— Necesitaré otra descripción de ella fuera de su color de cabello o su perfume — son las palabras de su asistente tras cerrar su libreta de anotaciones. — El cabello negro es un rasgo muy común en nuestro país.
— Estoy seguro de que podrás resolverlo. — Emil observa al hombre mayor tras quitar su mirada de los papeles que se encuentra revisando. — ¿Hay algún otro asunto pendiente?
— Solo uno, su abuelo llamó para recordar que la fiesta de compromiso se realizará a finales de mes, le pide llegar con tiempo para conseguir un regalo acorde a la novia.
Y solo esas palabras sirvieron para que el buen humor de Emil se acabara.
Él sabe que debe respetar las tradiciones de la familia, desde pequeño fue criado dentro de ellas, pero en realidad, él guardaba la esperanza de que un día podría elegir con quien casarse, pero al final del día, simplemente aquella fue una opción que realmente nunca tuvo.
Plesa – Rumania.
El sol se filtra entre las ramas de los árboles que bordean el camino sinuoso que conduce a Plesa.
El aire fresco de la mañana se cuela por las ventanas del auto, llevando consigo el aroma a tierra húmeda y vegetación silvestre.
En el asiento del pasajero, Vanessa no puede dejar de sentirse inquieta, con su brazo apoyado en la ventana y sosteniendo su cara; su mirada se mantiene perdida en el paisaje que se despliega a su paso.
Radu, concentrado en la carretera, ocasionalmente lanza una mirada de soslayo a su amiga.
Había un silencio tenso entre ellos, interrumpido solo por el suave murmullo del motor del auto.
Finalmente, y cansado del ahogador silencio, Radu se anima a romperlo. —¿Te sientes bien? —pregunta con un poco de precaución, totalmente consciente de la expresión preocupada en el rostro de su amiga.
Vanessa suspira y asiente con la cabeza, aunque no está convencida de su propia respuesta. —Sí, sólo… Estoy intentando imaginar cómo será el prometido de Tatiana —asegura intentando desviar sus verdaderos pensamientos.
Radu aprieta suavemente el volante sin despegar la vista del camino.
Sabe que la pelinegra está mintiendo, después de todo, no ha hecho sino escucharla llorar por las noches durante las últimas semanas.
—Bueno, conociendo a Tatiana, debe ser alguien muy apegado a sus costumbres. Ya sabes que siempre presume de ser la gitana perfecta.
Vanessa mira por la ventana y guarda silencio mientras ve cómo los campos verdes y el pequeño pueblo pasan delante de sus ojos.
A medida que se acercan a su destino, una mezcla de emociones la invaden: ansiedad por lo que está por venir, pero también un destello pequeño de esperanza de que podrá encontrar una solución a este desastre y lograr que todo salga bien.
Finalmente, el auto gira en una curva pronunciada y entra en las calles adoquinadas de Plesa.
Vanessa reconoce los edificios y las tiendas familiares que han sido parte de su infancia.
El corazón le late con fuerza mientras se acercan cada vez más a la casa de sus padres.
—Llegamos —anunció Radu, deteniendo el auto frente a la casa de la pelinegra.
Al ver la fachada de la casa de sus padres, Vanessa inhala profundamente, preparándose para lo que está por venir.
La mano de Radu se posa sobre la suya y esta no puede sino verlo y sonreír en un mudo agradecimiento.
Juntos, salen del auto y casi al instante, los gritos emocionados de su madre se dejan escuchar cuando esta sale de la casa para recibirles.
El fuerte abrazo de la mayor no se hace esperar, lo mismo que sus palabras sobre haberla extrañado.
—Entonces ¿solo vienes a casa cuando tiene que ver con tu hermana? —es el reproche de su madre, pero este no sale de forma acusatoria sino con un tono cariñoso y juguetón.
Vanessa baja la mirada, sabe que las palabras de su progenitora no han salido con mala intención, pero igualmente siente un poco de culpa aplastándola. —Lo siento, mamá —murmura, luchando porque su rostro no muestre la culpa que siente.
Al ver la forma en la cual su hija reacciona, Vaiana no duda en dar un suave apretón en los hombros de su hija antes de apartarse para observar con preocupación. —¿Está todo bien? —pregunta, notando la angustia en los ojos de Vanessa aun cuando esta intenta disimular.
Vanessa asiente con un suspiro, tratando de restar importancia. —Sí, mamá. Solo estoy un poco cansada por el viaje —responde, ofreciendo una sonrisa forzada para tranquilizarla.
Radu nota cómo a Vanessa le cuesta cada vez más ocultar el mar de emociones que tiene dentro, por lo que, ofreciendo su apoyo silencioso, se anima a intervenir en la conversación. —Hola, señora Vaiana. Lamento interrumpir su reencuentro —dice con cortesía, mostrando su respeto hacia la madre de su amiga aun cuando sabe que él no es del total agrado de la familia.
La madre de Vanessa se queda en silencio por un momento. Aunque no entiende por qué el chico se encuentra allí, decide hablar y hacerle saber su duda a Radu, pero su intención es interrumpida por las palabras de su suegra.
—Oh, no te preocupes, Radu querido. Siempre eres bienvenido aquí —responde con calidez. Contrario al resto de la familia quienes tienen recelo hacia Radu por no ser gitanos, la abuela Irina reconoce al chico como un buen amigo y apoyo en la vida de su nieta.
Vanessa siente paz al ver el comprensivo y cariñoso rostro de su abuela, por lo que sin dudarlo se aleja de su madre y se abraza con fuerza de su nona.
—Yo también te extrañé —asegura la anciana mujer mientras abraza a Vanessa. —Vamos, entren, deben contarme muchas cosas —valiéndose de la cercanía que tiene con la pelinegra, Irina susurra para que solo ella la escuche. —Especialmente, qué es lo que te está atormentando.
:
:
—Sigo sin ver cuál es el problema — son las palabras de su padre mientras se mantiene leyendo las noticias en su tablet. — Estamos hablando de una joven de buena familia y que cumple con nuestras tradiciones.
—Estamos hablando de una total desconocida — es la rápida respuesta de Emil.
—Estamos hablando de lo mejor para ti y para la familia — sentencia tajantemente.
Emil no puede evitar apretar los puños con frustración mientras su padre continúa leyendo las noticias como si nada estuviese sucedido. — Pensé que era yo quien tenía el derecho de elegir lo que es mejor para mí — insiste, levantando la voz en un intento por hacerse entender a su progenitor.
El padre de Emil suspira, apartando la mirada de la pantalla del dispositivo para así enfrentarse a su hijo. — Emil, no siempre se trata de lo que quieres. Se trata de lo que es mejor para todos. ¿O acaso piensas casarte con una paya y ensuciar a la familia? — pregunta el mayor con calma, aunque su tono denota una firmeza y reproche inquebrantable.
— Solamente estoy diciendo que tengo el derecho de, por lo menos, amar a la persona con la que voy a compartir mi vida. No quiero terminar como tú.
Son estas palabras las que finalmente colman la paciencia del padre de Emil, haciendo que este se levante de su silla con un gesto de exasperación. — No hay más que discutir. Esta es la decisión que he tomado como jefe de la familia, no aceptaré discusiones ni cambiaré de opinión — declara antes de abandonar la sala, dejando a Emil sumido en sus pensamientos y rabia.
Una vez solo, Emil se deja caer en el respaldo de la silla, pasándose una mano por el cabello en un gesto de frustración. No pasa mucho para que unos pasos se hagan notar en la habitación. Pensando que es su padre quien regresó, Emil se prepara para seguir la discusión, pero es la voz de su abuelo la que se hace notar en la habitación. Al girarse hacia el mayor, Emil nota cómo este le observa con una mirada comprensiva.— ¿Hay alguna razón especial por la que te estás resistiendo tanto a este compromiso? — pregunta el abuelo con suavidad, su tono sereno deja claro que el paso del tiempo le enseñó a notar lo que otros intentan esconder.Emil niega con un movimiento de cabeza. En realidad, no tiene a nadie en su vida a quien pueda llamar "especial", aunque tampoco puede negar que nunca deja pasar la oportunidad de divertirse cada vez que puede. Ante esa última idea, el recuerdo de la hermosa desconocida con la que compartió algunas noches atrás le viene a la memoria, pero rápidament
— ¡Aquí están! — interrumpe con emoción la voz de su tía al ingresar a la cocina. La expresión de Vanessa se transforma de inmediato, con sus dudas siendo sustituidas por una careta de alegría y tranquilidad que le es fácil reconocer. — ¡Vanessa, estás hermosa! Pero deberías venir a visitarnos más seguido. — Hola, tía Juliette —, acercándose a la mayor, Vanessa la abraza con fuerza mientras la escucha. — Intentaré que el trabajo me deje un poco más de tiempo. — Trabajo —, replica una nueva voz tras ellos. Al separarse del abrazo, Vanessa ve a su tío quien entra a la cocina para ir por un poco de agua. — Tu trabajo debería ser atender a tu esposo; alguien tan hermosa como tú debería estar en casa mientras su esposo le da todo. Nunca entenderé por qué Nicolae te dejó seguir esa loca idea de trabajar en la ciudad y, peor todavía, el tener de amigo a ese payo. Y esas palabras bastaron para que una fuerte incomodidad se instalara en el ambiente. Allí estaba una de las razones por las
— Lo siento —, murmura Emil, extendiendo una mano para ayudarla a estabilizarse del tropiezo. Su voz es suave y llena de sorpresa al reconocer a Vanessa.Vanessa acepta la ayuda de Emil, sintiendo la electricidad en el aire entre ellos. — No, fui yo quien no miró por dónde iba —, responde con voz temblorosa, sintiendo la intensidad de la mirada de Emil, una parte de ella deseando que el chico no la reconozca.Un silencio incómodo se cierne entre ellos, cargado de las emociones no dichas que cada uno se encuentra experimentando. Vanessa se siente atrapada, el torbellino de sentimientos que siente se vuelven aún mayores. Por su parte, la mirada de Emil no disimula el placer que siente de haber encontrado a la pelinegra en ese lugar tan poco probable.Emil rompe el silencio primero, una leve sonrisa haciéndose presente en sus labios. — Parece que nos encontramos de nuevo.Vanessa asiente automáticamente, pero el saber que el desconocido la reconoce, solo hace crecer más el nudo en su
— ¿Cómo que se quedarán aquí? — Vanessa siente que el agarre que tiene sobre la bandeja de bebidas se debilita al escuchar las palabras de su madre. — Pensé que se marcharían después de la fiesta de mañana.— Pues ya ves que no, tu padre los invitó a quedarse aquí —, sin darle mucha importancia a su hija mayor, Vaiana toma la bandeja de sus manos y le indica que ella lleve la bandeja de bocadillos. — Además, la boda será en un mes, hay mucho que preparar y será más fácil si Tatiana y él se conocen mejor antes de ese día. — Sin decir más, la mayor sale de la cocina y deja a Vanessa sola.Al encontrarse sola, Vanessa se apoya en el mesón de la cocina y deja salir un suspiro de frustración. Si Emil se queda allí, sería casi imposible evitarle; aunque, tal vez podría aprovechar esa oportunidad para saber qué fue lo que pasó durante la fiesta, pero esa idea muere tan rápidamente como llega en el momento que reacciona sobre que se trata del prometido de su hermanita.::— ¿Dónde está Vanes
Vanessa siente cómo el rubor sube a sus mejillas ante la pregunta directa de Emil. Trata de mantener la compostura, pero su corazón late con fuerza, casi ahogando el sonido de su propia voz al responder:— Yo... eso, no sé de qué estás hablando.Su respuesta suena débil incluso a sus propios oídos, y Emil levanta una ceja con una sonrisa traviesa, casi como si estuviera sintiendo placer ante la situación y la negativa de la pelirroja.— ¿No lo sabes? — murmura, acercándose aún poco más, hasta que su aliento a menta choca con Vanessa. — ¿O quizás huiste porque no querías que te detuviera? ¿No será que estabas huyendo de mí y de lo que ocurrió?El corazón de Vanessa da un vuelco ante la intensidad de la mirada de Emil, y lucha por mantener la calma mientras busca una respuesta convincente, una que salga con seguridad y que no la haga desbordar finalmente en llanto.— Emil, por favor... — dice intentando mantener la calma, pero siente cómo el nudo que se forma en su garganta la ahoga.Ca
Emil se dejó caer en la mullida cama y cerró sus ojos. Disfrutando del silencio que envuelve la habitación, se deja ir en sus pensamientos, no se sorprende cuando al igual que la noche anterior, lo primero que aparece en su pensamiento es el recuerdo de esa hermosa sonrisa y brillante mirada.*En ese punto, el bullicio de la fiesta lo hace sentirse abrumado, esto por las risas forzadas y las conversaciones superficiales que lo rodeaban. Él no es ajeno a ese mundo, pero en ocasiones le resulta demasiado agotador.Caminando entre los invitados con una copa en la mano, responde con cortesía a los saludos y los múltiples intentos de iniciar una conversación sobre negocios que se le presentan. Sin embargo, ninguna de las interacciones logra despertar su interés genuino, las insinuaciones de las mujeres que se aceran a él en esa ocasión las siente fuera de lugar. la idea de marcharse se torna en una decisión firme en su cabeza una vez que establece que nada allí llama su atención, o por lo
Vanessa se despertó sobresaltada por el bullicio que resuena desde el exterior de la casa. El sonido de motores rugientes y voces animadas la arrancó bruscamente de su sueño. Parpadeando somnolienta, se frotó los ojos y se incorporó lentamente en la cama.El sol apenas comenzaba a filtrarse a través de las cortinas, eso le dio una noción de la hora que podría ser. Levantándose acomoda su pijama luego de estirarse. Aunque no viene tan seguido como le gustaría, la casa de sus padres siempre está llena de un aire familiar y acogedor que la hace sentir segura, y aunque ya está acostumbrada a la ciudad al ritmo que esta le pide, ama toda la tranquilidad que le brinda el campo.Siguiendo el ruido, Vanessa salió de su habitación y recorrió el pasillo, guiada por el delicioso aroma que se filtraba desde la cocina. Al llegar, encontró a su madre y su tía moviéndose con gracia entre los fogones, preparando un desayuno abundante.—¿Qué está pasando afuera? —preguntó con voz aun adormilada, frotá
Vanessa se sintió horrible ante el tono usado por su abuela; lo único que deseó es que el suelo se abriera bajo sus pies. La tensión en el ambiente era palpable, y su corazón latía con fuerza en su pecho mientras enfrentaba las miradas acusatorias de su familia. Se mordió el labio inferior, luchando por encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que acababan de presenciar. Emil, por su parte, se frotó la mejilla donde Vanessa lo había golpeado, su expresión una mezcla de sorpresa y confusión. —Papá, abuela —comenzó Vanessa, intentando mantener la compostura—. Yo… puedo explicarlo, verán… Su padre la interrumpió, con una mirada severa que la hizo estremecerse. — ¿Explicarlo, Vanessa? Trataste de forma grosera al prometido de tu hermana —dijo con firmeza—. Esto es vergonzoso y completamente inaceptable. Los abuelos de ambos permanecieron en silencio, observando la escena con gestos serios. Vanessa se sintió aún más angustiada ante su mirada penetrante. — ¡Fue mi culpa! —son