En el consultorio de Mauricio RincónLos vigilantes, al escuchar la explicación hecha por la secretaria del Doctor Rincón, se acercaron en actitud amenazante a la ex novia de este, por lo que ella gruñó:—¡Ni se les ocurra ponerme un dedo encima! O les pesará —amenazó esta, sacudiendo su cabello y saliendo altiva del consultorio— ¡Ustedes no saben quién soy!—Camine señorita, si no quiere que la toquemos —ordenó, el jefe del grupo.—¡Estúpido! —gruñó ella, con arrogancia y prepotencia.En la oficina de Mateo GonzálezEste, recogiendo todo de su escritorio, listo para dar por concluida su jornada de trabajo, contestó el teléfono porque su secretaria le llamó. —CEO tiene una visita inesperada, se llama Conchita y dice que es importante, que le urge hablar con usted.—¡Que pase! —respondió él, frunciendo el ceño y desconfiado. Lo que menos se imaginaba era que esta hubiera vuelto al país.—¡Toc, toc!—Adelante —ordenó Mateo, con una voz hostil.—¡Hola, Mateo! Disculpa, te molesté sin a
En la oficina de Marcos—¡Hola, querido! —Saludó Marisol, una de las ex del CEO, con una voz dulce y melosa— Voy llegando a mi país y al primero que decidí visitar fue a ti. Son tantos recuerdos juntos, que nunca he podido olvidar. Por eso, debes ser la primera persona a quien vea —aseguró ella.Esta, acercándose a él, lo embriagó con su perfume, el cual mezclado con el olor de su piel, lo estremeció, como antes. Se veía mucho más bella, elegante y esbelta. Ella, pasó sus brazos por el cuello de él y le besó suavemente sus labios, sin que este respondiera concentrado en controlar estas emociones, por respeto a Claudia.—¡Te ves muy hermosa! Y gracias por esa preferencia hacia mí —indicó él— ¡Me alegra mucho volver a verte!»¡Por favor, siéntate! —Suplicó, mostrando un asiento— Cuéntame, ¿cómo te ha ido? ¿Y eso que has vuelto? Creo que es la primera vez que regresas, desde que te casaste —manifestó él con una sonrisa.—¡Eso es correcto! Veo que tampoco me has olvidado del todo —sonrió
—Todo lo que aquí tenemos es original, de ahí que estemos acaparando este mercado como distribuidoras, en el mismo centro comercial ¿Algo más? —preguntó Angélica.—Ahora te pregunto, ¿estás apta para identificar un original de una vulgar imitación? —inquirió maliciosamente, Arantza.—¿Crees que ustedes son las únicas que visten con ropa de marca? —cuestionó la reportera, mirando con aversión a Arantza.—No, obvio que no. Solo que si no tienes el conocimiento y la habilidad para diferenciar el uno del otro, en mi tienda, te aconsejo que busques un experto y lo traigas.»Para que sea este, quien constate la originalidad de nuestros modelos —aseveró Arantza con hostilidad— ¿alguna otra pregunta?—Sí, tengo otra pregunta ¿Es cierto que eres la tercera o “la manzana de la discordia” en la relación del exitoso Psicólogo, el Dr. Mauricio Rincón y su mujer por más de cinco años, la afamada y bella modelo Sharolyn?—En primer lugar, me siento muy halagada y orgullosa de competir con una mujer
—¡De mi mujer, tú no hablas. No te lo permito, así que vístete y lárgate de aquí! Busca a alguien con quien desahogar tu calentura —al decir esto, ella corrió hacia donde estaba él, para besarlo.Pero él, la esquivó, la empujó y corrió hacia la puerta, abriendo esta violentamente, siendo sorprendido por la presencia de su colega, que iba a tocar la puerta y a quien le dijo:—Para esto era que me buscaba la loca esta, para armar un escándalo y ponerme en evidencias delante de todos, especialmente, de mi futura esposa —aclaró Diego a su amigo, quien pudo observar a esta totalmente desnuda.—¡Eso que dices no es cierto! —Gritó ella, dramatizando delante del otro médico y corriendo a ponerse su vestido— ¡Fuiste tú, quien me pidió que me desvistiera! —dijo gimoteando.»¡Bastante que te rogué, que no me tocaras! Si no es por este médico, que abrió la puerta, no sé qué me hubieras hecho —agregó ella, mirando a Diego, con rabia y temor.—Señora o señorita, realmente no sé qué sea, pero sincer
—¡Tengo hambre mi amor! ¿Qué me hiciste? —preguntó él para cambiar el tema y desviar un poco la preocupación de ella.—Locro de trigo con tortillas, que sé que pedías mucho en Cabimas, cuando revisaba tus facturas de comida, en el restaurante de Luisa y luego en el de papá.—¡Divino, mi amor! Eso es una exquisitez para mí y más si fue hecho por las bellas manos de mi amada esposa.—¡Totalmente! ¡Espero que te guste! Aunque esta es la segunda vez que lo preparo, mi amor —comentó ella, sonriendo.—Entonces, vamos de una vez al comedor ¿Mateo y a ti te gusta, lo que hizo mamá?—Sí, mami cocina rico —respondió este, saboreando y mirando a su padre con sus ojitos, bien abiertos. Lo cual hizo que su padre sonriera y por un momento se olvidara lo que estaba ocurriendo afuera.—¡Lo sé, hijo! Tu mami, cocina muy rico! —afirmó este.Así comenzaron a cenar, degustando el rico plato que tanto le gustaba a Mateo. Él, destapó una botella de vino para acompañar, aunque Adriana, apenas si lo probó, s
—Tus escoltas lo saben —manifestó el teniente— Yo hablé anoche con ellos. Para evitar que se enfrenten, porque ya sé que son del grupo de mercenarios que trajiste del extranjero. No son mansas palomitas, lo que cargas a tu alrededor —le indicó este— Además, te asigné los mejores custodios.— ¡Gracias! Espero no darte mucha lidia con mi presencia aquí en El Dorado. Estamos en contacto —afirmó Mateo, extendiendo su mano al Teniente.— ¡Tranquilo! Cualquier cosa me llamas.—Yo tengo buena memoria. Estoy seguro que algo recordaré, si me concentró en eso, pero como tengo la mente, en lo que voy a hacer ahora con mi esposa, se me hace más difícil, enfocarme —refirió Mateo algo molesto, por esta falla en él.Al salir de la delegación, se encontró de frente con Diego, quien llegaba acompañado de dos personas más, lo cual extraño mucho a Mateo, así que acercándose a este, le preguntó:—Hola, ¿cómo estás, Diego? ¿Algún problema? —preguntó a su amigo y cuñado, con preocupación, puesto que era r
La fiscal, que estaba de simple espectadora y observadora de toda la discusión, que se había dado, desde que la joven llegó con sus familiares, no asimilaba las palabras de este.—¿NIÑA? —Gruñó Diego, con rabia, juzgando a este— El que está peor eres tú ¿Si recuerdas cuantos años tiene tu hija? Si no, te los rememoro, veinticinco años. No es ninguna niña, ni adolescente, es toda una mujer.—Tienes la mala costumbre, hermano de hacerte el ciego y el sordo ante los comportamientos indecorosos e inmorales de tu hija —le culpó su hermano y padre de Diego, con desagrado y pena ajena.—¡Son calumnias! En contra de mi hija —refutó este.En ese momento, habiendo presenciado todo el espectáculo, la fiscal y el funcionario encargado del caso, pusieron orden en el lugar y llevaron a Ana Teresa a declarar. Obviamente, ella negó todos los hechos, desconociendo todo lo planteado, por Diego en su denuncia.La fiscal, advirtiendo las consecuencias de sus actos, le hizo ver a lo que será condenada de
Mateo y Adriana, pasaron un buen rato en la mansión de su hermano compartiendo con su cuñada y sobrinos. Cuando este llegó, se sorprendió de ver ahí, a su hermano y su cuñada. —¡Que extraordinaria sorpresa, hermano, cuñi! ¡Me alegro, que estén aquí! —celebró él.—Hemos venido a ver la mansión y ya la estoy negociando —explicó Mateo— espero que sea cuestión de días para que nos mudemos y seamos vecinos. Solo habrá una casa intermedia, entre la de ustedes y la nuestra —aseguró este.—¡¡¡Qué bueno!!! —expresó y aplaudió, Claudia feliz.—Ya que están aquí, ¿por qué no almorzamos juntos? —preguntó Marcos, mirando a Mateo y Adriana, quienes se miraron con complicidad.—¡Vale! No obstante, voy a avisar a Alicia para que se encargue de dar de comer a Mateo. Él, está acostumbrado a comer con nosotros —comentó Adriana, sacando su celular. Al responder esta, ella se alejó un poco del grupo e incluso habló con su hijo.Luego, todos pasaron al comedor, Marcos abrió una botella de vino para