Capítulo 446
Luciana trató de pararse enfrente, pero ya era tarde. Él ya había visto el ramo que ella había traído, y en la lápida pudo leer la inscripción: “A nuestra amada madre Lucy…”

«Madre.»

—Así que… —musitó Alejandro con una risa helada, incapaz de frenar el escalofrío que le recorría todo el cuerpo—. ¿Esta es la “anciana” que, según tú, venías a ver?

Clavó la mirada en Luciana, con voz ronca:

—Llámala tía, aquí mismo, en mi cara. Dilo, “mi tía.”

Luciana cerró los ojos un instante antes de responder con franqueza:

—Es mi mamá. Hoy se cumple el aniversario de su fallecimiento.

—¿Por fin lo dices? —exclamó Alejandro, elevando la voz con tal fuerza que su tez se puso pálida de la tensión. Empezó a caminar de un lado a otro, incapaz de contener la rabia. Hasta soltó un par de groserías—. ¡He sido un imbécil! Dime, Luciana, ¿qué soy para ti?

Ella mantuvo la mirada baja, sin contestar.

—¡Soy tu esposo! —gritó él, retumbando de indignación. Legalmente ya lo eran, además de haber celebrado la boda y
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