Vanessa se despertó sobresaltada por el bullicio que resuena desde el exterior de la casa. El sonido de motores rugientes y voces animadas la arrancó bruscamente de su sueño. Parpadeando somnolienta, se frotó los ojos y se incorporó lentamente en la cama.El sol apenas comenzaba a filtrarse a través de las cortinas, eso le dio una noción de la hora que podría ser. Levantándose acomoda su pijama luego de estirarse. Aunque no viene tan seguido como le gustaría, la casa de sus padres siempre está llena de un aire familiar y acogedor que la hace sentir segura, y aunque ya está acostumbrada a la ciudad al ritmo que esta le pide, ama toda la tranquilidad que le brinda el campo.Siguiendo el ruido, Vanessa salió de su habitación y recorrió el pasillo, guiada por el delicioso aroma que se filtraba desde la cocina. Al llegar, encontró a su madre y su tía moviéndose con gracia entre los fogones, preparando un desayuno abundante.—¿Qué está pasando afuera? —preguntó con voz aun adormilada, frotá
Vanessa se sintió horrible ante el tono usado por su abuela; lo único que deseó es que el suelo se abriera bajo sus pies. La tensión en el ambiente era palpable, y su corazón latía con fuerza en su pecho mientras enfrentaba las miradas acusatorias de su familia. Se mordió el labio inferior, luchando por encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que acababan de presenciar. Emil, por su parte, se frotó la mejilla donde Vanessa lo había golpeado, su expresión una mezcla de sorpresa y confusión. —Papá, abuela —comenzó Vanessa, intentando mantener la compostura—. Yo… puedo explicarlo, verán… Su padre la interrumpió, con una mirada severa que la hizo estremecerse. — ¿Explicarlo, Vanessa? Trataste de forma grosera al prometido de tu hermana —dijo con firmeza—. Esto es vergonzoso y completamente inaceptable. Los abuelos de ambos permanecieron en silencio, observando la escena con gestos serios. Vanessa se sintió aún más angustiada ante su mirada penetrante. — ¡Fue mi culpa! —son
El auto dio una fuerte sacudida cuando pasó sobre el bache, por lo que ambos ocupantes se movieron de forma tosca en sus asientos. Emil había guardado silencio hasta ese punto, pero al notar la intención de la pelinegra de tomar el próximo bache en el camino, se giró para verla.— ¿Estás consciente de que tu auto es el inocente que en verdad está pagando las consecuencias de tu rabieta? — suelta con un poco de molestia en su voz. Los dos primeros baches estuvieron bien, hasta el cuarto le pareció divertido, pero si siguen así, el berrinche de la mujer podría costarles un mal rato o quedarse varados a la mitad de la nada. — Aunque no voy a negar que sería divertido quedarnos a la mitad de la nada por falta de uno de los cauchos, eso nos daría más tiempo a solas. Pero tambien está la posibilidad de terminar envueltos en un accidente graveLa intención de Vanessa se vio cortada por esas palabras; ni loca quiere quedarse en medio de la carretera con él o terminar volcando su amado auto. E
— ¿Entonces, está todo listo? — Emil sostiene la puerta para que Vanessa salga del banco.— Sí, por lo menos, yo estoy lista.Al salir del banco, Vanessa guarda las facturas de la hipoteca familiar y luego observa su reloj; ya pasaban de las tres y su estómago no tardó en hacer acto de presencia.— Creo que alguien necesita comer. — Son las palabras burlonas del peli castaño.Vanessa pasa a su lado sin decir nada, pero el marcado sonrojo en sus mejillas deja en claro lo apenada que se encuentra ante la situación. Solo alcanzó a dar un par de pasos lejos de él cuando siente el agarre en su mano; al bajar su mirada, nota que es Emil quien la sujeta.— ¿Qué haces? — Pregunta con un tono que deja claro el que le preocupa que algún conocido pueda verlos o lo que las personas puedan llegar a pensar.— Te invito a comer.Sin esperar respuesta, Emil simplemente jala con suavidad a Vanessa y la anima a caminar. Cuando llegan, habían alcanzado a ver un restaurante con una buena vista a las mont
Cuando el auto se estacionó frente a la casa, lo primero que captó la mirada de ambos fue la presencia de un grupo de hombres mayores en la parte externa de la casa; ninguno necesita mayor explicación sobre quiénes son, porque ellos lo saben bien: el consejo de mayores. Al bajar del auto, Radu se extraña al ver que Vanessa lo hace del lado del copiloto; ella nunca deja que un extraño maneje su auto.— ¡Llegaron! ¿Todo está arreglado con la modista? — Son las palabras de su madre una vez que se encuentran dentro del porche de la casa.— Sí, la modista nos espera a todos a primera hora el viernes — es Emil quien se adelanta a responder, ganándose una mirada encantada por parte de su futura suegra.— Pero es mala suerte que el novio vea el traje de su novia antes de la boda.Las palabras de su padre llaman la atención de Emil; de verdad no le causa ninguna gracia que aún se tenga esa creencia tan absurda, además, él ya tiene claro que no permitirá que nada ni nadie le evite casarse.— No
— Pensé que no aceptarías — Tatiana observa a su hermana mientras esta se encuentra sazonando el pollo de la cena. — ¿Viste la cara de los mayores? Pensé que tendrían un ataque cuando dijiste que sí. Esta boda será algo interesante. ¿Cómo crees que sea la hermana de Emil? ¿Crees que será divertido tenerla como mi dama de cortejo?Vanessa nota la diversión en el tono y las expresiones de su hermana. Esa fue su razón para aceptar; necesita terminar esta boda con buen pie para ella, para verla así de feliz siempre, pero no puede evitar recordar que necesita preguntarle algo.— Tati, sobre la boda… — dejando el pollo de lado y limpiando sus manos, la pelinegra se acerca a su hermana y se queda de pie junto a ella. — ¿Por qué una boda tan de pronto? Papá nunca nos pidió casarnos, y de pronto tiene pretendientes para ambas y tu boda es en solo un mes.La sonrisa de Tatiana desapareció ante la pregunta de su hermana. Separándose de ella, busca una cacerola que le sirva para cocinar la cantid
El patio se encuentra lleno del bullicio proveniente de las conversaciones de todas las personas que se encuentran disfrutando de la cena; y es que, en ese momento, en el jardín trasero de la casa hay más de treinta personas compartiendo la cena y una conversación amena. En la mesa central, se encuentran los miembros de ambas familias. Y mientras sus padres conversan amenamente con sus tíos, Vanessa puede sentir la mirada del padre de Emil, y en verdad, esta se siente como una fuerte lápida sobre ella. Incluso puede jurar que, si el mayor no deja de verla, terminará teniendo una crisis y diciendo lo primero que salga de ella sin filtro alguno. — ¡Vanessa! — exclama su madre, captando finalmente su atención. — ¿Te sientes bien?— Sí, solo me duele un poco la cabeza — excusa mientras come un poco de su plato.— Y ¿Vanessa? — llama el padre de Emil con un tono que le hace entender que nada de lo que el hombre va a decir será amable. — ¿A qué te dedicas? Ok, eso es algo que no esperaba,
El ambiente en el jardín se había vuelto bastante incómodo. Tatiana observa fijamente el camino por el cual su hermana, su prometido y Radu se habían marchado y puede sentir cómo un nudo se forma en su pecho. Lo que no sabe es si este se formó por el dolor que alcanzó a ver en la mirada de su hermana o por ver que ella tiene la atención de los dos hombres; y aunque con Radu lo ve como algo normal al ser su mejor amigo, no entiende por qué Emil se mostró tan perturbado por el estado que ella mostró.— ¿Existe alguna razón por la cual acabas de ofender a mi hija? — Nicolau habla finalmente. — Espero que tengas una razón y testigos que validen la acusación que acabas de presentar sobre la honra de Vanessa y de mi familia.— Mi intención nunca fue poner en juicio la honra de tu hija, Nicolau. — es la simple respuesta de Xavier, mismo que sigue comiendo de su plato como si no acabara de pasar nada. — Solo comento algunas cosas que pasan con las mujeres que salen de nuestra comunidad. Las g