Vanessa toma su maleta de la cinta transportadora del aeropuerto, sintiendo el peso familiar en su mano mientras se vuelve para buscar a Ioana y Radu. Ambos están también recogiendo sus equipajes, y Vanessa se siente aliviada de ver que todo ha llegado sin problemas. No es como que ella tenga muchas experiencias de viajes internacionales, pero las dos que tiene, le dejaron un mal rato con las maletas, así que es feliz de que esta vez no la perdió. Cuando fija su mirada en el reloj del aeropuerto, nota que son un poco más del medio día, eso explicaría por qué siente tanta hambre, además del sueño por haber madrugado para tomar el vuelo.—¿Todo en orden? — es la pregunta de Radu una vez que están los tres juntos—. ¿No perdiste nada esta vez? —agrega con burla.—¿Tú no quieres perder un diente? —regresa con la misma burla, la cual hace que Ioana suelte una fuerte carcajada.Juntos, comienzan a caminar hacia la salida del aeropuerto de Valencia, y mientras lo hacen y mantiene una conver
El ambiente y la emoción de todos en el pueblo se encuentra desbordada mientras los preparativos para la tomatima están terminándose. Las calles estrechas y adoquinadas están llenas de color y alegría, con banderas y guirnaldas adornando las fachadas de las casas. Las risas y los gritos de emoción se mezclan con la música festiva que resuena por todo el pueblo, creando una atmósfera vibrante y llena de energía.En la plaza principal se vive el epicentro de la celebración. Un gran camión cargado de tomates frescos está estacionado en el centro, rodeado de turistas y locales ansiosos por participar en la batalla de tomates. Y es allí donde Mateo y Radu se encuentran, emocionados de poder subir al camión para pisar los tomates que se utilizaran en la fiesta.Los vendedores ambulantes ofrecen paellas, churros, y refrescos, mientras los niños corren con globos y disfrutan de los juegos organizados. Todo el pueblo parece haberse volcado en la fiesta. Vanessa camina por las calles con una gr
La celebración se encuentra en su mejor momento, y Vanessa se encuentra atrapada en medio del frenesí. Los tomates vuelan por todas partes, llenando el aire y cubriendo las calles y a los participantes con un manto rojo muy pegajoso. Vanessa, no puede evitar reír a carcajadas mientras está empapada de tomate, su ropa y cabello completamente teñidos de rojo.Con una sonrisa amplia y brillante, se lanza a la batalla, arrojando y esquivando los tomates de los demás tanto como puede. El calor del sol y la euforia de la celebración la llenan de una energía vibrante y contagiosa, una que siente como la hace recuperar toda la energía que tenía perdida. Su risa resuena en el aire, mezclándose con las risas y gritos de los otros participantes.A su lado Ioana, también se encuentra perdida en su propia emoción, pero al no alcanzar a agacharse para evitar un tomate volador, siente la pegajosa masa resbalar por su cara. Al limpiar su rostro con las manos, Vanessa se vuelve aún con su cara manchad
Vanessa abrió los ojos lentamente, parpadeando varias veces mientras intentaba despejar la neblina de su mente. El suave resplandor de la luz del amanecer se filtraba por las blancas cortinas entreabiertas, iluminando la habitación con una luz tenue que agradece, pues evitaba que su dolor de cabeza empeorara.Un escalofrío recorrió su espalda al darse cuenta de que no reconocía el lugar en absoluto. En un principio, pensó que estaba en la casa de Silvia, su compañera de trabajo, pero al notar que no era así, no dudó en incorporarse rápidamente en la cama. ¡Al demonio con el dolor de cabeza! Mirando a su alrededor, intentaba entender dónde se encontraba.El corazón comenzó a latirle con fuerza en el pecho cuando notó que no estaba sola en la cama, y eso no era lo único. Al levantar la sábana, notó que únicamente llevaba puesta su ropa interior. Un escalofrío de temor la recorrió mientras se aferraba a las sábanas, tratando de recordar cómo había llegado hasta allí y aún más impor
— Necesitaré otra descripción de ella fuera de su color de cabello o su perfume — son las palabras de su asistente tras cerrar su libreta de anotaciones. — El cabello negro es un rasgo muy común en nuestro país.— Estoy seguro de que podrás resolverlo. — Emil observa al hombre mayor tras quitar su mirada de los papeles que se encuentra revisando. — ¿Hay algún otro asunto pendiente?— Solo uno, su abuelo llamó para recordar que la fiesta de compromiso se realizará a finales de mes, le pide llegar con tiempo para conseguir un regalo acorde a la novia.Y solo esas palabras sirvieron para que el buen humor de Emil se acabara. Él sabe que debe respetar las tradiciones de la familia, desde pequeño fue criado dentro de ellas, pero en realidad, él guardaba la esperanza de que un día podría elegir con quien casarse, pero al final del día, simplemente aquella fue una opción que realmente nunca tuvo.Plesa – Rumania.El sol se filtra entre las ramas de los árboles que bordean el camino sinuoso
Una vez solo, Emil se deja caer en el respaldo de la silla, pasándose una mano por el cabello en un gesto de frustración. No pasa mucho para que unos pasos se hagan notar en la habitación. Pensando que es su padre quien regresó, Emil se prepara para seguir la discusión, pero es la voz de su abuelo la que se hace notar en la habitación. Al girarse hacia el mayor, Emil nota cómo este le observa con una mirada comprensiva.— ¿Hay alguna razón especial por la que te estás resistiendo tanto a este compromiso? — pregunta el abuelo con suavidad, su tono sereno deja claro que el paso del tiempo le enseñó a notar lo que otros intentan esconder.Emil niega con un movimiento de cabeza. En realidad, no tiene a nadie en su vida a quien pueda llamar "especial", aunque tampoco puede negar que nunca deja pasar la oportunidad de divertirse cada vez que puede. Ante esa última idea, el recuerdo de la hermosa desconocida con la que compartió algunas noches atrás le viene a la memoria, pero rápidament
— ¡Aquí están! — interrumpe con emoción la voz de su tía al ingresar a la cocina. La expresión de Vanessa se transforma de inmediato, con sus dudas siendo sustituidas por una careta de alegría y tranquilidad que le es fácil reconocer. — ¡Vanessa, estás hermosa! Pero deberías venir a visitarnos más seguido. — Hola, tía Juliette —, acercándose a la mayor, Vanessa la abraza con fuerza mientras la escucha. — Intentaré que el trabajo me deje un poco más de tiempo. — Trabajo —, replica una nueva voz tras ellos. Al separarse del abrazo, Vanessa ve a su tío quien entra a la cocina para ir por un poco de agua. — Tu trabajo debería ser atender a tu esposo; alguien tan hermosa como tú debería estar en casa mientras su esposo le da todo. Nunca entenderé por qué Nicolae te dejó seguir esa loca idea de trabajar en la ciudad y, peor todavía, el tener de amigo a ese payo. Y esas palabras bastaron para que una fuerte incomodidad se instalara en el ambiente. Allí estaba una de las razones por las
— Lo siento —, murmura Emil, extendiendo una mano para ayudarla a estabilizarse del tropiezo. Su voz es suave y llena de sorpresa al reconocer a Vanessa.Vanessa acepta la ayuda de Emil, sintiendo la electricidad en el aire entre ellos. — No, fui yo quien no miró por dónde iba —, responde con voz temblorosa, sintiendo la intensidad de la mirada de Emil, una parte de ella deseando que el chico no la reconozca.Un silencio incómodo se cierne entre ellos, cargado de las emociones no dichas que cada uno se encuentra experimentando. Vanessa se siente atrapada, el torbellino de sentimientos que siente se vuelven aún mayores. Por su parte, la mirada de Emil no disimula el placer que siente de haber encontrado a la pelinegra en ese lugar tan poco probable.Emil rompe el silencio primero, una leve sonrisa haciéndose presente en sus labios. — Parece que nos encontramos de nuevo.Vanessa asiente automáticamente, pero el saber que el desconocido la reconoce, solo hace crecer más el nudo en su