Sí, tal vez todo era una señal del destino y debía acercarse más a su jefe. La vida de alguna manera le estaba dando la oportunidad de conseguir lo que tanto quería y ella no tenía duda de que deseaba a Hasan. Un hijo era el pase directo, y encontraría la manera de ponerlo al tanto de la noticia. Puede que las cosas no salieran como esperaba, pero no veía capaz a ese hombre de dejarla sola en una situación así.Se secó el rostro y comenzó a vestirse porque ya se le estaba haciendo demasiado tarde para ir a la compañía. Durante el trayecto al trabajo se le ocurrió agendar una cita con un doctor del cual tenía el contacto guardado. Así, ese mismo día después de salir del trabajo se aseguraría de estar embarazada. Quería estar cien por ciento segura de ello antes de darle la noticia a Hasan. En el fondo tenía miedo de saber su reacción.Entonces surgían las inseguridades, dejándola en un estado de profundo miedo y nerviosismo. ¿Y si no quería apoyarla con el bebé? ¿Acaso estaba dispuesta
—¿Quién te estaba llamando?—Solo ha sido alguien, ¿en qué estábamos?—Pues, creo que veamos una película —me recordó, deslizando una sonrisa a lo que ella asintió con la cabeza.—Por supuesto, no me podría olvidar de ella, o sí —sonrió—. Bueno, has dicho que tú vas a elegir la película que vamos a ver.—Así es, la verdad es que tengo buen gusto para estas cosas, ya lo vas a ver.Pasaron el resto de la tarde mirando varias películas en secuencia. La verdad es que fue un día diferente para Sarah.Steven llegó a las seis de la tarde y Camila los recibió con mucho cariño, dándole un abrazo. Parecía evidente que entre ellos había un amor especial, a Steven le quedaba muy bien el papel de padre.—¡Qué alegría volver a verte! ¿Estás cansado? —quiso saber, sin soltarlo.—Un poco. Hola, Sarah. Gracias por cuidar de Camila.—Oh no, Camila es una chica increíble y la pasé muy bien junto a ella. Espero que nos veamos pronto, bueno, mañana vendré de nuevo, si Steven me dice.—Sarah, me ha dicho H
—Es normal sentirse así, pero te prometo que seré muy cuidadoso. Ahora ve y lee el contrato. Llévate el bolígrafo, estoy seguro de que firmarás.—Sí, definitivamente lo haré.Tomó el bolígrafo que él le ofrecía y se dirigió a su habitación. Cerró la puerta y se apoyó en la pared, cerrando los ojos con fuerza.—Dios mío, ¿por qué estoy tan nerviosa? Esto es lo que estaba esperando, pero me siento insegura —miró la carpeta.Así que comenzó a revisar el contrato.En su opinión, no había nada desfavorable.Leyó y firmó en cada lugar que requería su nombre. Después de eso, fue al baño a tomar una ducha muy larga.No dejaba de pensar en lo que estaba por suceder.Se puso un camisón de seda, sin ropa interior, sabiendo que no la necesitaría. Regresó donde estaba Hasan y le entregó todo firmado. Él acababa de salir de la ducha, tenía una toalla alrededor de la cintura y miraba nuevamente el papel.Hasan se levantó de la cama y se acercó a ella. Empezaba a sentir que le faltaba el aire, tenía
Sur de California, Santa Mónica.—Me quedaré un rato aquí, quiero broncearme un poco —le dijo acostada en aquella tumbona mientras usaba unos espejuelos que Steven le compró.—Bueno, pero solo un poco. No olvides ponerte bloqueador solar después —le recordó, antes de irse para nadar un rato en la playa.El clima, como era de esperar, resultaba ser cálido y la brisa marítima se sentía como una caricia en sus pulmones. La naturaleza también se sentía en ese lugar, tanto que podría quedarse a vivir allí para siempre. Desde pequeña, uno de sus lugares favoritos había sido la playa, así que se sentía muy cómoda con la idea de pasar esos días allí, aunque fueran más cortos. Pero probablemente, si lo intentaba, se atrevería a convencerlos de que se quedaran por más tiempo.Observó a Steven sumergirse en la lejanía. Nadaba muy bien, a diferencia de ella que todavía lo hacía torpemente. Quizás sería bueno acompañarlo un rato.—¡Oye, Steven, iré a nadar contigo! —exclamó, dejando la tumbona par
La muchacha abrió los ojos de par en par estaba sorprendida no tenía idea de quién podría haber enviado algo a ella. Y más incrédula se encontraba al saber que nunca le había dado la dirección de ese lugar a nadie. Ni siquiera Maritza estaba al tanto de dónde se encontraba viviendo ahora. —Yo, te prometo que jamás le di la dirección a alguien. Así que no podría saber de qué viene ese regalo que has mencionado, no lo sé —se encogió de hombros, un poco alarmada. —Bueno, espero que no se trate de una bomba o algún peligro inminente, deberías abrirlo. Está justo allá. Se giró y clavó los ojos en la caja. —Bueno, voy a averiguar sobre qué se trata —definió acercándose a la enorme caja para luego llevarla consigo living y abrirla, por fortuna no pesaba casi nada y pudo llevarla sin problema. Hasan, sin interés alguno por saber que le enviaron, pero sí por quien, se contuvo de ir con ella. Por eso se quedó en el taburete para acabar de ver las noticias en su tablet. ...Candace, había
Sarah tuvo una fuerte corazonada cuando se dirigía el pórtico. Y por esa razón se detuvo un momento, llevó una palma abierta a su pecho, pero pasado algunos segundos el mal presagio se había extinguido, quedándose una estela de duda en su cabeza que le impidió seguir rumbo a la salida. ¿Tenían que hacerle caso a su corazón y devolverse al piso? Pues no, porque es que también tendría que quitarse esas ideas locas de su cabeza. Nada malo le pasaría, solo saldría un rato por allí y volvería pronto al piso, además andaría con mil ojos, evitando cualquier peligro al acecho. Eso sería todo. No tenía por qué preocuparse. Cuando su teléfono comenzó a sonar de repente se alarmó, de verdad que sí estaba bastante alerta y debía sacudirse ese miedo tonto. Otra vez Maritza. ¿Es que no iba a dejarla en paz? Decidió apagar el teléfono, no le importaba nada. No, en absoluto, esa chica parecía más bien una acosadora. Ya luego la bloquearía de su teléfono. Rodó los ojos y por fin salió del edifici
—¿Por qué? Me gustaría saber por qué de pronto haces todo esto, yo jamás te había visto en persona, solo en una foto y tampoco tenía el deseo de conocerte nunca en mi vida, porque estoy al tanto de la clase tipo que eres y lo que haces. Créeme que solo me siento avergonzada por ser tu hija. No hay otro sentimiento en mí, ¿por qué demonios haces esto, eh? —señalo hastiada. Aquel hombre la miraba en silencio se llamaba Tony Ford, alguien involucrado en diversos crímenes, de hecho era el líder de una mafia muy buscada, un tipo rudo una persona sin corazón y frívola que no le temblaba el pulso, a la hora de llevar a cabo cada uno de sus actos sórdidos. De hecho era conocido como, "mano de hierro". Así dices rudo imponente era aquel sujeto.—Aún no me dices si te agrado el regalo que te envié. —¿Estás hablando en serio? No puedo creer que realmente te importa saber mi opinión sobre un estúpido vestido, pues fíjate que me importa un bledo, no pienso usar nada de lo que me des de hecho lo
La muchacha estaba asustada y comenzó a pedir ayuda. No entendía por qué la joven se había desmayado en el suelo, pero luego recordó que le había mencionado su embarazo y esa podría haber sido la razón del desmayo, algo que ocurre frecuentemente en las mujeres embarazadas. Aunque esto no sería extraño, aún tenía miedo de que algo malo le hubiera sucedido.—Oh Dios mío, ¡no puedes! ¡Ayuda! Se ha desmayado —le informó a las dos mujeres que se acercaron a ayudar.—Yo estaba hablando con ella y de repente le pasó esto. No sé la verdad, pero está embarazada.—Ella estará bien, soy doctora. Déjenme verla —pidió una mujer baja y de cabello corto sobre los hombros. Realmente parecía ser una doctora.Afortunadamente, estaba en el momento y lugar adecuados para atender la caída. Isabel esperaba que no fuera algo grave, pero ya no podía seguir así.Bajo tanta presión, Sarah decidió irse de allí. También comenzaba a sentirse un poco mal con toda la situación. Además, la doctora dijo que estaría b