— ¡Aquí están! — interrumpe con emoción la voz de su tía al ingresar a la cocina. La expresión de Vanessa se transforma de inmediato, con sus dudas siendo sustituidas por una careta de alegría y tranquilidad que le es fácil reconocer. — ¡Vanessa, estás hermosa! Pero deberías venir a visitarnos más seguido.
— Hola, tía Juliette —, acercándose a la mayor, Vanessa la abraza con fuerza mientras la escucha. — Intentaré que el trabajo me deje un poco más de tiempo.
— Trabajo —, replica una nueva voz tras ellos. Al separarse del abrazo, Vanessa ve a su tío quien entra a la cocina para ir por un poco de agua. — Tu trabajo debería ser atender a tu esposo; alguien tan hermosa como tú debería estar en casa mientras su esposo le da todo. Nunca entenderé por qué Nicolae te dejó seguir esa loca idea de trabajar en la ciudad y, peor todavía, el tener de amigo a ese payo.
Y esas palabras bastaron para que una fuerte incomodidad se instalara en el ambiente.
Allí estaba una de las razones por las cuales Vanessa siempre encuentra una excusa para no ir a casa durante su tiempo de vacaciones; los prejuicios que algunos de los mayores aún conservan tienden a hacerla sentir ahogada.
— Es bueno que tu padre te encontrara un pretendiente —, continúa con ese tono de casi superioridad moral. — Ya tienes veinticuatro; es bastante complicado conseguir a alguien que quiera casarse con una mujer tan vieja.
— ¡Pero miren la hora! — interviene su tía al notar la clara molestia de Vanessa ante las palabras de su esposo. — Será mejor que suban a arreglarse, ya los invitados están por llegar y no es de buenos gitanos hacer esperar a las visitas. Vayan, yo terminaré lo que falta aquí.
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— ¿Por qué hay tanta locura? — Radu observa a Vanessa mientras esta se mueve por su habitación mientras termina de arreglarse. — Pensé que hoy solo se conocería al novio de Tatiana.
— Tatiana no tiene novio —, es la rápida respuesta de Vanessa mientras se sienta en la cama para colocarse los tacones. — Después de la ceremonia de pedido es que podrá usar el término novio. Y si crees que esto es locura, espera a ver el día de la boda o la fiesta de pedimiento. — colocándose de pie, la pelinegra se abre un poco de brazos al girar frente a Radu. — Bien ¿Cómo me veo?
Radu no puede evitar sonreír al ver a su mejor amiga. Para él, el color bermellón fue inventado para que Vanessa lo luzca, y si eso lo combina con una braga que deja marcados los sitios correctos del cuerpo de la pelinegra, entonces todo está perfecto.
Su cabello recogido en una coleta alta y la sombra que hace resaltar más sus ojos son el complemento perfecto para hacerla lucir radiante.
— Debería ser ilegal ser tan hermosa —, es la sincera respuesta de Radu. — Si no supiera que me la negarían, aprovecharía la cena para hacer escándalo y pedir tu mano.
— No tientes tu suerte, idiota —, se apresura a responder con diversión. — Una parte de mi familia quiere matarte, no hagas que los pocos que te estiman se una a su cruzada.
— Ni que lo digas —, concede el pelinegro. — Cuando llegaron tus tíos, puedo asegurarte que de no ser porque estaba con tu abuela, tu tío me hubiese matado.
— Si bueno, tienes suerte de no haberlo escuchado en la cocina. — Tomando su perfume del tocador, Vanessa se pone un poco mientras habla. — Creo que él disfruta intensamente de llamarme vieja cada que puede.
— ¿Interrumpo? — Pregunta una voz grave a sus espaldas. Al volverse hacia la puerta abierta, Vanessa no puede evitar apresurarse a los brazos del recién llegado y abrazarla como si su vida dependiera de ella. — Yo también te extrañe, mi princesa.
Nicolae había tenido que pasar el día fuera atendiendo todo lo relacionado con la venta de caballos que tendría esa semana, por ello, no había podido reunirse con su hija sino hasta ese momento.
El hombre había escuchado la conversación de su hija y su amigo antes de ingresar a la habitación, y el saber que su hermano había incomodado a su princesa y al chico no es algo que le agrade, pero prefiere concentrarse en la felicidad de poder abrazar a su hija después de tantos meses sin verla, ya después de entendería con su hermano.
— De saber que este sería mi recibimiento, hubiese terminado con los negocios antes. — Comenta mientras sigue abrazado a la menor. — Debería encerrarte y no dejar que te marches, no me gusta tener que esperar tanto para poder verte.
Ante las palabras de su padre, Vanessa no puede sino reír, una sonrisa que poco a poco se torna llanto, acaso ¿su padre la seguirá amando tanto cuando sepa que perdió su honra con un total desconocido?
— Ya, ya, no hay necesidad de llorar. — Afirma mientras acaricia los cabellos de su hija consolándola. Separándose del abrazo, toma las mejillas de Vanessa y limpia sus lágrimas para luego besar su frente. — Sabes que odio ver lágrimas en esa carita tuya.
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— Espero que sepas comportarte durante la cena. — Son las palabras de su padre mientras el auto se detiene frente a la casa de su futura prometida.
— Sé muy bien cómo usar mis modales — es la respuesta altanera que da a su padre.
— Yo solo espero que ambos sepan respetar un hogar decente. — Son las palabras de su abuelo las que ponen fin a la discusión que claramente estaba por comenzar.
Sin esperar por ninguno de ellos, el mayor baja del auto siendo seguido por su hijo mientras Emil suspira por millonésima vez su frustración.
Estaba por bajar del auto cuando la llamada entrante de su asistente corta sus acciones.
— ¿Qué pasa? — pregunta sin mayores rodeos.
Tengo la información que quería — es la respuesta al otro lado de la línea. — La envié toda a su correo.
Hubo unas palabras que le siguieron a esas, pero Emil mentiría si dijera que las entendió.
La mala recepción en algunas zonas era algo a lo que tenía que enfrentarse cada vez que estaba de visita, y al parecer ahora no sería la excepción. Bajando del auto, entra en el jardín de la casa, que su padre y su abuelo no hubiesen esperado por él no es algo que le sorprenda, después de todo, en la petición formal de mano él no puede entrar hasta no ser llamado, valiéndose de esto, busca un lugar con mejor recepción para regresar la llamada a Arseniu.
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— Ya están hablando con tu padre y los mayores. — Son las palabras de su madre al entrar en la cocina. Acercándose a Tatiana, la mayor acaricia las mejillas de su hija mientras la ve con emoción. — Estoy segura de que vas a ser muy feliz.
— Yo también lo espero mamá —, responde en un tono pasivo mientras la observa.
— ¿Dónde está la abuela?
— En el vivero —, es la respuesta de Vanessa al escuchar la duda de su tía. — ¿Quieren que la busque?
— Si no es molestia, querida. No sé qué hace en el vivero si sabía que los invitados estaban por llegar.
Sin querer decir nada, Vanessa sale por la puerta que da al patio y se apresura en ir al vivero para buscar a su abuela.
Al pasar cerca del frente de la casa, nota el audi estacionado, entiende un poco por donde va el compromiso de su hermana, pero no es algo que le sorprenda, lo que le extraña es no ver al futuro prometido de Tatiana esperando afuera a que le den el ingreso. Restando importancia a esto, sigue su camino al vivero.
Al entrar en el espacio, Vanessa se adentra en el vivero, disfrutando la frescura del aire y el aroma de los rosales que impregna el ambiente.
Sus ojos escudriñan el lugar en busca de su abuela, pero su búsqueda se interrumpe abruptamente cuando, al doblar una esquina, choca de frente con alguien más.
El impacto la hace retroceder un paso y perder el equilibrio, cerrando sus ojos esperó el impacto de la caída, pero este nunca llegó, en su lugar, lo que sintió fue el fuerte agarre de unas manos sobre su cadera.
Al levantar la mirada se encuentra con los ojos sorprendidos de Emil.
El corazón de Vanessa da un vuelco, y por un momento se queda sin aliento al encontrarse cara a cara con aquel hombre que la ha atormentado en sus pensamientos en las últimas semanas.
— Lo siento —, murmura Emil, extendiendo una mano para ayudarla a estabilizarse del tropiezo. Su voz es suave y llena de sorpresa al reconocer a Vanessa.Vanessa acepta la ayuda de Emil, sintiendo la electricidad en el aire entre ellos. — No, fui yo quien no miró por dónde iba —, responde con voz temblorosa, sintiendo la intensidad de la mirada de Emil, una parte de ella deseando que el chico no la reconozca.Un silencio incómodo se cierne entre ellos, cargado de las emociones no dichas que cada uno se encuentra experimentando. Vanessa se siente atrapada, el torbellino de sentimientos que siente se vuelven aún mayores. Por su parte, la mirada de Emil no disimula el placer que siente de haber encontrado a la pelinegra en ese lugar tan poco probable.Emil rompe el silencio primero, una leve sonrisa haciéndose presente en sus labios. — Parece que nos encontramos de nuevo.Vanessa asiente automáticamente, pero el saber que el desconocido la reconoce, solo hace crecer más el nudo en su
— ¿Cómo que se quedarán aquí? — Vanessa siente que el agarre que tiene sobre la bandeja de bebidas se debilita al escuchar las palabras de su madre. — Pensé que se marcharían después de la fiesta de mañana.— Pues ya ves que no, tu padre los invitó a quedarse aquí —, sin darle mucha importancia a su hija mayor, Vaiana toma la bandeja de sus manos y le indica que ella lleve la bandeja de bocadillos. — Además, la boda será en un mes, hay mucho que preparar y será más fácil si Tatiana y él se conocen mejor antes de ese día. — Sin decir más, la mayor sale de la cocina y deja a Vanessa sola.Al encontrarse sola, Vanessa se apoya en el mesón de la cocina y deja salir un suspiro de frustración. Si Emil se queda allí, sería casi imposible evitarle; aunque, tal vez podría aprovechar esa oportunidad para saber qué fue lo que pasó durante la fiesta, pero esa idea muere tan rápidamente como llega en el momento que reacciona sobre que se trata del prometido de su hermanita.::— ¿Dónde está Vanes
Vanessa siente cómo el rubor sube a sus mejillas ante la pregunta directa de Emil. Trata de mantener la compostura, pero su corazón late con fuerza, casi ahogando el sonido de su propia voz al responder:— Yo... eso, no sé de qué estás hablando.Su respuesta suena débil incluso a sus propios oídos, y Emil levanta una ceja con una sonrisa traviesa, casi como si estuviera sintiendo placer ante la situación y la negativa de la pelirroja.— ¿No lo sabes? — murmura, acercándose aún poco más, hasta que su aliento a menta choca con Vanessa. — ¿O quizás huiste porque no querías que te detuviera? ¿No será que estabas huyendo de mí y de lo que ocurrió?El corazón de Vanessa da un vuelco ante la intensidad de la mirada de Emil, y lucha por mantener la calma mientras busca una respuesta convincente, una que salga con seguridad y que no la haga desbordar finalmente en llanto.— Emil, por favor... — dice intentando mantener la calma, pero siente cómo el nudo que se forma en su garganta la ahoga.Ca
Emil se dejó caer en la mullida cama y cerró sus ojos. Disfrutando del silencio que envuelve la habitación, se deja ir en sus pensamientos, no se sorprende cuando al igual que la noche anterior, lo primero que aparece en su pensamiento es el recuerdo de esa hermosa sonrisa y brillante mirada.*En ese punto, el bullicio de la fiesta lo hace sentirse abrumado, esto por las risas forzadas y las conversaciones superficiales que lo rodeaban. Él no es ajeno a ese mundo, pero en ocasiones le resulta demasiado agotador.Caminando entre los invitados con una copa en la mano, responde con cortesía a los saludos y los múltiples intentos de iniciar una conversación sobre negocios que se le presentan. Sin embargo, ninguna de las interacciones logra despertar su interés genuino, las insinuaciones de las mujeres que se aceran a él en esa ocasión las siente fuera de lugar. la idea de marcharse se torna en una decisión firme en su cabeza una vez que establece que nada allí llama su atención, o por lo
Vanessa se despertó sobresaltada por el bullicio que resuena desde el exterior de la casa. El sonido de motores rugientes y voces animadas la arrancó bruscamente de su sueño. Parpadeando somnolienta, se frotó los ojos y se incorporó lentamente en la cama.El sol apenas comenzaba a filtrarse a través de las cortinas, eso le dio una noción de la hora que podría ser. Levantándose acomoda su pijama luego de estirarse. Aunque no viene tan seguido como le gustaría, la casa de sus padres siempre está llena de un aire familiar y acogedor que la hace sentir segura, y aunque ya está acostumbrada a la ciudad al ritmo que esta le pide, ama toda la tranquilidad que le brinda el campo.Siguiendo el ruido, Vanessa salió de su habitación y recorrió el pasillo, guiada por el delicioso aroma que se filtraba desde la cocina. Al llegar, encontró a su madre y su tía moviéndose con gracia entre los fogones, preparando un desayuno abundante.—¿Qué está pasando afuera? —preguntó con voz aun adormilada, frotá
Vanessa se sintió horrible ante el tono usado por su abuela; lo único que deseó es que el suelo se abriera bajo sus pies. La tensión en el ambiente era palpable, y su corazón latía con fuerza en su pecho mientras enfrentaba las miradas acusatorias de su familia. Se mordió el labio inferior, luchando por encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que acababan de presenciar. Emil, por su parte, se frotó la mejilla donde Vanessa lo había golpeado, su expresión una mezcla de sorpresa y confusión. —Papá, abuela —comenzó Vanessa, intentando mantener la compostura—. Yo… puedo explicarlo, verán… Su padre la interrumpió, con una mirada severa que la hizo estremecerse. — ¿Explicarlo, Vanessa? Trataste de forma grosera al prometido de tu hermana —dijo con firmeza—. Esto es vergonzoso y completamente inaceptable. Los abuelos de ambos permanecieron en silencio, observando la escena con gestos serios. Vanessa se sintió aún más angustiada ante su mirada penetrante. — ¡Fue mi culpa! —son
El auto dio una fuerte sacudida cuando pasó sobre el bache, por lo que ambos ocupantes se movieron de forma tosca en sus asientos. Emil había guardado silencio hasta ese punto, pero al notar la intención de la pelinegra de tomar el próximo bache en el camino, se giró para verla.— ¿Estás consciente de que tu auto es el inocente que en verdad está pagando las consecuencias de tu rabieta? — suelta con un poco de molestia en su voz. Los dos primeros baches estuvieron bien, hasta el cuarto le pareció divertido, pero si siguen así, el berrinche de la mujer podría costarles un mal rato o quedarse varados a la mitad de la nada. — Aunque no voy a negar que sería divertido quedarnos a la mitad de la nada por falta de uno de los cauchos, eso nos daría más tiempo a solas. Pero tambien está la posibilidad de terminar envueltos en un accidente graveLa intención de Vanessa se vio cortada por esas palabras; ni loca quiere quedarse en medio de la carretera con él o terminar volcando su amado auto. E
— ¿Entonces, está todo listo? — Emil sostiene la puerta para que Vanessa salga del banco.— Sí, por lo menos, yo estoy lista.Al salir del banco, Vanessa guarda las facturas de la hipoteca familiar y luego observa su reloj; ya pasaban de las tres y su estómago no tardó en hacer acto de presencia.— Creo que alguien necesita comer. — Son las palabras burlonas del peli castaño.Vanessa pasa a su lado sin decir nada, pero el marcado sonrojo en sus mejillas deja en claro lo apenada que se encuentra ante la situación. Solo alcanzó a dar un par de pasos lejos de él cuando siente el agarre en su mano; al bajar su mirada, nota que es Emil quien la sujeta.— ¿Qué haces? — Pregunta con un tono que deja claro el que le preocupa que algún conocido pueda verlos o lo que las personas puedan llegar a pensar.— Te invito a comer.Sin esperar respuesta, Emil simplemente jala con suavidad a Vanessa y la anima a caminar. Cuando llegan, habían alcanzado a ver un restaurante con una buena vista a las mont