C33- ¡ALMA GEMELA! Zayden sostuvo su mirada un segundo más… luego se apartó ligeramente, rompiendo el momento. Sus ojos se endurecieron, y su tono, cuando habló, fue distante, como si hubiera levantado una muralla invisible entre ellos. —No deberías hacer preguntas que no estás lista para escuchar —dijo, sin emoción—. Vamos. Ya es tarde. Se puso de pie, evitando mirarla otra vez. Su cuerpo todavía irradiaba tensión, pero su voz ya no mostraba ni una grieta. Odette lo miró en silencio, sintiendo cómo algo en su pecho se apretaba. Sabía que le estaba ocultando algo. Lo sentía en cada palabra que no dijo. En cada espacio entre sus frases. Pero, aun así, asintió. Se levantó despacio, sacudiéndose las hojas del abrigo, y comenzó a caminar a su lado. No hablaron en el camino. Solo el crujir de las hojas bajo sus botas y el canto lejano de un búho rompían el silencio. Pero dentro de ambos, las emociones hervían. Y cuando el claro se abría paso hacia uno de los caminos de regreso, un g
C34-ALFA LEONARD DARKWOOD.La escena en el bosque cambió de ritmo en cuanto Noah se acercó a la joven. En el momento exacto en que la tuvo entre sus brazos, algo dentro de él se estremeció. Un golpe seco en el pecho. Un calor que subió desde su estómago hasta su garganta.Su lobo rugió.No fue un rugido de pelea ni de advertencia, fue algo más profundo. Más primitivo.«Es ella. Es nuestra. ¡Es nuestra pareja!»La voz de su lobo resonó tan fuerte que Noah se quedó completamente inmóvil por un segundo. Sus brazos temblaron un poco, pero no por esfuerzo… sino por la intensidad de lo que sentía. Su lobo se revolvía como loco dentro de él, desesperado por acercarse más, por protegerla, por envolverla en su esencia.Zayden lo notó de inmediato.—¿Qué demonios te pasa? ¿Estás bien? —preguntó, frunciendo el ceño.Odette también lo miró con sorpresa.Pero Noah, por una vez, no bromeó. No sonrió.Levantó la mirada, con una seriedad que rara vez mostraba.—Es ella.Zayden parpadeó.—¿Disculpa?—
C35- FLORES PARA IRIDESSA.La puerta de la habitación se abrió con suavidad y Noah. En cuanto Nina lo vio, sus pupilas se dilataron como si su cuerpo entero lo reconociera antes que su mente pudiera reaccionar.Un calor repentino subió por su pecho, y el leve sonrojo que tiñó sus mejillas no pasó desapercibido.Odette y Zayden se miraron, conteniendo una risita. El vínculo estaba ahí, tan claro como el sol entrando por la ventana.—Hola, dormilona —dijo Noah con una sonrisa dulce, su voz más suave de lo habitual—. ¿Cómo te sientes?Nina bajó la mirada y dejó escapar una risa nerviosa.—Ya no tengo fiebre —respondió, sin poder mirarlo a los ojos por mucho rato.Noah tragó saliva, haciendo un esfuerzo casi sobrehumano por mantener a raya los impulsos de su lobo, que se agitaba dentro de él. Dio un par de pasos hacia la cama, despacio, como si temiera asustarla… o perder el control.—Qué bueno… —murmuró, sus ojos brillando con ternura—. Porque sería una verdadera tragedia si el universo
C36-RECUERDOS.Odette se detuvo frente a la puerta. Sus dedos temblaban sobre el cerrojo. «Podría marcharme ahora… fingir que nunca estuve aquí.» se dijo.Pero no lo hizo.Tomó el picaporte y lo giró con lentitud, empujando la puerta hasta que se abrió con un leve crujido. Un susurro de aire viejo salió a recibirla, lleno de memorias que no le pertenecían.La habitación era hermosa. Cálida. Femenina. Las cortinas de blanco marfil danzaban suavemente con la brisa y en el tocador un tocador pequeños frascos de perfume, peinetas delicadas, y un lazo de tela ya sin color, pero cuidadosamente doblado.Todo estaba en perfecto estado.Intacto. Como si el tiempo mismo hubiera sido obligado a detenerse para no tocar lo que fue de Iridessa. Odette sintió cómo algo se apretaba en su pecho, como si una mano invisible le oprimiera el corazón.Y entonces la vio. La cuna.Se acercó lentamente.La tela estaba bordada con lunas y estrellas, suaves al tacto. Y dentro, una mantita diminuta, doblada c
C37-ESCUCHANDO A ESCONDIDAS.—Pregunte que haces aquí.Odette no se inmutó. Ni un temblor en sus manos, ni un parpadeo más rápido de lo normal. Solo alzó la cabeza con esa calma que lo volvía loco, esa serenidad que parecía burlarse de él sin decir una palabra.—Ya me voy —respondió, su voz tan suave como el roce de la seda, pero con un filo que él conocía demasiado bien.Zayden apretó los dientes, sintiendo el calor de la rabia subiéndole por el cuello.No.No se iba a ir así, como si nada hubiera pasado. Avanzó y bloqueó la puerta con su cuerpo, los músculos tensos, listos para estallar.—Nadie entra aquí. Nadie. —Cada palabra salió como un latigazo, frío, controlado, pero el pulso en su mandíbula traicionaba la tormenta que rugía dentro de él.Odette lo miró entonces, directamente a los ojos. No había miedo en su mirada, ni siquiera desafío. Solo… indiferencia. Como si él fuera una pared, un obstáculo insignificante.—Lo entiendo. No volverá a pasar.Esa tranquilidad lo hizo hervir
C38-MÁS QUE UN CONTRATO. La manada Corazón de Plata habitaba tierras donde el invierno nunca se rendía. Dentro del estudio del castillo, la chimenea rugía con vida propia y Leonard, el Alfa, estaba sentado en su sillón de piel de oso, con una copa de hielo oscuro, un licor espeso que ardía como fuego al tragarlo, apretada entre sus dedos. Su cabello plateado caía en mechones desordenados sobre su frente, y sus ojos grises, intensos como la tormenta, se entrecerraban mientras releía la nota arrugada que sostenía en la otra mano. Al terminar, dejó la copa sobre la mesa con un golpe seco. —Malditos lobos rebeldes —gruñó. Los despreciaba. Para él, no eran más que bestias sin control ni propósito. Lobos sin manada, sin ley. Criaturas que vivían solo para romper el equilibrio que él tanto se esforzaba por mantener. Eran caos… y él, un Alfa, no podía permitirse el lujo del caos. A su lado, su Beta, un lobo de pelo castaño y mirada firme, tomó la nota y la leyó en silencio. Sus cejas se
C39- DEMASIADO TARDE.Odette no supo qué la golpeó más fuerte: si la sonrisa en los labios de Kendra o el tono casual con el que pronunció esas palabras.—Zayden siempre ha confiado en mí —dijo, encogiéndose de hombros—. Después de todo, hemos compartido tantas cosas que... sería imposible que confiara más en alguien que en mí.Odette parpadeó. Y una punzada helada le recorrió el pecho, y por un segundo, no pudo respirar.—¿Compartido...? —murmuró, más para sí que para la otra.—Claro —Kendra sostuvo su mirada, como si saboreara cada palabra—. Me lo contó todo. Incluso lo del contrato. Supongo que necesitaba hablar con alguien en quien confiara de verdad.Odette tragó saliva.Esa frase fue como un puñal. Incluso Kendra tenía un lugar especial en la vida de Zayden. Uno del que ella, por más Luna que fuera, parecía estar excluida.Mientras tanto, al otro lado del castillo, Zayden estaba en su estudio, con la mirada fija en el fuego que chisporroteaba en la chimenea. Las sombras danzaban
C40- TÚ ERES LA INDICADA.El arroyo brillaba bajo la luz dorada del atardecer. El lugar tenía una belleza tranquila, casi mágica, como si la naturaleza entera respirara en paz.Pero Odette no sentía paz.Estaba sentada en una roca plana, con los pies en el agua, su cuerpo presente, pero su mente muy lejos. Aunque el paisaje parecía sacado de un sueño, ella apenas lo notaba.Willow nadaba un poco más allá, disfrutando del agua fría, hasta que se giró hacia ella con el ceño levemente fruncido.—¿Vas a decirme qué te pasa?Las dos mujeres habían ido a bañarse a ese rincón del territorio, un manantial que muchos en la manada consideraban sagrado. Era un lugar para relajarse, para recargar energías. Pero para Odette, esa tarde, no tenía ningún encanto.«¿Por qué se lo dijo a Kendra?» se preguntaba una y otra vez.Zayden había confiado en ella, le había contado algo importante, aun cuando sabía lo hostil que era con ella desde que llegó a la manada. Respiró hondo, intentando despejar la gar