercándose a la mayor, Vanessa la abraza con fuerza mientras la escucha. — Intentaré que el trabajo me deje un poco más de tiempo. — Trabajo —, replica una nueva voz tras ellos. Al separarse del abrazo, Vanessa ve a su tío quien entra a la cocina para ir por un poco de agua. — Tu trabajo debería ser atender a tu esposo; alguien tan hermosa como tú debería estar en casa mientras su esposo le da todo. Nunca entenderé por qué Nicolae te dejó seguir esa loca idea de trabajar en la ciudad y, peor todavía, el tener de amigo a ese payo. Y esas palabras bastaron para que una fuerte incomodidad se instalara en el ambiente. Allí estaba una de las razones por las
— Lo siento —, murmura Emil, extendiendo una mano para ayudarla a estabilizarse del tropiezo. Su voz es suave y llena de sorpresa al reconocer a Vanessa.Vanessa acepta la ayuda de Emil, sintiendo la electricidad en el aire entre ellos. — No, fui yo quien no miró por dónde iba —, responde con voz temblorosa, sintiendo la intensidad de la mirada de Emil, una parte de ella deseando que el chico no la reconozca.Un silencio incómodo se cierne entre ellos, cargado de las emociones no dichas que cada uno se encuentra experimentando. Vanessa se siente atrapada, el torbellino de sentimientos que siente se vuelven aún mayores. Por su parte, la mirada de Emil no disimula el placer que siente de haber encontrado a la pelinegra en ese lugar tan poco probable.Emil rompe el silencio primero, una leve sonrisa haciéndose presente en sus labios. — Parece que nos encontramos de nuevo.Vanessa asiente automáticamente, pero el saber que el desconocido la reconoce, solo hace crecer más el nudo en su
— ¿Cómo que se quedarán aquí? — Vanessa siente que el agarre que tiene sobre la bandeja de bebidas se debilita al escuchar las palabras de su madre. — Pensé que se marcharían después de la fiesta de mañana.— Pues ya ves que no, tu padre los invitó a quedarse aquí —, sin darle mucha importancia a su hija mayor, Vaiana toma la bandeja de sus manos y le indica que ella lleve la bandeja de bocadillos. — Además, la boda será en un mes, hay mucho que preparar y será más fácil si Tatiana y él se conocen mejor antes de ese día. — Sin decir más, la mayor sale de la cocina y deja a Vanessa sola.Al encontrarse sola, Vanessa se apoya en el mesón de la cocina y deja salir un suspiro de frustración. Si Emil se queda allí, sería casi imposible evitarle; aunque, tal vez podría aprovechar esa oportunidad para saber qué fue lo que pasó durante la fiesta, pero esa idea muere tan rápidamente como llega en el momento que reacciona sobre que se trata del prometido de su hermanita.::— ¿Dónde está Vanes
Vanessa siente cómo el rubor sube a sus mejillas ante la pregunta directa de Emil. Trata de mantener la compostura, pero su corazón late con fuerza, casi ahogando el sonido de su propia voz al responder:— Yo... eso, no sé de qué estás hablando.Su respuesta suena débil incluso a sus propios oídos, y Emil levanta una ceja con una sonrisa traviesa, casi como si estuviera sintiendo placer ante la situación y la negativa de la pelirroja.— ¿No lo sabes? — murmura, acercándose aún poco más, hasta que su aliento a menta choca con Vanessa. — ¿O quizás huiste porque no querías que te detuviera? ¿No será que estabas huyendo de mí y de lo que ocurrió?El corazón de Vanessa da un vuelco ante la intensidad de la mirada de Emil, y lucha por mantener la calma mientras busca una respuesta convincente, una que salga con seguridad y que no la haga desbordar finalmente en llanto.— Emil, por favor... — dice intentando mantener la calma, pero siente cómo el nudo que se forma en su garganta la ahoga.Ca
Emil se dejó caer en la mullida cama y cerró sus ojos. Disfrutando del silencio que envuelve la habitación, se deja ir en sus pensamientos, no se sorprende cuando al igual que la noche anterior, lo primero que aparece en su pensamiento es el recuerdo de esa hermosa sonrisa y brillante mirada.*En ese punto, el bullicio de la fiesta lo hace sentirse abrumado, esto por las risas forzadas y las conversaciones superficiales que lo rodeaban. Él no es ajeno a ese mundo, pero en ocasiones le resulta demasiado agotador.Caminando entre los invitados con una copa en la mano, responde con cortesía a los saludos y los múltiples intentos de iniciar una conversación sobre negocios que se le presentan. Sin embargo, ninguna de las interacciones logra despertar su interés genuino, las insinuaciones de las mujeres que se aceran a él en esa ocasión las siente fuera de lugar. la idea de marcharse se torna en una decisión firme en su cabeza una vez que establece que nada allí llama su atención, o por lo
Vanessa se despertó sobresaltada por el bullicio que resuena desde el exterior de la casa. El sonido de motores rugientes y voces animadas la arrancó bruscamente de su sueño. Parpadeando somnolienta, se frotó los ojos y se incorporó lentamente en la cama.El sol apenas comenzaba a filtrarse a través de las cortinas, eso le dio una noción de la hora que podría ser. Levantándose acomoda su pijama luego de estirarse. Aunque no viene tan seguido como le gustaría, la casa de sus padres siempre está llena de un aire familiar y acogedor que la hace sentir segura, y aunque ya está acostumbrada a la ciudad al ritmo que esta le pide, ama toda la tranquilidad que le brinda el campo.Siguiendo el ruido, Vanessa salió de su habitación y recorrió el pasillo, guiada por el delicioso aroma que se filtraba desde la cocina. Al llegar, encontró a su madre y su tía moviéndose con gracia entre los fogones, preparando un desayuno abundante.—¿Qué está pasando afuera? —preguntó con voz aun adormilada, frotá
Vanessa se sintió horrible ante el tono usado por su abuela; lo único que deseó es que el suelo se abriera bajo sus pies. La tensión en el ambiente era palpable, y su corazón latía con fuerza en su pecho mientras enfrentaba las miradas acusatorias de su familia. Se mordió el labio inferior, luchando por encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que acababan de presenciar. Emil, por su parte, se frotó la mejilla donde Vanessa lo había golpeado, su expresión una mezcla de sorpresa y confusión. —Papá, abuela —comenzó Vanessa, intentando mantener la compostura—. Yo… puedo explicarlo, verán… Su padre la interrumpió, con una mirada severa que la hizo estremecerse. — ¿Explicarlo, Vanessa? Trataste de forma grosera al prometido de tu hermana —dijo con firmeza—. Esto es vergonzoso y completamente inaceptable. Los abuelos de ambos permanecieron en silencio, observando la escena con gestos serios. Vanessa se sintió aún más angustiada ante su mirada penetrante. — ¡Fue mi culpa! —son
El auto dio una fuerte sacudida cuando pasó sobre el bache, por lo que ambos ocupantes se movieron de forma tosca en sus asientos. Emil había guardado silencio hasta ese punto, pero al notar la intención de la pelinegra de tomar el próximo bache en el camino, se giró para verla.— ¿Estás consciente de que tu auto es el inocente que en verdad está pagando las consecuencias de tu rabieta? — suelta con un poco de molestia en su voz. Los dos primeros baches estuvieron bien, hasta el cuarto le pareció divertido, pero si siguen así, el berrinche de la mujer podría costarles un mal rato o quedarse varados a la mitad de la nada. — Aunque no voy a negar que sería divertido quedarnos a la mitad de la nada por falta de uno de los cauchos, eso nos daría más tiempo a solas. Pero tambien está la posibilidad de terminar envueltos en un accidente graveLa intención de Vanessa se vio cortada por esas palabras; ni loca quiere quedarse en medio de la carretera con él o terminar volcando su amado auto. E