Cinco meses después...Aquel día, Sarah se despertó aún más temprano, sabiendo que tenían que ir a la cita con el doctor. Todo en su embarazo estaba en perfecto orden, no había ninguna irregularidad y todo marchaba tal como Hasan había planeado.Durante toda esta etapa, Sarah había experimentado cambios a los que no estaba acostumbrada, pero cada cosa que se presentaba dejaba de ser desconocida en cuestión de segundos. Y de alguna manera, sabía cómo adaptarse a la situación e incluso admitía estar disfrutando de todo el proceso. ¿Era acaso correcto sentirse satisfecha por tener una vida dentro de ella? En otras circunstancias no habría de qué preocuparse, pero Sarah no era más que un instrumento para traer al mundo a esa vida que permitiría a Hasan conseguir lo que quería.Se encontraba sentada en el sofá de la sala, mientras revisaba su teléfono. Hace menos de dos minutos se había comunicado con Camila y había conseguido que le informara sobre cómo le iba en la secundaria. Afortunada
Sarah tragó en seco. Aquel hombre seguía teniendo un efecto poderoso en ella, especialmente cuando se le aparecía semidesnudo. Tenía un cuerpo espectacular y musculoso que era imposible no mirar. Verlo así le sacaba suspiros, pero aún era capaz de reprimir lo que él le provocaba, aunque la sensación de hormigueo ya recorría su cuerpo involuntariamente.—Me sorprende que seas tú quien termine de vestirse primero. ¿Qué sucede? —le preguntó él.—Tengo un problema con el vestido. Me es imposible subir la cremallera, necesito tu ayuda, por favor —le explicó, deslizando una tímida sonrisa.—Vale, date la vuelta.Le pidió que se diera la vuelta y ella lo hizo. Sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo cuando los dedos de Hasan rozaron su suave piel tersa. Era como si tuviera electricidad, ahora podía disfrutar de esa sensación de caricia. Incluso durante los pocos segundos que estuvieron así, pero que se sintieron eternos, la joven apretó los párpados y ahogó un pequeño suspiro. Definitiv
Más allá de eso, seguía siendo solo su opinión y respetaba todas las decisiones de la muchacha, porque ese asunto no le concernía en lo absoluto.—¿Has comprado los ingredientes para preparar una tarta de chocolate?—Pensé que te gustaría hornear un pastel. A mí se me complican esas cosas, pero sé que tú eres muy buena en repostería —comentó.La chica sonrió halagada de que le expresara aquello.—Vale, voy a hacerlo por ti. Pero ahora mismo, ¿te dije que Albert me invitó a salir?—Sí, de hecho me hablas muy seguido de Albert.—Lo admito, es que es un chico muy irresistible y además atento. Creo que vamos por un buen camino y tengo la sensación de que podamos formalizar esta relación —soltó ilusionada.Candace se alegraba por ella. Aunque cuando le hablaba sobre lo mucho que estaba enamorada de ese chico, sentía celos. ¿Por qué todos a su alrededor eran felices y ella no?Esa pregunta no tenía una respuesta clara y convincente en ese momento. Tal vez la felicidad no estaba hecha para e
El restaurante donde Hasan había reservado la mesa, se encontraba ligeramente concurrido para fortuna de ambos ya que de esa manera iba a lograr encontrar un ambiente más calmado y privado. Se sentía satisfecha por estar allí junto a él, definitivamente sería una noche diferente a las anteriores, además de que Hasan se veía más relajado. Un mesero se les acercó para tomar sus órdenes, ella se decidió por la misma elección que hizo Hasan. Sinceramente el platillo qué objeto era una elección acertada. Aunque estando embarazada cualquier cosa de aquel menú, era apetecible. —Este lugar me encanta, incluso puedo respirar tranquilidad. —Por eso no le elegí, suele ser también un sitio en dónde hago negocios. Pero esta noche no tiene nada que ver con el trabajo Sarah. —Yo creo que sí. Él arrugó el entrecejo, no entendía por qué le decía eso. —¿Esto es trabajo? —¿Acaso tiene algún otro significado? Al final solo estoy aquí haciendo mi trabajo y desempeñando un papel que no es cierto.
Por petición de ella se quedaron también para el postre y luego de eso caminaron un rato por las calles de Nueva York, el clima ayudaba un poco, los transeúntes pasaban de un lado al otro. Cuando menos se lo pensó, Sarah sintió el roce de los dedos de Hasan, entonces, por primera vez el árabe le tomó la mano. Ella sintió que aquella sensación extraordinaria la embargó de los pies a la cabeza. Más que extraordinario, se sentía mágico estar así con él. —Hasan, ¿por qué me tomas de la mano?Ambos se detuvieron, bajo la oscuridad de los faroles, en medio de la multitud al paso ligero. A Sarah le brillaban los ojos. —¿Por qué no podría hacerlo? —Vale, solo fingimos. ¿No es así? —emitió bajito. Él suspiró y acarició su mejilla. —No todo se trata de eso, Sarah —le dejó saber mientras se le quedaba mirando a los ojos y también a sus labios, indicando que en cualquier momento ocurriría un beso. Eso esperaba Sarah. —¿Por qué dices todo eso? Creo que solo buscas confundirme y jugar conmigo
En toda esa situación, el hombre la veía muy preocupada, él estaba profundamente angustiado por Sarah, qué aún no dejaba de llorar, se encontraba sobre la cama y seguía sufriendo, pero Hasan no sabía la razón de aquel dolor. No la dejaría sola y seguiría intentando hasta que le expresara por qué estaba así. —Sarah. No me gusta verte de esta manera. Por favor, dime qué es lo que ha sucedido, no entiendo la razón por la que de pronto te has puesto así. ¿Acaso has recibido alguna amenaza y no me lo has comentado? —averiguó sentado al borde de la cama. Ella negó con la cabeza y luego al fin, después de tanto tiempo de estar, evadiendo sus ojos, se atrevió a mirarlo. —Lo que sucede es que acabo de recibir una llamada y me han informado que mi padre ha muerto. El magnate abrió los ojos de par en par, era increíble que le estuviera comentando sobre fallecimiento de su progenitor cuando meses atrás de había mencionado que no le conocía. Por lo que entró en un estado de confusión e incredu
—Mi padre, es cierto que era un criminal, una persona muy mala pero a pesar de que apenas lo conocí en persona ya siendo una adulta, comprendí que realmente a mí no me haría ningún daño. De hecho me confesó que nunca estuvo presente en mi infancia para no ponerme en peligro. Y yo le creí, no sé, pero pude leer en sus ojos que me estaba diciendo toda la verdad. Él, de seguro me buscó porque sabía que ya no había reversa, la enfermedad lo estaba matando poco a poco y su deseo era pasar tiempo conmigo, nos encontramos en varias ocasiones durante este tiempo, sé que si te lo decía, entonces todo habría sido más complicado por eso opté por guardar silencio y no decirte nada. El hombre se llevó ambas manos a la cara, completamente estupefacto y sin poder creer que en todo ese tiempo Sarah se había encontrado con un hombre tan peligroso. —¡Dios mío, Sarah! ¿En qué estabas pensando? Me enoja mucho que no me lo hayas comentado antes, pero tienes razón en decir que yo no te hubiera permitido
—Lo siento de nuevo, me siento pésima por no haberte dicho la verdad. —Ya deja el asunto, Sarah. No quiero que sigamos viviendo en el pasado, todo eso queda atrás, es allí donde pertenecen cada una de las cosas que no vienen al caso y pueden convertirse en bolas curvas si se les da mucha importancia —le aconsejó —. La de tu padre, lo que hacía y le lo que significa para ti, todo eso no debe ser un obstáculo en nuestras vida, piensa en nuestro hijo, necesita a sus padres. ¿No lo crees? —Sí, yo también quiero dejar todo atrás. No hay razón para que nada de eso me atormente —se trató de convencer y él le volvió a sonríe. Nunca le había gustado ver esa versión de Sarah triste, nunca. —Entonces hagámoslo, Sarah. —Vale. Pero, no dejaré de estar triste, todo esto me tiene apagada. Tal vez sean días así, no podré evitarlo. —Estaré apoyándote en cada uno de esos días difíciles, Sarah —le aseguró y la envolvió entre sus brazos. Se sentía bien allí. Sabía que ese era su lugar. —Gracias po