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Apenas las puertas del elevador se abrieron en el penhouse, yo salía deprisa y me senté en el suelo, me abracé a mí misma. En mi cabeza seguía repitiéndose la última fase que Isaac había dicho, antes de que Sebastián le pidiera salir de la oficina. … hay que tener en cuenta al bebé que estaba esperando... … hay que tener en cuenta al bebé que estaba esperando... Sentí a Sebastián dejarse caer a mi lado. Por un rato ambos permanecimos callados. Yo quería llorar, pero no era capaz de hacerlo, estaba en shock. —Lo siento, no quería que te enteraras tan pronto. Sabía que sería un gran golpe. Apoyé la frente en las rodillas, me picaban los ojos, aunque de ellos no brotaba ninguna lágrima. Solo era capaz de pensar en las palabras Bebé y Estaba. —¿Es... verdad? —articulé despacio—. ¿Yo en verdad... esperaba un bebé? Lo escuché exhalar largamente. Y su respuesta me rompió el corazón. —Lo estabas, pero lo perdiste cuando esa bala perforó tu abdomen. El doctor dijo que tenías alred
¿Un asesino? Sí ya tenía poder y fortuna siendo heredero de un conglomerado, ¿por qué se dedicaba a algo tan cruel cómo acabar con vidas? ¿El hombre de la casa donde había ocurrido el enfrentamiento, había sido su objetivo al ir allí? Parecía que sí. Y, aun así, yo no quería creerlo. Apreté las manos en puños sobre las rodillas. Cuando Abril vio mi muda reacción al revelarme la profesión de mi marido, se levantó de la mesa con una sonrisa y se marchó del penhouse. Al quedarme sola, solo pude permanecer sentada en esa mesa varios minutos. Hasta que escuché a alguien llegar. Rápidamente me levanté y oculté mis temblorosas manos en la espalda. Sebastián se detuvo al verme de pie en el comedor. Y yo me pregunté sí él había logrado su objetivo de asesinar a ese hombre. ¿Lo había matado antes de encontrarme a punto de morir? Y, sobre todo, me pregunté sí él había estado involucrado en ese enfrentamiento. Al verme nerviosa, su ceño se frunció ligeramente. —¿Qué ocurre? … Debería
Cuando adinerados hombres invitaron a Sebastián a beber un trago para celebrar nuestro matrimonio; yo decidí salir a tomar un poco de aire fresco en la terraza del penhouse. Desde esa gran altura, la vista era maravillosa. La noche era iluminada por las luces de la gran ciudad y sus increíbles espectaculares; desde allí no se escuchaba el ruido de los autos ni de la gente, pero podía verlo todo y sentir el aire fresco en rostro. —A qué es maravillosa, ¿no lo crees? Su voz fue tan repentina que di un respingo y tuve que sujetarme a la barandilla de cristal. Había estado tan deslumbrada por la vista, que no me había percatado que ella también se encontraba allí. —¿Y bien? —inquirió ladeando la cabeza y estrechando su verde mirada—. ¿Ya tuviste oportunidad de probar si miento... o digo la verdad? Intenté no sentirme intimidada por su actitud, pero no pude hacer nada ante su apariencia. Abril era más alta que yo, con un cuerpo fino y esbelto, no demasiado curvado, pero con las p
No supe sí los invitados se marcharon. Tampoco supe cómo llegamos a mi habitación. Solo sentí cuando me tomó por las piernas y me apoyó contra la pared bruscamente, haciéndome jadear. Todo en mi cabeza daba vueltas y vueltas a un ritmo vertiginoso, pero aun así me las ingenié para abrazar mis piernas a sus caderas al tiempo que él me levantaba el vestido. En medio de todo lo que me estaba haciendo sentir, apenas podía recordar mi nombre; no, no podía recordarlo. Yo no era Evelyn, y quizá tampoco me llamaba Livy. Y cuando sus manos recorrieron mis muslos, yendo más y más arriba. Me olvidé de todo. Fui incapaz de formar un pensamiento coherente. Sebastián rozó la cara interna de mis muslos con los dedos, y sin dejar de besarme, hizo mi ropa interior a un lado. Algo muy dentro de mí se sintió mal cuando me separé un poco para poder mirarlo a los ojos. Su miraba destellaba de excitación, y se encontraba tan perdida cómo la mía. Y quizá se debió a la gran cantidad de alcohol en mi s
Me senté sobre la cama con los ojos bien abiertos, cubriéndome el cuerpo con las sábanas de satín. Acababa de despertar, pero sentía que algo en mí era diferente, que algo había cambiado durante la noche. Hice una mueca y entrecerré los ojos, me dolía mucho la cabeza, casi tanto como la primera vez que desperté en esa cama. Y, extrañamente, tenía un tirante dolor en los muslos... Pero más extraño fue ver lo que había a los pies de la cama; era la chaqueta de Sebastián, junto a la camisa que llevaba puesta el día anterior. ¿Su ropa? Me dije frunciendo la frente. ¿Por qué su ropa está aquí en ...? En una milésima de segundo, millones y millones de recuerdos vividos invadieron por completo mi cabeza: eran caricias, besos, sonidos que me ruborizaron y voces acompañadas de... Cerré los ojos y me cubrí la cara con las manos, avergonzada hasta el alma. —Tal vez es impresión mía, pero luces arrepentida —dijo Sebastián de pronto. Había entrado a la habitación sin previo aviso, que d
Unos pocos días despues de reunirnos con Isaac, Sebastián hizo sus maletas y se marchó, diciendo que tenía una cita urgente con un cliente. Mientras desde la terraza lo veía subir a su lujoso Moserati italiano e irse, me pregunté sí ese “cliente” se trataba de una persona que pronto moriría gracias a él. Aun no me atrevía a preguntarle el porqué se dedicaba a algo tan cruel, teniendo una vida perfecta. Me asustaba qué diría. Me asustaba descubrir esa parte de su vida. Con un suspiró dejé la terraza y después de vagar por todo el penhouse y sus tantas habitaciones, terminé en la piscina. Era tan extensa cómo un pequeño lago, pero a 50 pisos del suelo, con una vista panorámica de toda la ciudad. Si que es una vida perfecta, casi irrealista, pensé entrando en el agua tibia con todo y ropa. Con una vida así, ¿qué busca Sebastián siendo un asesino? ¿Por qué lo hace...? —Estabas embarazada. Su comentario me provocó un dolor tan repentino, que dejé de moverme y estuve a punto de aho
Aun conmigo sirviéndole de apoyo, a Sebastián le costó mucho moverse. Su cuerpo estaba lleno de golpes; podía ver algunos moretones sobresalir bajo su camisa entreabierta. Y cuando intenté llevarlo hasta su recamara, tiró de mí y trastabilló por el corredor de la planta baja, hasta que llegamos a la piscina. Allí me soltó y cómo sí estuviese borracho, se dirigió al agua al tiempo que se arrancaba la camisa. Cuando la arrojó al suelo, pude ver con horror heridas sangrantes y profundos cortes marcar su piel; estaban a lo largo de todo su abdomen, espalda y pecho. ¿Cómo se había hecho tanto daño sí solo se había marchado un día? ¿A dónde había ido para terminar así? —Se- Sebastián, quizás debería traer a un doct... —No —me cortó con gravedad—. Te lo prohíbo. —Pero... —¡Dije que no! Incapaz de hacer nada, lo miré entrar en el agua y teñirla de rojo. Mientras se empapaba el cabello y se limpiaba la sangre del cuerpo, yo solo pude contemplarlo, mitad asustada y mitad... De repe
Encontrar información sobre el burdel Odisea, no me costó demasiado. Lo que me costó, fue escapar de la vergüenza. Al despertar, había corrido directo a mi habitación, dejando a Sebastián durmiendo solo en la sala. Durante el resto del día, él no fue a buscarme ni trató de hablar conmigo, y eso fue un alivio. Aun no sabía exactamente porqué me había acostado con él, pero empezaba a creer que mi marido comenzaba a gustarme... Me llevé las manos a la cara y reprimí un gemido. Y sí Sebastián en verdad me gustaba, ¿qué podría pasar entre nosotros? Yo ni siquiera sabía quién era antes de ser su esposa. Y mi primer recuerdo había sido una voz llamándome zorra de burdel. Diciendo que uso tragos serían suficiente para que yo bailara sobre... Ni siquiera fui capaz de pensarlo. En una página de internet, encontré varios artículos que hablaban sobre Odisea. Decían que era una cadena de exclusivos burdeles, dónde se cumplía cualquier capricho sexual que el cliente pidiese. Y esos client