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Sarah tuvo una fuerte corazonada cuando se dirigía el pórtico. Y por esa razón se detuvo un momento, llevó una palma abierta a su pecho, pero pasado algunos segundos el mal presagio se había extinguido, quedándose una estela de duda en su cabeza que le impidió seguir rumbo a la salida.

¿Tenían que hacerle caso a su corazón y devolverse al piso? Pues no, porque es que también tendría que quitarse esas ideas locas de su cabeza. Nada malo le pasaría, solo saldría un rato por allí y volvería pronto al piso, además andaría con mil ojos, evitando cualquier peligro al acecho. Eso sería todo. No tenía por qué preocuparse.

Cuando su teléfono comenzó a sonar de repente se alarmó, de verdad que sí estaba bastante alerta y debía sacudirse ese miedo tonto.

Otra vez Maritza.

¿Es que no iba a dejarla en paz?

Decidió apagar el teléfono, no le importaba nada. No, en absoluto, esa chica parecía más bien una acosadora. Ya luego la bloquearía de su teléfono. Rodó los ojos y por fin salió del edifici
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