Capítulo 85
Miguel lo miró con una expresión cargada de significado.

—Vaya manera de hablar de tu esposa. Deberías tener más cuidado con lo que dices.

Alejandro, incómodo, desvió la mirada.

—No dije nada malo… —Luego, con tono algo forzado, preguntó—: ¿Y sabes dónde está?

—¿Me lo preguntas a mí? —Miguel soltó una risa traviesa—. Es tu esposa. Si no te dijo a ti, entonces tal vez debas pensar en qué has hecho mal.

—¿Yo? ¿Tengo que reflexionar? —Alejandro soltó una risa seca—. Claro que sé dónde está, incluso me llamó… pero no contesté porque estaba ocupado.

Miguel lo miró fijamente, como si pudiera ver a través de sus excusas.

—¿Por qué me miras así, abuelo?

—Porque hablas mucho, pero no dices nada.

Alejandro sabía que su abuelo había descubierto la verdad: Luciana no lo había contactado ni le había dicho por qué no regresaría esa noche.

Molesto consigo mismo, Alejandro volvió a su habitación, tomó su teléfono y llamó a Luciana, murmurando con los dientes apretados:

—Atrévete a no contestar.

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