Capítulo 389
—¿Y ahora? Hay gente lastimada. ¡Deberíamos llevarlos al hospital!

El conductor, tan alarmado como el resto, intentó calmarlos:

—¡Por favor, tranquilidad! La policía de tránsito ya llegó, y la ambulancia viene en camino.

Efectivamente, pronto los agentes aparecieron para ayudar a los pasajeros a descender uno a uno, indicándoles que se dirigieran a la ambulancia estacionada en la esquina.

—¡Luciana! —entre el bullicio, oyó una voz familiar.

Miró y distinguió a Fernando que, sorprendido, se abría paso hasta ella.

—Desde lejos juré reconocer tu silueta. ¿Estás bien? —preguntó, notando de inmediato la herida en su frente—. ¡Tienes sangre! ¿Te golpeaste mucho?

—No te preocupes —respondió Luciana, intentando sonar tranquila, aunque la cabeza le dolía—. Me golpeé con el respaldo, no parece grave. ¿Y tú, estás bien?

—Sí, mi auto está allá atrás, solo que el tráfico quedó bloqueado. Pero no sufrí daños.

—¡Pasen, pasen! ¡Rápido, hay que llevar a la gente al hospital!

La fila avanzaba y la gente
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