C25- CACHORROS ENVENENADOS.El claro del bosque olía a carne asada. Las llamas de las antorchas chisporroteaban, pintando de dorado las caras risueñas de los cachorros que correteaban entre las mesas. Odette ajustó por tercera vez la corona de flores blancas sobre el tronco que servía de asiento principal. Le temblaban un poco los dedos, no por el frío, sino por ese nudo de nervios que le apretaba el estómago desde la mañana.Todo tenía que salir perfecto.—¡Odette! El pastel de miel se está derritiendo —gritó Willow desde la mesa de los postres, limpiándose las manos manchadas de harina en el delantal.—Diles a los pequeños que se sirvan —respondió Odette, pero antes de terminar la frase, tres cachorros ya trepaban como monos sobre los bancos, olfateando el aire con narices húmedas. Uno, el más pequeño y de pelaje gris, le tiró del dobladillo de la túnica con los dientes.—¡Quiero el hueso con runas! —exigió, saltando como si tuviera fuego en las patas.Odette no pudo evitar reír.Le
C26- LO ÚNICO QUE ME IMPORTA ERES TÚ.La tensión era tan densa que podía cortarse con un cuchillo y más desde el momento en que Zayden vio a Odette envuelta en una bata de seda negra que caía como agua sobre sus curvas, el aire se llenó de electricidad. Ella lo empujo y cruzó los brazos, cada gesto medido, calculado, y clavó los ojos en Zayden con una sonrisa que helaba la sangre.—Vaya... ¿De verdad estás pensando en sexo cuando hay cachorros enfermos? —dijo, con una voz baja y cargada de sarcasmo ―Qué considerado de tu parte.El apretó la mandíbula. El calor le subió por el cuello, directo a las orejas. Maldita sea. Claro que lo estaba pensando. Desde la última noche que estuvieron junto habia jalados los días como un hambriento, no había podido evitarlo. Pero no iba a admitirlo.—No solo vine por eso—gruñó, intentando controlar el temblor involuntario que le recorría el cuerpo—. Sé que no tuviste la culpa, Odette. Y lo estoy investigando.Dio un paso hacia ella, uno solo, pero lo c
C27- TODAVIA NO. La habitación estaba bañada por el suave resplandor de la luna que se filtraba a través de las cortinas y las dos figuras que se movían entre ellas. Odette contuvo la respiración cuando los labios de Zayden se estrellaron contra los suyos, feroces e implacables. Su beso era hambre, una necesidad desesperada que no podía saciarse por mucho que la reclamara. Sus manos recorrieron su cuerpo con una posesividad que le provocó escalofríos en la espalda, su tacto trazando las curvas y huecos que parecían haber sido moldeados exclusivamente para él. ―Eres mía ―gruñó contra sus labios ― Cada centímetro de ti. Cada respiración. Cada gemido. Mío. El cuerpo de Odette se arqueó involuntariamente cuando las yemas de sus dedos rozaron sus pezones, ya duros y ansiosos por su atención. Sus labios dejaron los de ella solo para deslizarse por su cuello, mordiendo y chupando marcas en su piel que persistirían durante días. Ella jadeó y sus dedos se enredaron en su cabello oscuro y s
C28- DESAFÍO.Zayden la tenía atrapada entre sus brazos, todavía con el cuerpo tibio por lo que acababan de hacer. Su respiración era lenta, satisfecha. Le acariciaba la espalda desnuda con la punta de los dedos, como si saboreara cada segundo de ese momento.—Sobre el banquete… —murmuró él, rompiendo el silencio—. Voy a investigar lo que pasó. Y cuando descubra al responsable, lo castigaré.Odette giró lentamente la cabeza hacia él. Sus ojos, que minutos antes brillaban de deseo, ahora estaban fríos y duros como piedra.—No hace falta que investigues tanto —dijo—. Fue Kendra.Zayden parpadeó. Su mandíbula se tensó apenas por un segundo, pero luego sonrió, como si ella acabara de decir que el cielo era verde.—Sé que tú y Kendra no se llevan bien… —empezó, con ese tono calmo que usaba para calmar a una loba enojada—. Y sí, puede ser difícil a veces. Pero no haría algo así, Odette. La conozco. Desde niños. No es ese tipo de mujer.Odette se apartó de golpe, como si el contacto con su p
C29-NO ES CELOSO, SOLO TERRITORIAL.—¿Querías verme, Alfa? —preguntó la mujer, tratando de sonar tranquila.Era la misma loba que, la noche anterior, había acusado a Odette de usar hierbas equivocadas durante la ceremonia. Ahora estaba sola en el salón de reuniones, con las manos entrelazadas sobre el regazo y la mirada fija en el suelo. Zayden se acercó, sus pasos resonando firmes en el piso de piedra. Y sus ojos, oscuros como una tormenta a punto de estallar, se clavaron en ella.—Quiero que me digas por qué acusaste a Odette con tanta seguridad durante el banquete.La loba palideció. Su respiración se volvió superficial, como si su cuerpo supiera lo que venía antes que su mente.Zayden la había mandado llamar personalmente. Había pasado toda la mañana dándole vueltas al asunto. Sabía que alguien estaba detrás de ese intento de difamar a su Luna, y no pensaba dejarlo pasar. Pensó en Kendra, por supuesto. Pero por más que intentaba imaginarla haciendo daño a simples cachorros, su ins
C30- YO SOY TU LUNA.Kendra seguía en el suelo, jadeando, mientras Odette se alejaba con la sangre resbalándole por el cuello. El viento arrastraba el olor metálico del combate y el silencio era absoluto. Nadie se atrevía a moverse.Pero Zayden sí.Caminó directo hacia ella, su mirada clavada en cada herida como si pudiera arrancárselas con solo desearlo. Y cuando llegó a su lado, habló con un tono bajo, tenso, como si le costara contener la furia y la preocupación al mismo tiempo.—¿Por qué aceptaste el desafío, Odette? Estás herida —le rozó el rostro con los dedos, suaves, cuidadosos—. Pudiste haberte hecho daño. Pudiste... —se interrumpió, tragando su frustración—. No tenías que hacer esto. Debiste decírmelo.Odette alzó la mirada y sus ojos eran hielo puro.—¿Decírtelo? Estaba haciéndome cargo de lo que tú permitiste.Zayden retrocedió apenas un paso, como si esas palabras le hubieran partido algo dentro.—Kendra será tu favorita, si quieres —continuó Odette, sin pestañear—. Pero
C31- ¿Y SI...? La criatura corría entre los árboles. Enorme, descomunal, cubierta de pelaje oscuro que se confundía con la noche, avanzaba a zancadas furiosas, despedazando ramas a su paso. Sus ojos rojos, encendidos como brasas, no parpadeaban, fijos en la joven loba que huía delante de él. La chica corría sin mirar atrás. Su respiración era un jadeo desesperado y su corazón golpeaba como un tambor en su pecho. Las patas le temblaban, pero seguía. No tenía otra opción. El suelo húmedo resbalaba bajo sus patas, los arbustos arañaban su pelaje, pero nada de eso importaba. Solo quería vivir. Pero no fue suficiente. Un crujido brutal, un grito ahogado y todo se tiñó de rojo. La bestia la alcanzó. La atrapó con una fuerza imposible, la arrojó contra el suelo como si fuera solo un juguete, y sin darle tiempo a suplicar, la destrozó. Huesos rotos, carne desgarrada. El bosque se llenó del olor de la sangre. Y luego, un rugido. Profundo, aterrador, como si naciera de las entrañas de la
C32- ¿DÓNDE ESTA ODETTE?Odette no lo soportaba más.La presión en el pecho, las preguntas sin respuesta, la mirada de Zayden evitándola… todo era demasiado.No dijo nada, simplemente se puso su capa y bajó por una de las salidas traseras del castillo y se adentró en el bosque.Necesitaba espacio.Aire.Algo que le ayudara a ordenar el caos en su cabeza.El frío de la tarde acariciaba su piel, pero no lo sentía. Caminaba sin rumbo, rodeada de árboles y del crujido de las hojas bajo sus botas. El cielo comenzaba a teñirse de tonos naranja y violeta, pero ella ni siquiera se daba cuenta del paso del tiempo.—¿Qué estás haciendo, Odette? —murmuró, frotándose los brazos mientras seguía caminando—. ¿Por qué te importa tanto ese lobo?Hizo una pausa y bajó la mirada al suelo, luchando contra la opresión en su pecho.—Después de todo, cuando termine el contrato… ni siquiera lo vas a volver a ver.La idea se le clavó como una espina. Intentó convencerse de que estaba bien con eso, que lo habí