Capítulo 439
De inmediato, Alejandro la sujetó de la muñeca:

—Siéntate —ordenó con voz firme.

Vio su rostro pálido y se sintió abrumado.

—¿Ya con solo una frase me acusas de no preocuparme por Pedro? ¿De veras no entiendes que sí me importa, o simplemente quieres provocarme?

Luciana giró el rostro, negándose a mirarlo o responder. Alejandro dejó escapar un suspiro resignado:

—Esperemos a que Pedro despierte; sabremos mejor cómo ayudarlo. Yo estaré contigo, cuidándolo juntos, ¿de acuerdo?

—¿Tú? —repitió ella con sorna—. Por favor, un gran magnate como tú, ¿tienes tiempo para eso?

Él advirtió su tono irónico, pero optó por no discutir:

—Lo haré. Aunque esté atareado, haré un hueco en mi agenda.

Con delicadeza, volvió a empujarla suavemente hacia la silla:

—Por ahora, come un poco, ¿sí?

—No, no quiero —contestó Luciana, con el ceño fruncido.

Alejandro se quedó desconcertado. De hecho, él no se sentía responsable de lo que había pasado. Había llegado a la casa de los Herrera para rescatar a Pedro y no
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