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Metida hasta el cuello. Capitulo 4

Sin más remedio, Kloe se levantó de la mesa y se dirigió a la cocina, a nadie le importaba si ella estaba embarazada o no, de igual forma, debía posponer por unos minutos mas su primera comida del día, para buscarle, un jugo de naranja sin hielo a la hija de su esposo, esto era una completa locura.

Llena de impotencia, Kloe tiró el jugo con todo y vaso, quebrándose en el suelo y estando a punto cortarse.

—     Señorita Kloe, cuidado, no debió venir hasta acá, fácilmente me pudo haber llamado.— le dijo Marta, quien corrió a la cocina al escuchar el vaso quebrarse.

—     Descuida, solo se me resbaló, necesito un vaso con jugo sin hielo por favor.— le pidió amablemente Kloe el jugo a Marta, quien sabía mejor donde estaba, está era una enorme cocina, donde fácilmente, quien no la conoce, puede tardar horas buscando un simple cubierto para postres de plata fina.

—     Oh, lo olvidé, verdad que el jugo de la señorita Dasha era sin hielo, pero ¿Por qué vino usted a buscarlo?— le preguntó confundida Marta a su jefa.

—     Una larga historia.— respondió Kloe, sosteniendo el vaso que Marta le había dado segundos antes, y, haciendo algo de lo cual no estaba orgullosa, pero que este momento lo ameritaba realmente.

—     Señorita Kloe, ¿Está segura que quiere hacer esto?— dijo sorprendida Marta, con sus ojos bien abiertos, sin darle crédito a lo que veía.

—     Esto será mejor que el venenos para ratas, eso es lo que se merece ella.— espetó Kloe, quien comenzaba a temblar de miedo, Marta era la única que se portaba bien con ella, pero dudaba si debió escupir el vaso de su hijastra al frente de ella.

En esta casa la mayoría de los empleados eran devotos al señor Harper, nadie sabía porque, pero seguramente era por el miedo que le tenían y el poder que este tenía para poder dejarlos sin trabajo por un largo tiempo haciendo solo un par de llamadas.

—     Descuida, sé todo por lo que estás pasando.— dijo Marta, volteando de un lado al otro, asegurándose de que nadie más estuviera cerca.— ya apresúrese con el jugo y recuerde, siempre hay una salida para todo.— concluyó Marta, guiñándole un ojo a Kloe, quien comprendió de inmediato quien le daba información a Tom de lo que ocurría dentro de la casa.

Kloe caminada deprisa hasta el jardín, se había tardado más de lo que debería y ahora le preocupaba que padre e hija se juntaran para insultarla por ser tan lenta en algo tan simple como buscar un vaso de jugo.

—     Aquí tiene, un vaso de jugo de naranjas sin hielo.— dijo Kloe al llegar a la mesa, aliviándose de que tanto George, como Dasha, estaban metidos en sus asuntos y apenas notaron su presencia.

Sin esperar agradecimiento de ninguno de los dos, Kloe se sentó a desayunar al fin, moría de hambre, desde el segundo mes de embarazo su apetito se había triplicado y más después de dormirse tan tarde por la fiesta donde tuvo que esperar a que se retirara hasta el último viejo y rechoncho millonario que habían asistido a tan grande evento en la mansión Harper.

La decisión por parte de Kloe estaba tomada, ella tenía guardado, en un correo secreto, varios documentos los cuales inculpaban a su esposo de varios casos de corrupción y extorsión, de los cuales se beneficiaban sus empresas y que gracias a ello, estaba a un paso de inscribirse como candidato por el partido demócrata para ser el próximo gobernador de California.

Por eso, Kloe primero desayunaría y después encontraría el momento de llamar al apuesto agente encubierto del FBI, quien estaba a cargo de investigar a su esposo y quién estaba en algún lugar de Beverly Hill, en la mansión de su familia, almorzando con el actual gobernador, quien era su tío y le encargó personalmente que desenmascarara a quien seguramente sería su contrincante en las próximas elecciones.

Tom en realidad era hijo de un magnate del mundo del cine, que desde pequeño soñó con ser un agente encubierto, igual a los que aparecían en las películas que su padre producía a diario en su trabajo.

Fácilmente, Tom pudo haber entrado en el mundo del cine, ser un actor favorecido por su padre, ganando millones de dólares sin necesidad de ser un gran actor, pero no, en sus planes estaba cumplir su sueño, que desde hacía varios años ya lo estaba haciendo, tomando, ahora, una misión personalmente importante, dejarle el camino libre a su tío para la reelección.

—     Realmente me asombra lo bien que haces tu trabajo Tom.— decía el gobernador, Randal Blondet, que por cierto, era el mismo apellido de Tom, quien se rehusó a cambiar su nombre y solo lo hizo con su apellido.

—     Me parece que hubieses sido un muy buen actor o por lo menos ganarías más dinero.— intervino su padre, Thomas Blondet, quien siempre quiso involucrar a su hijo con la industria del cine, dándole papeles secundarios, que podía hacer fácilmente sin dejar la escuela por completo.

—     No hago esto por el dinero papá, nunca me interesó, lo hago por pasión.— respondió tranquilamente Tom, quien incluso en un desayuno de este tipo, ojeaba algunos documentos que tenían que ver con George.— además, siendo hijo único, heredaré una gran cantidad de dinero cuando mamá y tú no estén.— bromeó Tom, provocando que el gobernados se ahogara con su café, él odiaba que su padre menospreciara su trabajo. 

—     Es evidente que no lo haces por dinero, poniendo tu vida en peligro, la verdad que no lo entenderé nunca.— reflexionó Thomas, quien intentó tener más hijo, pero simplemente no se les dio.

—     Bien bien, basta Thomas, deberías estar orgulloso de tu hijo, hace un gran trabajo, y si todo sale bien, volveré a ser el gobernador de este estado, todo gracias a Tom.— Randal apreciaba muchísimo a su sobrino y no entendía, cómo su hermano a estas alturas de la vida siguiera recriminándole que no se interesara por el mundo del cine.

—     Lo estoy, solo que no lo puedo entender, iré por un trago, ¿Ustedes quieren algo del bar?— preguntó Thomas, quien no veía la hora ni el momento para tomarse un trago bien fuerte, según él, eran gajes del oficio.

—     Yo no, papá, ni siquiera he terminado el desayuno.— dijo Tom, sacando su celular del bolsillo, que empezaba a sonar.— disculpen, debo atender está llamada.

—     Yo si querré un whisky, ha sido una semana verdaderamente terrible.— respondió el gobernador Randal, quien cada vez tenía más trabajo con su partido peligrando para las próximas elecciones.

—     Si, ¿Quién habla?— contestó Tom la llamada, alejándose de los demás.

—     Soy Kloe, Kloe Harper.— escuchó Tom, a la hermosa chica obligada a estar con ese viejo maltratador.

—     Kloe, que sorpresa, creí que.— decía Tom cuando Kloe volvió a hablar, esta no tenía mucho tiempo, si alguien la sorprendía haciendo esta llamada, su vida correría peligro.

—     No tengo mucho tiempo, escucha, necesito que me prometas que nada me pasará, tampoco a mi hijo, con la información que estoy por darte debería de ser suficiente para encerrar a George por el resto de su vida.— explicó Kloe rápidamente, quien estaba temblando, estaba oculta en su baño, mientras su esposo seguía en el jardín, ella podía verlo muy bien desde el gran ventanal de la tina.

—     Kloe, te prometo que toda información que me des será confidencial, yo mismo me encargaré de que no pueda salir de la cárcel, lugar donde debe pasar sus últimos años.— se comprometió Tom, quien cometía un error, algo que era inquebrantable en su trabajo era sentir aprecio por alguien involucrada directamente en un caso tan delicado como este.

—     Bien, te estaré enviando todo al correo que está en tu tarjeta, confío en ti, no solo mi vida está en tus manos, también la de mi hijo.— concluyó Kloe, quien no esperó ninguna respuesta, simplemente cortó la llamada para hacer lo que tenía que hacer.

—     Kloe, espera, hola, ¿Sigues ahí?— era demasiado tarde, la llamada se había cortado, Tom quería decirle que no se preocupara por nada, que estuviera tranquila, que mientras él estuviera a cargo de esta operación nada le pasaría, pero simplemente no humo tiempo para más.

Kloe terminaba de enviar todos los documentos que tenía guardado en un archivo escondido en su teléfono, fraudes, chantajes, corrupción con altos cargos del gobierno y, lo que era más delicado, un asesinato, su asistente, quien fue hallado muerto por extrañas circunstancias luego de que se supiera que el amable y honorable señor Harper, podía estar vinculado a este tipo de actos tan bochornosos.

Este sería el mismo destino de Kloe si su esposo llegara a enterarse de que ella estaba involucrada en lo que estaba a punto de ocurrirle, solo serían cuestión de horas para que una comisión del servicio secreto estén en la mansión buscando al principal sospechoso de todos esos crímenes que aún seguían con un expediente abierto.

 

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